Bárbara Lennie: “Me dio fobia a los rodajes, porque me pasé de rosca”
La actriz vuelve al cine tras un parón con la adaptación al cine de la obra de teatro ‘Verano en diciembre’, de Carolina África, junto a Carmen Machi y Victoria Luengo
Bárbara Lennie (Madrid, 40 años) no esconde que le sale “más natural el drama”. Es por eso que trasladar al cine la exitosa comedia teatral Verano en diciembre, que llega a salas este viernes, era un reto que le apetecía tras dar a luz y pasar un tiempo alejada de los focos. Su nombre fue, de hecho, el que dio el empujón...
Bárbara Lennie (Madrid, 40 años) no esconde que le sale “más natural el drama”. Es por eso que trasladar al cine la exitosa comedia teatral Verano en diciembre, que llega a salas este viernes, era un reto que le apetecía tras dar a luz y pasar un tiempo alejada de los focos. Su nombre fue, de hecho, el que dio el empujón a que fuera la propia dramaturga, su amiga Carolina África, quien la dirigiera. La actriz quiere disfrutar de esta nueva etapa, incluso si hoy porta un trancazo otoñal que no le ha dejado dormir.
Pregunta. Hubo un año con cuatro películas de Bárbara Lennie. Ahora parece que se toma su tiempo.
Respuesta. Fue un delirio. Después de eso dije: ya está. Me pasé mucho sin rodar. Me dio fobia a los rodajes, porque me pasé de rosca. Estrés, angustia… no medí mis fuerzas y además tuve proyectos y directores muy exigentes. La enfermedad del domingo, Petra, El reino, Farhadi… Ahí me enfermé. Y he cambiado mucho.
P. ¿El cambio ha sido consciente?
R. Buscado, consciente y cuidado. Aunque claro que hay el miedo a ese “si no estás en un proyecto, no existes”. Me dio vértigo. Ahora he necesitado un año de estar tranquila, pero en mi interior siempre pienso que estará bien. En otras cosas dudo, pero en esto no. Hay momentos que me he desesperado con el “por qué no me llaman”, “por qué este director no cuenta conmigo”... pero al final pienso que si no me llaman, generaré yo la oportunidad.
P. ¿Quiere producir?
R. Mi objetivo es ir a más en eso. Mi naturaleza es generar proyectos, incluso si no estoy yo. Y responsabilizarme de lo que cuentas, el cómo y por qué. No me veo solo siendo una actriz a la que llaman unos y otros.
P. Y de repente una comedia.
R. Es una película muy popular. Nunca había hecho gags. Y tengo mucho respeto a los actores que lo hacen. Pero también hay un punto dramático, se habla de familia y de cuidados como pilar: los heredados, los impuestos, los elegidos… Esas mujeres que, como nos pasa a muchas, se da por hecho que los cuidados deben vertebrar su vida. Mi personaje es una deliranta, que casi está en contra.
P. ¿Por qué se veía en ese papel?
R. Iba a interpretar a otra hermana que me pegaba, pero le dije a Carol [África, la directora]: me divierte mucho más Carmen, y nadie me llamaría para dármelo. Me apetecía sacarme la intensidad y el misterio de encima. Era mi regreso al trabajo. Tenía ganas de algo luminoso y compartido con un grupo de amigas. No me apetecía un rodaje ultraintenso.
P. ¿Esa intensidad le ha pesado?
R. A ratos. Por un lado la odio y, por otro, es lo que más me gusta. Si dejara de llegar, me preocuparía.
P. ¿Por qué veían eso en usted?
P. Aunque a veces no me guste reconocerlo, y no lo vea, seguramente desprendo eso y está en mí.
P. En los actores hay cierta intensidad.
R. Totalmente. Sí, la tenemos. Pero sobre todo no es tan fácil encontrar un montón de proyectos con mujeres diferentes. Y ese es un camino que quería hacer.
P. ¿Qué tal trabajar con amigas?
R. Es delicado, ¿eh? Lo bueno es que te saltas el previo de vamos a conocernos, a ver quién eres, de dónde vienes… Pero hay que estar muy ubicada, porque si no se mezclan cosas y se traspasan… o no terminas de decir las cosas por miedo a que se lo tome mal. Aunque tengo claro que no voy a poner en juego la amistad por una obra artística. Hay que tener cuidado.
P. El agua, Las chicas están bien y ahora Verano en diciembre. ¿Es distinto trabajar con directoras?
R. Además son tres primeras películas. Lo he notado un montón, sería mentir decir lo contrario. La manera de estar en el set, de acercarse, de comunicar, de ejercer su poder, de exhibirse. Con Itsaso [Arana], el primer día nos dio un discurso y se emocionó, y dijo: “Me da igual lo que penséis”. Eso nunca lo he visto en hombres. Elena [López Riera] tenía una gran determinación por decir que no sabía lo que quería, pero que te unieras a ella. Esa duda tampoco la he visto. Después, he rodado Los tigres, de Alberto Rodríguez, su primera película con un protagonismo femenino y un equipo masculino, y claro que se nota. En las pequeñas y en las grandes cosas.
P. Con los casos de abusos destapados, ¿se ha aprendido?
R. Tiene que cambiar mucho todavía, estamos en un proceso, y hay que tener cuidado para que no sea algo histérico e histriónico. Que no nos boicoteemos a nosotras mismas. Hay que hacerlo con cierta calma, pese a que sea difícil cuando una está angustiada y enfadada. Creo que es importante que ocurra, y también decir que no todo es lo mismo; es un debate complejo. Tenemos que ir hacia adelante y seguir, aunque lo que sería interesante es que se tocaran los lugares de poder real.
P. ¿Ha empujado un cambio en el cine? Con coordinadores de intimidad…
R. ¿Sabes que yo nunca he tenido una escena de sexo? He jugado siempre con la intimidad, pero nunca sexual. He tenido desnudos y tal, pero no me ha tocado. Es fuerte. Así que nunca he tenido coordinador.
P. Aunque bueno, a veces puede ser también útil para lo emocional, en un desnudo…
R. Sí, sobre todo que se cuide cómo se hace. Sería genial que como sociedad pudiéramos hacerlo sin que haya alguien vigilando, pero como eso no ocurre, está bien que existan. Porque ha habido muchos momentos profundamente incómodos. Yo nunca lo he vivido.
P. ¿No ha vivido incomodidad en rodajes?
R. Por supuesto, pero no de ese tipo. Cosas que vivimos todas las mujeres, de gente que proyecta en ti cosas, y, como no consiguen lo que quieren, te dan muchísimo la tabarra, te hablan irrespetuosamente, o de una manera que no hablarían a un actor.
P. ¿Desde lugares de poder?
R. De poder y también sin poder, pero que creen tenerlo. Y nadie les dice nada. He ido aprendiendo con la madurez. Yo no me vuelvo a comer ciertos comentarios sin parar en el rodaje. He aprendido, pero gracias a que han saltado las alarmas, a que otras chicas han dicho: “Oye y esto…”. De ahí lo importante de buscar mis proyectos y preguntar: “¿Cómo hacemos las cosas?”.