Sufjan Stevens: “Mis problemas personales se han vuelto universales”
El músico se distancia de sus raíces folk en su nuevo disco, 'The Ascension', una 'suite' electrónica, política y teológica sobre viejos mundos que mueren y otros nuevos que nace
Nos hemos acostumbrado a esperar grandes cosas de Sufjan Stevens, ese chico de Detroit afincado en Nueva York, tan versado en música clásica moderna y ambient como en el folk y la fusión americana, que se hizo famoso a principios de la década de los 2000 con un ambicioso intento de sacar un álbum relacionado con cada uno de los estados de Estados Unidos. El músico editó dos: Welcome to Michigan, una oda tragicómica a la dignidad y la desolación de su estado natal, e Illinois, una epopeya en clave de folk de cámara sobre cualquier cosa comprendida entre los superhéroes y los asesinos en serie. Para crear Carrie & Lowell (2015), disco en el que realizó un exorcismo emocional adentrándose en tierno y doliente detalle en su relación con una madre distante y un padrastro comprensivo, Stevens profundizó en sí mismo. Ahora, con The Ascension, ha producido una suite electrónica de 80 minutos sobre viejos mundos que mueren, nuevos que nacen, Dios, la humanidad, y la naturaleza misma de la vida. Grande es lo menos que puede decirse de este trabajo.
"Debido a mi práctica espiritual, es habitual en mí dedicar esfuerzo a reflexionar sobre la fe", explica Stevens ‒cuyo inusual nombre de pila tiene origen en la breve participación de sus padres en el movimiento pluriconfesional subud‒ sobre la fuente de inspiración de The Ascension. "Llevo 20 años cantando sobre estos temas: ¿qué hace que todo se mantenga unido?; ¿existe un poder superior?; ¿tenemos un mapa espiritual que da contenido y significado a nuestra vida? La diferencia es que, ahora, esta clase de preguntas se han convertido en universales. Estamos perdiendo la fe en la sociedad, el gobierno, el liderazgo, las instituciones sociales básicas, en nosotros mismos. Mis problemas ya no son personales. Mis problemas son universales".
"El álbum es un recordatorio de que no podemos seguir como si no pasara nada. Tenemos que morir y volver a nacer"
Stevens escribió el tema central del álbum, una composición vanguardista de 20 minutos y medio dedicada al estado de su país y titulada 'America', durante las mismas sesiones de las que salió Carrie & Lowell. Como le pareció que no encajaba con lo que estaba haciendo en aquel momento, la guardó en un cajón. "Al cabo de unos años, me encontré con ella por casualidad y entonces me pareció profética, fiel a lo que yo veía en el mundo y a lo que sentía", cuenta de la canción. "A partir de entonces empecé a escribir música relacionada con esa característica en el tono y el estilo. Sentí la responsabilidad de eliminarme a mí mismo de la conversación".
Aun así, la voz del intérprete encuentra el modo de meterse dentro. "No quiero ser tu Jesús personal, no quiero vivir dentro de esa llama", canta Stevens en la hermosa y obsesiva 'Video Game', una crítica al culto a la fama, con una voz tan leve que suena como si pudiese disolverse en el pulso de la caja de ritmos. "He perdido la fe en todo", se lamenta en 'Tell Me You Love Me'. En 'Make Me An Offer I Can't Refuse' ruega: "Señor, necesito salvación", como si fuera un San Francisco de Asís con gorra de béisbol. Los temas cristianos han surgido a lo largo de toda la producción del músico, en particular en Seven Swans (2004), su interpretación de las historias bíblicas a toque de banjo, pero nunca tan claramente como ahora. "Soy un cristiano bastante ortodoxo", confiesa. "Lo único que intento es abogar por la abnegación y la autoconciencia, animar a la gente a vivir con ansia de verdad y transformación. El álbum es un recordatorio al mundo de que no podemos seguir como si no pasara nada, así que a lo mejor necesitamos cuestionar nuestra forma de vida. Necesitamos no suponer nada, no esperar nada, erradicar nuestra antigua conciencia y avanzar en dirección al renacer. Tenemos que morir y volver a nacer".
La búsqueda de sentido de Stevens se remonta a su infancia. The Ascension se inspira en parte en las enseñanzas de Rudolf Steiner, el austriaco fundador de la antroposofía, una línea filosófica cuya meta es dirigir la práctica espiritual hacia la racionalidad científica. La antroposofía es la base de la educación en las escuelas Steiner y Waldorf. Stevens fue alumno de una de estas últimas en Detroit hasta los nueve años. "Steiner quería la emancipación espiritual para liberarnos de la autoridad humana, algo que ha sido muy importante para mí en los últimos tiempos. Quiero asumir la responsabilidad total sobre mí mismo y no estar subordinado a las autoridades exteriores del mundo: las instituciones, las grandes empresas, los gobiernos, incluso las religiones que nos imponen una realidad. Quería reconstruir lo que siento y lo que quiero como individuo. Este álbum es una dieta de desintoxicación para la conciencia".
