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La ley del péndulo y la Carta Magna

Un libro repasa por primera vez la historia de las muchas Constituciones españolas, marcada por la falta de consenso entre progresistas y conservadores

Contacto de la firma de la Constitución Española.
Contacto de la firma de la Constitución Española.Marisa Flórez

El profesor Joaquín Varela dedicó el grueso de su dilatada y provechosa vida investigadora y docente al estudio del constitucionalismo histórico español. Sus lectores esperábamos con impaciencia la visión de conjunto que cabía esperar del autor de más de dos centenares y medio de trabajos sobre la cuestión. Tras su muerte, se publica al fin el manuscrito de esta Historia constitucional de España editado al cuidado de su discípulo y también experto en la cuestión Ignacio Fernández Sarasola.

Cada texto de nuestra historia constitucional cuenta con una bibliografía ad hoc, reforzada por la publicación de la meritoria colección de nueve monografías relativas a las distintas Constituciones dirigida por Miguel Artola y publicada por editorial Iustel. Estos trabajos monográficos no se han traducido en visiones de conjunto más allá de los ya clásicos estudios de Luis Sánchez Agesta, Joaquín Tomás Villarroya y otras breves aproximaciones al tema. El método seguido por Joaquín Varela en esta obra es la de someter los distintos textos constitucionales al cuádruple examen de sus fuentes doctrinales, de su parte dogmática consistente en la regulación de los derechos y libertades, de su vertiente orgánica con la descripción de los poderes y principales instituciones del Estado, y el contexto histórico-político en que surgen y viven las Constituciones.

Arranca el estudio con la consideración del debate constitucional en el último tercio del siglo XVIII, la Carta de Bayona y la Constitución gaditana de 1812. Le sigue el análisis del constitucionalismo isabelino (Estatuto Real de 1834, Constituciones de 1837, 1845 y la non nata de 1856), los dos textos del sexenio revolucionario (Constitución de 1869 y proyecto constitucional de la Primera República), para seguir con el análisis detenido del texto de 1876 y su evolución hasta su puesta entre paréntesis por la dictadura de Primo de Rivera en 1923. Continúa el libro con el estudio pausado de la Constitución republicana de 1931, las Leyes Fundamentales del franquismo, pese a no constituir una Constitución en sentido estricto, y el proceso de transición, hasta culminar en la vigente Constitución de 1978.

Señala Joaquín Varela el contraste entre una tradición constitucional progresista (1812, 1837, 1856, 1869), caracterizada por el reconocimiento de la idea de soberanía nacional, la sensibilidad respecto a la enumeración de los derechos y libertades fundamentales y el recorte del poder de la Corona, y otra conservadora, de mayor vigencia en la Historia de nuestro liberalismo (Estatuto Real de 1834, 1845, 1876), caracterizada, entre otros rasgos, por el reconocimiento de una idea de Constitución interna, favorable a equipar a la Corona y a las Cortes como soportes de la soberanía. La regulación de la cuestión religiosa habrá de ser otro punto de contraste entre una y otra tradición. Igualmente, cabe subrayar la mayor propensión al centralismo del constitucionalismo moderado, en contraste con la tendencia a la autonomía municipal y provincial por parte del progresista. Una sucesión de Constituciones que pone de manifiesto el fracaso de nuestro pasado liberal en ofrecer unos textos constitucionales de consenso que permitieran la alternancia en el poder de los distintos partidos e ideologías políticas de la historia española. Constitución de consenso al fin alcanzada con el texto de 1978, algo que se había conseguido también con la Constitución de 1837 y, en buena medida, con la canovista de 1876.

A la hora de buscar los lazos de la Constitución vigente con nuestro pasado, el autor subraya la preferente conexión con una tradición progresista y, especialmente, con la Constitución republicana de 1931. No en balde se intentó entonces trascender del Estado de derecho de corte liberal dominante en nuestra historia, pese a sus ocasionales imperfecciones, al Estado social y democrático de derecho, consagrado en la Segunda República y en nuestra actual democracia.

Entre otras muchas sugerencias presentes en el libro, cabría llamar la atención sobre la inserción de nuestra historia constitucional en el curso europeo y americano del constitucionalismo, bien tenido en cuenta por los protagonistas intelectuales y políticos de nuestro pasado liberal y liberal-democrático, tanto desde el punto de vista doctrinal como jurídico. Es de destacar igualmente la llamada de atención sobre el supuesto carrusel de textos constitucionales que sería visible en nuestra historia contemporánea como consecuencia de aquella falta de consenso.

En todo caso, y con independencia de que el número de textos sea superado por un país tan significativo de la historia constitucional como Francia, habría que anotar el hecho del largo influjo de la Constitución transaccional de 1837, cuyo texto y espíritu se hacen presentes en los textos de 1845 y 1876, así como la dilatada vigencia tanto del texto de 1876, resultado del entendimiento entre el partido conservador de Cánovas del Castillo y el liberal de Sagasta, como de la Constitución de 1978. El libro se cierra con un informado balance del desarrollo del derecho político, en paralelo a la evolución de nuestro constitucionalismo.

La ingente obra de Joaquín Varela queda subsumida en este estudio fundamental sobre la historia constitucional de España. Una obra que se habrá de convertir en referencia obligada de nuestros constitucionalistas, historiadores, politólogos, y muy especialmente, como deseara el autor en su introducción, en un libro de atractiva lectura para un público culto, curioso por un aspecto fundamental de nuestro pasado.

'Historia constitucional de España'

Autor: Joaquín Varela Suanzes-Carpegna.


Edición: Ignacio Fernández Sarasola.


Editorial: Marcial Pons, 2020.


Formato: Tapa blanda o bolsillo. 718 páginas.


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