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TEATRO | CRÍTICA DE 'EN EL LUGAR DEL OTRO'

Un vagabundeo feliz

Javier Gomá y Ernesto Caballero deleitan a la vez que instruyen en los cuatro microdramas filosóficos que componen 'En el lugar del otro'

Javier Vallejo
Un escena de 'En el lugar del otro'.
Un escena de 'En el lugar del otro'.ANTONIO CASTRO

Horacio recomendaba instruir deleitando, porque al público nada le place tanto como gozar aprendiendo. Javier Gomá no pierde de vista este verso aforístico del autor de Ars poetica en sus ensayos, ni en sus artículos para la prensa ni en esta segunda incursión suya en el teatro, de nuevo junto a Ernesto Caballero, autor de dos de los cuatro microdramas filosóficos que componen En el lugar del otro.

‘Don Sandio o No sé qué decir’, de Gomá, es aperitivo que abre un menú reflexivo pero entretenido, servido en bandeja por cinco intérpretes bien acordados. Este Don Sandio a la busca de una idea que valga la pena llevarse a la boca viene a ser el negativo del protagonista de Las sillas ionesquianas, que confía a un orador mudo su trascendente e incógnito mensaje postrero: Ionesco mismo abrió con un silencio interminable una conferencia suya muy esperada en Cerisy-la-Salle, para decir por fin que no tenía nada que decir. Hay en esta micropieza discursiva de Gomá algunos fogonazos conceptuales: “el filósofo es perito en la esencia de las cosas”, “el perfume es el rastro de una ausencia”…

‘Que venga Miller’ es un diálogo picado entre un decano y una profesora de sociología, a raíz de que esta invitó a dar una conferencia a un intelectual cuyas ideas representan la antítesis del espíritu librepensador de la universidad en la que trabajan. Tercera en discordia, la representante de los estudiantes amenaza con boicotear la conferencia. Ernesto Caballero plantea con sentido del humor relampagueante un debate ágil, certero, que por momentos recuerda el disolvente careo entre profesor y alumna de la Oleanna de David Mamet, con otra vuelta de tuerca, pues los tres vértices de este triángulo docente son, además, padre, madre e hija: su controversia ética se articula, pues, sobre patrones de relaciones familiares entretejidos de afectos y de rencillas. Los límites de la libertad de expresión son el asunto de ‘Que venga Miller’, pero el tema subyacente es la endogamia endémica que aqueja a ciertas instituciones.

En ‘La sucursal’, tercera cuenta de este rosario breve, Gomá teje con pericia dramatúrgica un afortunado sainete filosófico sobre la dignidad, la felicidad y la precariedad. Aquí está sembrado de principio a fin, humor aforístico incluido: “Soy indigente de pleno derecho”, reivindica para sí su protagonista masculino, cuando siente que le acusan de no ser lo suficientemente pobre. Cierra la velada ‘El reverendo Dodgson’, fantasía procesal en torno al creador de Alicia en el país de las maravillas, en la cual Caballero adolece de falta de dialéctica: el personaje de la investigadora fiscala no está defendido por su autor, que toma partido enseguida por el escritor y fotógrafo victoriano.

Las interpretaciones de Noemí Climent y Pedro Miguel Martínez son claras, contenidas, eficaces. Silvia Espigado mantiene con Germán Torres un mano a mano fantástico, descacharrante, en ‘La sucursal’. Estibaliz Racionero es un comodín gracioso, asilvestrado y giróvago, y una Judy Garland bien temperada cuando interpreta su ingenua canción.

Caballero y Gomá hacen buen equipo y se influyen mutuamente: algo en ‘Que venga Miller’ parece hacerse eco de las inquietudes del filósofo bilbaíno, mientras que en ‘La sucursal’ hay cierta impronta neocostumbrista del exdirector del Centro Dramático Nacional. Ojala den juntos un nuevo paso más.

En el lugar del otro. Textos: Javier Gomá y Ernesto Caballero. Dirección: Ernesto Caballero. Teatro Galileo. Madrid. Hasta el 8 de noviembre.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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