"Quería reconstruir lo que siento y lo que quiero como individuo. Este álbum es una dieta de desintoxicación para la conciencia"
Stevens es conocido sobre todo por sus interpretaciones al estilo folk, íntimas y susurrantes, del cancionero estadounidense, pero una mirada a su extenso catálogo sugiere que es un artista en perpetua búsqueda de algo nuevo. La abstracción electrónica de The Ascension fue producto de las circunstancias: al quedarse sin su estudio de Brooklyn cuando el propietario subió el alquiler, tuvo que guardar los instrumentos en un trastero mientras se mudaba al norte del estado, así que lo único que tenía para trabajar era un portátil, un sintetizador Prophet y una caja de ritmos. "Dedicarse a la música es sublime porque el camino está lleno de contratiempos y sorpresas", explica Stevens sobre su manera de tomarse las cosas. "Por eso me niego a asumir toda la responsabilidad sobre mis creaciones. No lo hago por devoción. Renegar de mi trabajo es útil para mi ego. Sé que parece que trabajo por temas, pero lo más importante son los momentos de magia y misterio que fuerzan una reacción inconsciente". Con todo, hacer un álbum sobre cada estado de Estados Unidos requiere una buena dosis de planificación y también bastante ego. "Eso fue hace más de 15 años. Tenía mucho más ego que ahora, y si soy sincero, la idea de los 50 estados fue un acto de autopromoción", confiesa. "Luego, después de Illinois, me di cuenta de que era inútil. No estoy diciendo que no vaya a hacerlo alguna vez... pero quizá Estados Unidos ya no sea un tema tan saludable".
Aun así, Stevens sigue siendo un personaje optimista cuya fe lo dirige siempre hacia un futuro mejor. The Ascension se publicará en pleno caos del Estados Unidos de Trump y de la peor pandemia desde 1918. Nuestra vida ha dado un vuelco total. Es fácil disolverse en el pensamiento apocalíptico, pero a pesar de sus palabras sobre el éxtasis, la salvación y la liberación de la bestia interior al estilo del libro del Apocalipsis, su autor insiste en que The Ascension es un álbum positivo. "La humanidad siempre ha vivido en su propio momento apocalíptico, lo cual es producto del ensimismamiento, de la idea de que somos el centro del universo", reflexiona. "Puede que también tenga que ver con el miedo a la muerte: somos mortales por naturaleza y eso nos aterroriza. Quizá pensar que la vida es cíclica, que la naturaleza sigue su curso ocupándose de sus propios asuntos, nos dé una perspectiva más acertada".
"Las resacas se estaban volviendo demasiado intensas y la multitud hmana se interponía en mi bienestar. He dado 20 años a Nueva York. Era hora de pasar a otra cosa"
Al mudarse a las montañas al norte del estado de Nueva York a principios de año después de 20 años en la ciudad, Stevens ha adquirido mayor conciencia de que la naturaleza sigue adelante. Ha hecho viajes a la ferretería y a la tienda de tractores, ha hablado con los vecinos sobre los catálogos de semillas y las cosechas abundantes y, en general, se ha desenganchado de los hábitos de una vida en la ciudad en la que, asegura, "las resacas se estaban volviendo demasiado intensas y la multitud humana se interponía en mi bienestar. Aquí la gente está hecha de otra pasta, y me gusta. He dado 20 años a Nueva York. Ya era hora de pasar a otra cosa".
En palabras de Stevens, The Ascension fue "un trabajo bestial". Cada día se levantaba, le dedicaba todas las horas que hiciese falta, y por cada canción finalmente grabada, en el disco duro han quedado por lo menos cinco intentos fallidos. A pesar de la ambición que ha puesto en el álbum y de su esperanza de que inspire un cambio de conciencia y un deseo de transformación personal, el trabajo también se fundamenta en una realidad más concreta: "El álbum es el reflejo de la salida de la ciudad. Habla de abandonar la civilización, trasladarse a un lugar saludable y estar rodeado de naturaleza". Nuestro interlocutor reflexiona sobre lo que acaba de explicar: "Es un estereotipo, ¿no?".
Traducción de News Clips.
The Ascension. Sufjan Stevens. Ashmatic Kitty.
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