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El Madrid de Zidane está verde

Obligado por contrato a presentar una alineación con Zidane Zidane, que ayer tenía los músculos sobrecargados, el equipo demostró contra un rival menor que antes de convertirse en la aplanadora que se anuncia a bombo deberá resolver una lista de problemas. Para ello cuenta con estos partidos de pretemporada, que implican un fastidio para los jugadores, demasiado cansados tras unas vacaciones donde perdieron el estado físico y muy ansiosos por encontrar lugar entre los titulares de un equipo sin forma. De momento, el Madrid que se presentó ayer de salida, sin Helguera, no tiene conductor. Le cuesta recuperar el balón. No da con referencias claras en punta. A Raúl le quedan semanas de preparación para alcanzar el punto goleador. Y Zidane no encuentra su lugar en medio de un entramado táctico que se enreda como el delta del Mississipí.

Más allá de un par de bicicletas y un control con amague incluido, Zidane pasó por Alicante sin hacer ruido. Al contrario, fue Figo el que se ocupó de alborotar el área del Montpellier, provocando dos faltas y colgando cinco balones al área que terminaron en el gol de Guti.

El dibujo elegido por Del Bosque para ensamblar al media punta francés, el 4-2-3-1, dificulta su adaptación por la presencia de dos medios organizadores. Una pareja que primero interpretaron Flavio y Celades, y luego Helguera y Makelele -mejor coordinados-. En ningún caso Zidane se encontró cómodo ante un dúo que lo sacó de la zona donde suele iniciar sus jugadas y lo empujó al borde del área para recibir el balón. Cuando Zidane lo tuvo en los pies, demasiado arriba, descubrió que sólo Raúl era su referencia ofensiva. Porque Guti, en la izquierda, cayó a los tres cuartos y porque Figo también basculó hacia el medio. Chocaron todos.

En el Juventus, Zidane jugaba con Del Piero y un punta por delante suyo. Con Francia, Anelka y Henry cumplen este papel, y en ocasiones Djorkaeff o Dugarry también se mueven como enganches. Zidane no está acostumbrado a la presencia solitaria de un solo ariete en su campo de visión, que es lo que se le plantea con Raúl en el Madrid.

En el segundo tiempo, sin Guti, con McManaman en la izquierda, más abierto y adelantado, el francés maniobró mejor. Lo ayudó Helguera (que entró por Celades) con una distribución decidida y rápida. Con Helguera, Figo y McManaman subieron a recibir más arriba, y abrieron el abanico de opciones. Entonces, a Zidane le dieron el cambio y se sentó en el banquillo. Permaneció en silencio, y fijó los ojos en el partido con gesto preocupado.

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