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Columna
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Chocolate

La audiencia de ‘Brigada Costa del Sol’ no superó el 10% de la tarta ni 1.400.000 espectadores de media. Actores conocidos en el medio, guiones correctos, producción suficiente y malos resultados.

Ángel S. Harguindey

Decía Rafael Azcona que si en el cine se pudiera prever el éxito, la industria audiovisual sería del Banco de Santander. Viene esto a cuento porque una serie como Brigada Costal del Sol tenía, en principio, todas las cartas del éxito en la mano y, sin embargo, el resultado no fue el deseado.

En los años 70 de un Torremolinos que ya empieza a disfrutar del turismo de masas, es decir, de la especulación inmobiliaria, de un urbanismo salvaje y de una permisividad de costumbres impropia de una dictadura, pero propia de la afluencia de divisas, un grupo selecto de policías trata de contener el incipiente tráfico de drogas, sobre todo de chocolate. Hugo Silva, Álvaro Cervantes, Miki Esparabé, Sara Sálamo, Jorge Usón o Unax Ugalde, copan los papeles protagonistas a uno u otro lado de la legalidad.

El que fuera un barrio de pescadores de Málaga se convirtió en una de las mecas del turismo continental con cerca de un millón de visitantes al año. La serie, con una correcta ambientación e interpretación, se mueve entre la modestia de barrios y habitantes previos al boom turístico y una clase empresarial emergente que encuentra en el tráfico de drogas unas ganancias inimaginables: nada nuevo bajo el sol.

La Brigada trata de contener lo incontenible en un ambiente social y político en el que se entremezclan los estertores del franquismo con una pionera libertad de usos y costumbres. Y, sin embargo, la audiencia de la serie no superó el 10% de la tarta ni 1.400.000 espectadores de media. Actores conocidos en el medio, guiones correctos, producción suficiente y malos resultados. Lo dicho: “si se pudiera prever el éxito, el Banco de Santander sería el amo”.

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