Una victoria sin brillo
La aparición de Valerón resultó fundamental para que España saliera del lío y goleara a Bosnia por un 4-1
Esposados Mendieta y Luis Enrique, sometidos a un marcaje individual -como la mayoría de sus compañeros-, España nunca pudo ensanchar el campo, se quedó arrinconada, obligada a maniobrar por el embudo central.
Y, en ese terreno siempre tan espinoso, el equipo echó de menos a Helguera, con síntomas de asfixia desde el calentamiento. El cántabro equivocó casi todas sus decisiones: apenas se ofreció para barrer cuando era necesario y le faltó gasolina para descolgarse de Guardiola y auxiliar a los dos puntas. Camacho lo advirtió y le dejó en la ducha en el descanso.
Justo cuando Bosnia descorchaba sus mejores argumentos, España se encontró de sopetón con un regalo de Piplica, un portero de guante blando que metió a Hierro en la historia del fútbol español al regalarle el gol que le convierte en el jugador más fertil en la vida de la selección.
Sin duda, el capitán no merecía un gol así, pero la noche no estaba para exquisiteces y todos valen, máxime para un jugador capaz de firmar unas cifras goleadoras fabulosos habiendo pasado buena parte de su carrera en la cueva.
El gol de Hierro no alteró el rumbo del encuentro, siempre indigesto para el equipo de Camacho, que sufrió tanto para atacar como para defender. Ni siquiera tuvo arrestos para jugar con el pragmatismo que en estos tiempos demanda Camacho. Con serias dificultades para controlar el choque y marcar las pautas del mismo, España se vio acogotada por cada oleada bosnia, trazadas todas ellas a partir de un solo punta, el rayista Bolic. Y en uno de estos arreones, impulsados por un batallón de jugadores incorporados desde el medio campo, Beslija hizo temblar el marcador con un gol de rebote tras un disparo desafinado que desvió un defensa español.
Con el agua al cuello, Camacho se animó con Valerón, en búsqueda de un mayor dominio del juego y un poco más de imaginación. El canario dejó algunos brotes, como un toque maravilloso desde la periferia del área bosnia que puso a Tristán y Raúl a un palmo del gol; pero ambos se chocaron.
Con Bosnia decididamente más tapada que en el primer tramo, Valerón supo desfilar por el sitio adecuado y dar algo más de sentido al fútbol local. De él partió el dibujo del segundo gol, cerrado por Javi Moreno tras la colaboración de Tristán. Un tanto que sumado a los posteriores de Raúl y Tristán aúpa a España hacia el Mundial asiático, pero no cierra las múltiples interrogantes abiertas por este equipo desde hace tiempo, que descontado su industrioso ejercicio con Francia, pierde con los grandes y tiembla con los pequeños, ya sea Japón o Bosnia.
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