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FOTOGRAFÍA

Alfonso Almendros, las cimas del deseo

El fotógrafo reinterpreta la obra del paisajista Bierstadt en su último trabajo ganador del Premio Galicia de Fotografía contemporánea

Alfonso Almendros

En la primavera de 1863, el pintor Albert Bierstadt emprendía su segunda expedición a las Montañas Rocosas, donde pasaría varios meses junto con su amigo el escritor Fitz Hugh Ludlow. “Si los informes son certeros”, escribía el último, “nos dirigimos a la ubicación original del Jardín del Edén”. Conocido por sus paisajes de gran formato del Oeste americano, el pintor se disponía a realizar bocetos y fotografías que sirvieran de base para sus oleos. Ludlow ansiaba recopilar ideas para dar forma a un libro, más tarde publicado bajo el título Heart of the Continent. Partieron de Idaho Springs hacia las cumbres más altas. En el camino la visión de un cielo amenazador inspiró varios bocetos al pintor. Tres años más tarde, en su estudio de la 10th Street de Nueva York, completaría una de sus obras más conocidas: A storm in the Rocky Mountains, Mount Rosalie, donde unas amenazadoras nubes grises de tormenta esconden la cima de un descomunal pico. Bautizaba así a la montaña con el nombre de la mujer que secretamente amaba: Rosalie Osborne, la esposa de su amigo Ludlow.

La historia sirvió de fuente de inspiración para el último trabajo del fotógrafo Alfonso Almendros (Petrer, Alicante, 1981), Nombrar una montaña. “Nombrar una montaña es un acto cargado de poesía. Nos habla sobre el anhelo de posesión y permanencia. Nos recuerda, a través de la creación, la memoria de aquellos a los que amamos“, dice el texto que incluye el fotolibro que recopila la obra, publicado por Witty Kiwi y La Kursala. A través de un acercamiento experimental, que mezcla procesos analógicos y digitales con diversas técnicas pictóricas, el autor hace uso de la historia y de la obra del paisajista de la Escuela de Hudson para indagar en su propia biografía. Su proyecto ha merecido el V Premio Galicia de Fotografía Contemporánea y puede verse en la sede AFundación de Vigo.

Alfonso Almendros

Hace cuatro años el fotógrafo empezó a documentar su entorno en Helsinki. Empezó por fotografiar a su pareja. De ahí pasó a incorporar un modelo masculino a su trabajo (que más tarde utilizaría como su alter ego en la historia). Fue entonces cuando este licenciado en Historia del Arte, fuertemente atraído por la estética y los postulados del pensamiento romántico del siglo XIX, encontró en la épica expedición de Bierstadt los componentes necesarios para aglutinar su propia obra y dar paso a una narración sobre la idealización del amor y la memoria.

¿No es una osadía y una frustración a partes iguales, intentar alcanzar una cumbre elevada?, se pregunta el autor. La representación de Mount Rosalie era, según la opinión de los críticos, desproporcionadamente elevada. Algunos creyeron ver en ella una manifestación de la aflicción amorosa del autor donde el deseo distorsiona la realidad a través del exceso. Otros vieron un efectismo calculado en un intento de maximizar el interés visual de las Montañas Rocosas a través de una grandeza que en aquel momento contribuiría a la doctrina de Destino Manifiesto, por la cual la conquista de nuevas tierras respondía a un inevitable designio divino. En cualquier caso, la exaltación de lo sublime, a través de la representación de una naturaleza en estado puro y en su esplendor, se adecuaba a las intenciones de Almendros, que comenzó a intervenir las obras de Bierstadt intentando encontrar una relación entre los paisajes y su propia obra. Así, llevó a cabo una investigación más profunda sobre la expedición, y encontró las notas tomadas por el autor en su periplo donde la dificultad de alcanzar la cima de la montaña se equiparaba a la imposibilidad de obtener el amor de la mujer de su amigo. Era un tiempo en que el viaje era una aventura asociada a la incertidumbre al peligro y al esfuerzo. “La expedición de Bierstadt parecía estar cargada de simbologías. Hace referencia a la fascinación por lo desconocido de aquellos hombres pioneros del alpinismo, como Horace-Bénédict de Saussure, y también de la fotografía, entre los cuales se encuentra el pintor“, señala el autor.

Alfonso Almendros

La manipulación de la luz y el color adquieren significados metafóricos en la obra. “Buscaba una situación donde no se entienda muy bien si lo que se observa es una pintura o una fotografía donde la frontera entre realidad y ficción quedará difusa”, explica el fotógrafo. Dentro de su acercamiento experimental a la fotografía parte de que “los aciertos nacen del error”. Utiliza el color para reforzar la narración de manera que la tonalidad va cambiado a lo largo de toda la serie, transitando por el círculo cromático. “El color habla también de una forma de evolución del amor como sinfonía o gama cromática que al final desaparece y vuelve al blanco y negro”. Con ello pretende rendir un homenaje a las investigaciones de Goethe y a su teoría sobre los colores, muy presente en la literatura de la época.

Bierstadt alcanzó su cima cuando en 1866, Rosalie se divorció de Ludlow para poco después casarse con el pintor, que escribiría: “La montaña más alta y pura de USA ha sido nombrada en tu honor”.

Alfonso Almendros

To name a mountain, Alfonso Almendros. AFundación. Vigo. Hasta el 27 de abril

To name a monutain. Alfonso Almendros. La Kursala / Witty Kiwi. 76 páginas.

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