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CRÍTICA TEATRAL | 'LA MÉNAGERIE DE VERRE'

Huppert y Van Hove, sin veneno ni arrebato

La primera colaboración entre la actriz y el director teatral, una adaptación de 'El zoo de cristal', de Tennessee Williams, se salda en relativa decepción en su estreno en París

Álex Vicente
Nahuel Pérez Biscayart e Isabelle Huppert, en un momento de 'La ménagerie de verre', estrenada en el Odéon de París.
Nahuel Pérez Biscayart e Isabelle Huppert, en un momento de 'La ménagerie de verre', estrenada en el Odéon de París. Jan Versweyveld

¿Qué podía salir mal en la primera colaboración entre la mejor actriz europea y el director más aplaudido del continente, dos creadores hiperactivos y supuestamente infalibles? El nuevo montaje de El zoo de cristal que protagoniza Isabelle Huppert en París a las órdenes de Ivo van Hove es, contra todo pronóstico, una relativa decepción: todo está en su sitio, pero nada brilla. Van Hove convierte el hogar de los Wingfield, una estirpe venida a menos en el sur estadounidense de los años treinta, en una especie de caverna de barro que gobierna el retrato de un padre ausente, escenario idóneo para la habitual carnicería que conlleva la vida familiar. Al frente del clan se sitúa Huppert, que solo convence de forma intermitente como Southern belle psicótica y tiránica, desesperada por sacar adelante a sus dos cachorros, un joven criptogay y una muchacha desequilibrada, mientras todas las puertas se les cierran.

El argentino Nahuel Pérez Biscayart, revelado por la película 120 pulsaciones por minuto, encarna al primero con aires de Brando enclenque, en una interpretación magnética pero todavía imperfecta. La obra, variante queer de la tragedia del estadounidense común sobre la que teorizó Arthur Miller, no cobra fuerza hasta el tramo final, cuando sus dos astros se eclipsan y ceden el protagonismo a esa hermana discapacitada y a su efímero pretendiente irlandés, a quien Van Hove convierte –en una decisión audaz, pero finalmente estéril— en afroamericano. A este huis-clos lleno de seres frágiles y resplandecientes, igual que las figuritas de cristal que colecciona Laura, le falta veneno y arrebato para ser digno de Tennessee Williams, hasta el punto que uno se pregunta si al director flamenco no le habría sentado mejor un remake abiertamente calvinista de la misma historia. Puede que las expectativas fueran desmesuradas: como recuerda la propia obra, los unicornios no existen. Van Hove y Huppert han tenido que conformarse con engendrar un grácil caballo.

La ménagerie de verre. Texto: Tennessee Williams. Dirección: Ivo van Hove. Théâtre de l’Odéon. París. Hasta el 26 de abril.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.

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