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Asmâa Hamzaoui, reina del ritmo de los esclavos

La joven marroquí es la única maestra de la música gnawa, recién nombrada patrimonio inmaterial de la humanidad

Asmâa Hamzaoui, con su guembri, el miércoles en la Casa Árabe de Madrid.
Asmâa Hamzaoui, con su guembri, el miércoles en la Casa Árabe de Madrid.R. G.

Asmâa Hamzaoui (Casablanca, 22 años) se sube al escenario y con apenas un gesto suyo arranca el concierto. Es la más joven pero es la que manda. Lleva colgado al cuello su guembri, un instrumento de cuerda similar a una guitarra de tres cuerdas que ofrece un contundente e hipnótico sonido de contrabajo. El suyo, fabricado con madera de limonero y piel de camello, lo heredó de su padre —en una tradición en la que el maâlem (maestro) traspasa el instrumento y otorga el título a su discípulo— convirtiéndola en la única maestra de la música gnawa, un género musical de Marruecos que acaba de ser nombrado patrimonio inmaterial de la humanidad.

Sí, hay más mujeres que tocan el guembri, pero solo en ámbitos privados. Hacerlo en público es un tabú que ella, que todavía no se ha planteado enseñar a una discípula —“quizá en el futuro”— ha obviado con naturalidad pese a su juventud. De hecho, en el concierto de este miércoles en la Casa Árabe de Madrid, las cuatro personas sobre el escenario eran mujeres: Asmâa Hamzaoui y las Bnat Timbouktou (las chicas de Tombuctú), que la acompañan desde hace siete años, integradas por Soukaina Elmelyjy, Lamgammah Hind y Aicha Hamzaoui (hermana mayor de Asmâa). A la orden de la maestra, las artistas entran en un trance vocal al ritmo del guembri y de los qraqab, unos crótalos dobles que se tocan como si fueran unas castañuelas metálicas.

“Empecé a tocar el guembri a los siete años, mi padre era maestro, y siempre estaba en casa practicando o venían a casa otros músicos”, explica muy seria Asmâa Hamzaoui antes de salir a escena. La misma seriedad de maâlem (en su caso maâlema) con la que afronta el arranque de cada una de las canciones, sobre todo en algunos solos que parecen improvisados como si fuera una pieza de jazz. Una seriedad que Asmâa solo rompe, además de cuando posa divertida para el fotógrafo, cuando el trance de los largos temas da paso a una fiesta divertida en la que las cuatro amigas se parten de risa mientras tocan y cantan en bucles repetidos que aumentan su ritmo incansable hasta el final. “Poco a poco empecé a tocarlo; y mi padre estaba de acuerdo desde el principio con que lo tocara; vio que tenía aptitudes y me pasó el testigo”. Así de fácil lo cuenta. Así de revolucionario es en realidad.

El pasado 12 de diciembre, la música gnawa fue incluida en la lista del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad en una reunión que convocó la Unesco en Bogotá. Una nómina que ya incluía manifestaciones marroquíes como el espacio cultural de la plaza de Jemaa el-Fna en Marraquech, el encuentro nómada del Sáhara conocido como Moussem de Tan-Tan o el festival de las cerezas de Sefrú, entre otras. De hecho, con motivo de este reconocimiento, se celebrará en París el próximo 29 de marzo una ceremonia en la que participarán como invitadas Asmâa Hamzaoui & Bnat Timbouktou.

La música gnawa es una práctica cultural que se remonta como mínimo al siglo XVI y que empezaron a practicar grupos de personas víctimas de la esclavitud, mayoritariamente subsaharianos, de ahí que con frecuencia se la haya relacionado con los cantos espirituales de los esclavos afroamericanos.

“Las letras de la música gnawa cuentan pequeñas historias, cuentos de profetas, hechos de la vida dura cotidiana”, explica Asmâa Hamzaoui, “son mayormente tristes, también hay canciones alegres, pero no es lo más habitual, en origen eran siempre tristes, y sus letras llegan rápidamente a la gente”. En cuanto a la temática, cuenta: “Hay también canciones de amor, pero sobre todo amor religioso, de amor a Dios”, explica sobre un género que mezcla lo profano y lo sagrado y que tiene que ver con una corriente sufí del Islam, más místico y espiritual.

