Los presidentes de las plazas de toros claman en el desierto contra el afeitado
La anulación de una multa a Miura provoca una campaña por la integridad de la fiesta
La asociación nacional de presidentes de plazas de toros de España (ANPTE), que integra a más de 200 representantes de la autoridad, ha iniciado una campaña contra la manipulación fraudulenta de las astas de los toros, —el conocido afeitado—, sin que exista confianza en la efectividad de tan oportuna iniciativa.
Los presidentes muestran su preocupación por la generalización de este fraude, que, aunque atenta gravemente contra la integridad del espectáculo, ha perdido importancia en la exigencia de los aficionados y no figura entre las preocupaciones del público.
Pero, hoy por hoy, se afeita y mucho. Esta es, al menos, la opinión de José Luis Fernández Torres, máximo responsable en funciones de la ANPTE.
“Hemos llegado a una situación lamentable”, afirma. “En los años 80 y 90 se analizaban una media de 280 pitones por temporada, y en 2018 solo infundieron sospecha los seis toros de Vellosino lidiados en agosto en Huesca”, continúa.
“El afeitado está generalizado hasta extremos lamentables” (José Luis Fernández Torres)
“Los espectadores desconocen la realidad y no les importa, y la afición está en franca minoría, pero este es un problema que debe preocupar a los equipos gubernativos porque la integridad del toro es la base del espectáculo”, enfatiza Fernández Torres.
Los presidentes han elaborado un manifiesto, un protocolo y unas conclusiones para llamar la atención sobre el fraude, y solicitan a las administraciones la adopción de medidas para evitarlo.
La excusa es un toro de Miura, lidiado en Madrid el 3 de junio de 2018: Tiznaolla, número 85, cárdeno claro, de 541 kilos de peso.
Sus pitones astillados en el ruedo motivaron su análisis, cuyo resultado fue concluyente: el toro había sufrido una manipulación previa a la celebración del festejo. Confirmado el positivo por afeitado, la Comunidad de Madrid sancionó al ganadero con 6.000 euros de multa.
Eduardo y Antonio Miura recurrieron la multa, y el pasado 20 de octubre una sentencia del juzgado de lo Contencioso Administrativo número 4 de Madrid anulaba la sanción. La sentencia argumenta que el toro superó satisfactoriamente los dos primeros reconocimientos (dando por hecho que llegó íntegro a la plaza), y que si sufrió una manipulación posterior no puede atribuirse a los ganaderos, pues rebasa la esfera de su ámbito de responsabilidad.
“El toro estaba afeitado, como ha quedado acreditado en el fallo judicial” afirma el presidente de la ANPTE. “Otra cosa es que no se han cumplido las previsiones que establece el Reglamento en el sentido de que una vez que llegan los toros a la plaza deben estar sometidos a una vigilancia constante hasta el momento de su lidia”, añade. “Como no se ha actuado correctamente, el juez dice que el toro estaba manipulado, pero no puede sancionar al ganadero porque el fraude se ha podido producir en las dependencias de la plaza, en cualquier momento, antes de salir al ruedo”.
A juicio de la ANPTE, esta sentencia “podría crear un peligroso vacío alrededor de la imputación de la responsabilidad por la comisión de estos actos de mutilación a los toros, si las distintas administraciones responsables y los equipos presidenciales no ponen en marcha nuevos mecanismos y protocolos de actuación que extremen el celo procedimental para garantizar la identidad e integridad de la fiesta”.
“De no asumir esta posición, —prosigue la ANPTE— se podría establecer un espacio de impunidad de estas infracciones, y los ganaderos se verían aún más forzados contra su voluntad a tener que asumir el chantaje mafioso del afeitado de sus animales, y se estaría así atentando directamente contra la lealtad e integridad que son el soporte ético de la fiesta y la mejor garantía de su supervivencia”.
“El fraude ha existido siempre, pero es que ya se están utilizando hasta rayos x portátiles”
Ante esta situación, los presidentes de la ANPTE han pedido a las administraciones públicas que no permitan la indefensión de la tauromaquia, y plantean un conjunto de sugerencias para evitarlo.
Las más destacadas son las siguientes:
- modificación de normativas para que las atribuciones de vigilancia y custodia que corresponden a los ganaderos se concreten en una fórmula más definida.
- establecer un procedimiento obligatorio y aleatorio para el análisis de los cuernos de los toros lidiados o devueltos, como ya hizo en el año 2015 el Gobierno vasco o se practica en Francia desde el año 2001.
- en ausencia de los medios humanos disponibles, la tecnología actual permite realizar con bajísimo coste un control exhaustivo online mediante cámaras de grabación de todo cuanto ocurre en los corrales y chiqueros de la plaza
- difundir entre todos los intervinientes en las presidencias de los festejos taurinos un protocolo de recomendaciones para evitar el fraude del afeitado, instándoles a que las sigan fielmente.
El presidente en funciones de la ANPTE, José Luis Fernández Torres, no tiene mucha confianza en que se arbitren medidas para erradicar el fraude en los toros. Se queja de que en el proceso contencioso administrativo planteado por Miura no asistió ningún representante de la Comunidad de Madrid, y no espera que se presente recurso contra la sentencia.
“El afeitado ha existido siempre”, comenta, “pero hemos pasado de quitarle dos centímetros al pitón, el veneno que se decía, hasta utilizar rayos X portátiles para comprobar hasta dónde se puede cortar para que no se toque el macizo córneo”.
Además de la desidia administrativa, Fernández Torres hace autocrítica y apunta a que la preparación del envío de pitones para su análisis obliga a los equipos a permanecer en la plaza dos horas después del festejo, y no todas las personas están dispuestas a ese sacrificio.
“Y hay un Reglamento Taurino, el de Andalucía”, concluye, “que imposibilita que los pitones de un toro sean analizados si no se ha lidiado bajo la responsabilidad del ganadero”.
A pesar de todo, hay una voz, al menos, que clama en el desierto y llama la atención sobre la necesidad de preservar la integridad del toro, que es un cimiento fundamental de la fiesta.
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