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GOLF | MASTERS DE AUGUSTA

Tiger Woods cita a Olazábal

El norteamericano y el español toman posiciones en una gran segunda jornada

Steve Williams, el caddie de Tiger Woods, se acercó a José María Olazábal el jueves por la mañana y le dijo al oído: "Mi jefe te espera el domingo a las dos y media en el tee del uno". No, el Tigre no se lo decía a todos. Sí, como se vio ayer en una extraordinaria jornada de golf en el Augusta National Golf Club, sí, puede que Olazábal se presente a la cita para jugar el último partido del domingo, aquél del que normalmente sale el ganador. Sí, y también Tiger Woods, que empezó su lenta pero, parece, inevitable remontada hacia el liderato. Y puede que también quiera estar, o estará muy cerca, Miguel Ángel Jiménez, que salvó el par del campo y ahí sigue, contento y feliz de conocerse. Y también querrán meterse los otros grandes nombres, que ya se asoman por ahí: el zurdo Mickelson, el profeta de la buena salud Duval, y hasta el pegador argentino Cabrera, que sigue asombrando en los pastos de Augusta.

Pero el día fue de Olazábal. 68 golpes (-4), que pudieron ser 66 o 72. Eso depende. Eso dependió del cambio de personalidad que experimentó el guipuzcoano según salió del green del noveno, giró a la derecha y anduvo unos pasos hasta el tee del décimo. Olazábal que, mal genio, arrastraba la mirada por el suelo barriendo la hierba, oyó una voz desde la multitud: "Concéntrate, deja de jugar como un pichón". Un pichón, en golf: pardillo, infantil, novato, persona que comete errores por distracción, por no estar donde debe estar. Olazábal, que ya maneja bien el driver ("no la daré muy larga porque mi físico no me lo permite, pero ya la mando donde quiero mandarla, y eso me vale"), comenzó perfecto, con birdies en el segundo y en el sexto hoyo. Pero llegó al octavo, el par cinco que a veces se le atraganta, su némesis, como diría el pedante. Temeroso de meterse en un charco (o sea, para dejar fuera de juego al búnker), el guipuzcoano tiró de hierro: juego conservador, a green de tres y, si se puede, birdie. Quia. Con el segundo hierro, al charco, a la izquierda y por debajo; y con el tercero, imposible de levantar por una insidiosa rama a tres metros de altura ahí delante, más desastre: al tee del noveno. Ya con el cuarto pudo dejarla Olazábal en el green y sólo con el sexto golpe, de bogey, pudo embocar. Y la cosa no se paró ahí. Como si fuera de resaca, o golpe del descontento, la salida del noveno dejó la bola imposible, sobre un lecho de tamujas, a la sombra de unos pinos ("pero no fue un golpe de cabreo: es que con Butch Harmon estamos haciendo pequeños cambios en el swing, estoy probando a darle más de draw, y por eso a veces se me va demasiado a la derecha"): green inalcanzable de dos: más bien búnker y dos putts: camino del desastre: otro bogey y quedan nueve hoyos.

Y allí estaba Olazábal, triste, recordando los dolores de espalda que le obligan a darle al antinflamatorio todas las mañanas. Llegó al décimo y se salvó del desastre por los pelos. "Pero en el 11º enchufé un buen canuto. Eso fue definitivo". Fue un birdie de seis metros. Fue el desencadenante de la reacción, de un cambio de fortuna: birdie también en el 13º, birdie histórico después de dejar la bola con el segundo golpe en una caja de cerillas, el pequeño felpudo de hierba abajo, junto al arroyo, y sacarla a metro y medio de la bandera. Y birdie en el 14º y también en el 15º. No lo hizo en el 18º por los pelos. Se habría puesto en un -7 tremendo. "Pero así estoy a gusto. Con estar a dos o tres de los primeros ya creo que estoy bien colocado. Estamos en el buen camino".

Jiménez acabó en par. Sigue en -4. Sigue contento, familia y amigos alrededor, buen ambiente y llega, por primera vez, a jugar el sábado de Augusta con posibilidades. "Y yo que llegaba de quedarme cortado las tres últimas semanas".

Sí, contento Jiménez, pero tampoco. "Es que se me han escapado un par de hoyos. Y, vale, está bien el par, pero es que hasta he cometido un bogey matemático: verás, en el sexto. Yo me muevo en metros y el librillo este donde están todas las distancias está en yardas. Así que yo, diligente, las transformo a metros, le resto lo correspondiente y elijo el palo. Pues nada, esta vez me pasé de diligente" le resté dos veces a las yardas, hice dos transformaciones, y allí que me veo con un hierro ocho en las manos. Y a mí me extrañó porque el jueves tiré de seis. Por si acaso agarré el siete, pero dio igual, me quedé corto". Bogey al seis y jornada regular por lo demás: juego recto, sin altibajos..

Terminó Jiménez, terminó Olazábal, se despidió Ballesteros (otro 76, +8 total, otro corte fallado, mala celebración de su 25º año en Augusta), y siguió jugando Woods. Terminó el día finalmente en -8. Allí arriba. Más cerca de su objetivo. Parece que sí, parece que su cita con Olazábal para el domingo a las dos y media no iba de farol.

CLASIFICACIÓN (resultados de los jugadores que completaron la segunda ronda al cierre de esta edición). Tiger Woods (EE UU), 136 golpes (-8). Steven Stricker (EE UU), Lee Janzen (EE UU), Ángel Cabrera (Argentina), 137 (-7). José María Olazábal (España), Kirk Triplett (EE UU), Toshi Izawa (Japón), Mark Calcavecchia (EE UU), 136 (-8).

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