Blixa Bargeld: “¿Coronabonos? ¡Absolutamente sí!”
El músico berlinés cumple 40 años al frente de Einstürzende Neubauten, banda rompedora de la nueva ola alemana que el 15 de mayo celebra el lanzamiento de su nuevo disco, ‘Alles in Allem’
Soy grupo de riesgo”, dice desde Skype, “así que me he encerrado antes que nadie. No soy la persona más saludable del mundo y no puedo jugármela”. Blixa Bargeld (Berlín Oeste, 61 años), que cumplía 47 días de encierro el martes pasado, celebra en estas fechas otra cuarentena más gratificante: cuatro décadas al frente de Einstürzende Neubauten. El hito inicial es el 1 de abril de 1980, día en que saltan al escenario del Moon Club, aún con la ciudad partida por el Muro. El último será este 15 de mayo, cuando aparezca Alles in Allem, nuevo disco del grupo que definió el avant-garde industrial combinando el instrumental del rock con maquinaria pesada y materiales de desecho.
También cofundador y guitarrista de los Bad Seeds —12 discos y 20 años junto a Nick Cave—, Bargeld ha desarrollado su carrera en otros ámbitos: cuatro discos mano a mano con el compositor italiano Teho Teardo y dos más junto a su compatriota Alva Noto. ¿Algo más? Sus inolvidables solo performances, apariciones en algunas cuantas películas y algún que otro libro.
PREGUNTA. ¿Qué le aporta Einstürzende Neubauten respecto al resto de sus proyectos?
RESPUESTA. Somos cinco individuos con diferentes técnicas e ideas. El resto de trabajos, con Teho y con Alva Noto, son mano a mano. Incluso mis espectáculos vocales en solitario con [el ingeniero] Boris Wilsdorf lo son. Aquí hay una química y un desarrollo diferentes.
P. ¿Eso incluye otros métodos de trabajo como el uso de Dave, el juego de tarjetas crípticas que usted creó en 2007 y que reparte instrucciones aleatoriamente?
R. Jugamos mucho con Dave esta vez. De 100 días de trabajo a lo largo de un año, 12 estuvimos bajo sus instrucciones. La idea era acumular material: una parte entró en el disco, otra se fue a los bonus tracks y otra se la regalamos a nuestros seguidores.
P. Justo en su primer sencillo, ‘Ten Grand Goldie’, cuenta con sus fans. ¿Premio a su fidelidad o parte de la estrategia artística?
R. También fue Dave. Saqué una carta que decía anrufen, traducible como “llamada”, “rezo” o incluso “llamada telefónica”. Luego escogí aleatoriamente a 20 personas y les pedí una palabra que les gustara o que acabaran de escuchar a alguien cercano. Una muy buena era Kapit sa patalin, que se traduce del tagalo como “muy cerca del suelo”; se refiere a un estatus social muy bajo, según la chica filipina que nos la pasó. Otra dijo: “Tengo una amiga llamada Goldie; le acaban de decir ‘Ten grand [10 de los grandes], Goldie”. Supe inmediatamente que ese era un gran título. Juntas, estas ideas cobran un sentido político surrealista.
Nací en Berlín Oeste, y aquello era una entidad separada: existían la RDA, la RFA y, aparte, Berlín Oeste
P. Una vez dijo que no se considera usted alemán sino europeo. ¿Lo mantiene?
R. Sí. No me considero un músico alemán: no incorporo esa cultura musical de mierda que veo en tantas bandas de aquí. ¿Tengo yo algo que ver con Rammstein? Siempre hemos sido una banda internacional. De hecho, no creo que haya habido un solo año en el que hayamos tocado más en Alemania que en el resto del mundo. Yo nací en Berlín Oeste, y en la mirada alemana de la época aquello era una entidad política separada del resto: existían la RDA, la RFA y, aparte, Berlín Oeste. Yo lo veía igual.
P. ¿Cree que Alemania debería ser más solidaria financieramente con los países del continente más afectados por la covid-19?
R. Absolutamente. ¿Coronabonos? ¡Sí!
P. En otra de las canciones nuevas, ‘Am Landwehrkanal’, hace referencia a Rosa Luxemburgo, figura legendaria de la izquierda alemana asesinada por la ultraderecha y arrojada al canal. ¿Qué le interesa del tema?
R. Bueno, digo Rosa, pero no digo específicamente Luxemburgo. Juego con la ambigüedad; digo que me siento en el canal y que Rosa no está allí; ella fue asesinada y ahora es solo un espíritu, canto. Ahí no estoy necesariamente hablando de ella… Sin embargo, sí lo hago en el verso anterior, que dice: “Tuvimos mil ideas y todas eran buenas”.
P. Pues parecería que ese verso es autorreferencial.
R. ¡Exacto, son ambas cosas! Me han preguntado por esa canción diciendo si quería mandar al comunismo a la tumba. ¿Dónde lees ahí que yo sea anticomunista? ¿Por decir “Rosa ya no está aquí”? No lo veo.
P. En otra canción en la que parece referirse a los refugiados (‘Taschen’), ha utilizado como percusión un tipo de bolsas de plástico que se relaciona a ese colectivo. Sorprende esa asociación del “instrumento” con el objeto de la canción.
R. Hace mucho tiempo que quería trabajar con estas bolsas, que en el argot berlinés se conocen como migrantenkoffer, bolsas de migrantes. El campo metafórico que surge con tan solo ver esas bolsas está claro, aunque necesitas alguna estrategia para sacar algo de ellas. Empecé rellenándolas de poliestireno, pero no funcionó. Alexander Hacke llenó unas de tuppers con monedas, uñas, llaves… Las tocaba como maracas, pero no eran controlables. Al final terminamos rellenándolas de harapos y percutiéndolas. Hacke hizo un solo con ellas y se abrió el cielo.
El dinero que manejamos para hacer un disco es el equivalente al que yo tenía en 1993 para una portada
P. Einstürzende Neubauten se autofinancian vía micromecenazgo. ¿Cree que es el futuro de la música, del arte y la cultura en general?
R. Nosotros inventamos el crowdfunding en 2002. Antes de eso no existía. Ahora estamos en Patreon, que nos organiza el streaming, el pago…, incluso son fiables de cara a Hacienda. Lament (Mute, 2014), nuestro proyecto sobre la I Guerra Mundial, fue el último en el que un disco nuestro financiaba una actuación. El dinero que manejamos actualmente para hacer un disco es el equivalente al que yo tenía en 1993 para hacer una portada.
P. Volviendo a la pregunta…
R. Algunos podrán, pero no todos. No todo el mundo podrá copiar nuestro modelo.
P. ¿Sigue en contacto con los Bad Seeds? ¿Con Nick Cave?
R. Tenemos amistad mutua. No les veo nunca, pero tampoco les veía mucho antes. Pero no me fui por ninguna discusión.
P. ¿Por qué lo hizo?
R. Porque me casé. Y pronto se hizo obvio que no podía tener dos bandas, dos giras, dos álbumes… y además un matrimonio. También tuve problemas con nuestro mánager.
P. ¿Cómo seguirá aprovechando estos días?
R. Estoy leyendo El orden del tiempo, del astrofísico Carlo Rovelli. Y muchos libros de cocina.
P. ¿Algún plato entre manos?
R. No he dejado de cocinar ni uno de los 47 días del encierro. Creo que sobre el 60 podré salir y ver cómo pinta el exterior.
‘Alles in Allem’. Einstürzende Neubauten. Potomak. A la venta el 15 de mayo.
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