Asmâa Hamzaoui (derecha) y su hermana Aicha, el martes en el concierto de Sevilla del ciclo Son Estrella Galicia.
Asmâa Hamzaoui (derecha) y su hermana Aicha, el martes en el concierto de Sevilla del ciclo Son Estrella Galicia.JAVIER SIERRA

Sin embargo, pesa más la herencia del esclavismo. “Sobre todo hablan de la vida de los esclavos africanos, son cuentos tristes de su dura vida de trabajo”. Y la artista remonta su origen a los tiempos del sultán de Marruecos Mulay Ismaíl (gobernó entre 1672-1727), famoso por asesinar esclavos por diversión. Tiempos en los que decenas de miles de personas eran despojadas de sus raíces, alejadas de sus familias y tribus, desposeídas de todas sus pertenencias, vendidas en zocos del norte de África, sin ningún derecho… Y como en el esclavismo no había cuotas de género, “las mujeres también estaban presentes en las canciones de alguna forma”, afirma.

En cuanto al ritmo, la artista señala que hay muchas diferencias entre la música tradicional africana y la árabe. “La música gnawa tiene relaciones con el jazz, con el blus, con el rock”, asegura, y cuenta que en el festival Gnawa de Essaouira, que reúne a los mejores grupos de esta manifestación cultural con otros artistas del macrogénero conocido como músicas del mundo, hubo conciertos en que se produjeron fusiones con otros estilos.

Pero dada su juventud, ella, que afirma estar todavía muy concentrada en la música tradicional, aún no ha buscado hacer colaboraciones con otros músicos, aunque menciona que en el festival de Essaouira tuvo la oportunidad de actuar con la famosa cantante y actriz maliense Fatoumata Diawara (esta con su guitarra eléctrica), una autora que suele fusionar el folk Wassoulou, tradicionalmente femenino, con jazz y soul: “El resultado fue muy bonito”.

Asmâa Hamzaoui con las componenes de Bnat Timbouktou.
Asmâa Hamzaoui con las componenes de Bnat Timbouktou.R. G.

Puesto el foco en la tradición, sus referencias y lo que escucha en su tiempo libre están en sintonía: “Me gusta la música de todo el mundo, pero sobre todo la música africana, la que tiene relaciones con la música gnawa”, explica, aunque reconoce que no escapa al influjo de Beyoncé, Rihanna y Bob Marley.

Preguntada por la razón del veto de su música a las mujeres, la joven de Casablanca descarta que sea por motivos religiosos, ya que, explica, la religión incumbe solo al individuo. Y lo achaca más a un tema de costumbres discriminatorias: “La música gnawa estaba prohibida por tradición, su raíz está en Malí y allí estaba prohibida a las mujeres, que además están recluidas en casa y tienen que vestir con el niqab [prenda que solo deja ver los ojos]”, se lamenta, “también se les prohibía que cantaran, incluso eso pasa actualmente en ciudades como Tombuctú”.

Pese a la situación de Malí, ella, además de tocar en países europeos y africanos de influencia francófona, ha actuado ya en algunas ciudades de aquel país, siempre en zonas que no están en conflicto. “Fueron conciertos muy especiales porque el pueblo estaba entusiasmado y conoce bien la música gnawa”, recuerda.

Antes de recalar en París a finales del mes próximo, Asmâa Hamzaoui ha afrontado una ruta por tierras españolas. “La gira está siendo muy bonita. Estamos muy cansadas, todos los días viajamos y todas las noches tenemos conciertos. No tenemos tiempo para visitar ninguna ciudad”, explica en referencia a un tour que les ha llevado por Huesca, Bilbao, Oviedo, Vigo, Zaragoza, Valencia, Sevilla y Madrid, y en el que aún quedan citas en Granada (viernes 28), Alicante (sábado 29) y Barcelona (domingo 1 de marzo). Por ahora, se muestra muy contenta con la acogida: “El público es excelente y les está gustando bastante los conciertos”.

De vuelta la conversación a Marruecos y en referencia a su instrumento tabú, explica que no suelen tocarlo las mujeres porque “el guembri es especialmente un instrumento espiritual, que está vivo, hecho de madera, de piel, elementos de la naturaleza, y al mismo tiempo es un instrumento fuerte, poderoso; por eso los hombres dicen que está prohibido a las mujeres, también porque es el instrumento más importante en la música gnawa”. Ella no hace caso a esas voces, ella es importante, también fuerte, y lo demuestra a diario en el escenario. Tanto cuando se comporta como una maâlema seria, como cuando comparte risas sobre el escenario con sus amigas de la infancia.

Oulad Lghaba. Asmâa Hamzaoui & Bnat Timbouktou. Ajabú!

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