La comedia de Pedro Sánchez, el resistente
Un presidente publica un libro titulado 'Manual de resistencia' en el que farda, como indica el título, de inmortalidad política. A los pocos días de su publicación, se enfrenta a una muy probable convocatoria electoral
Un presidente publica un libro titulado Manual de resistencia, en el que farda, como indica el título, de inmortalidad política, de sobrevivir a los suyos y a los otros. Es un libro chuleta, dedicado a todos (la mayoría de la población, Susana Díaz incluida) los que no daban un duro por él. A los pocos días de su publicación, el mismo presidente pierde la votación de los presupuestos y se enfrenta a una muy probable convocatoria electoral. El autor de Manual de resistencia no resiste.
Hay veces en que lo paródico es ese mármol de Carrara que necesita un Miguel Ángel que le dé forma —porque no es obvio, su comicidad está escondida en el bloque informe y opaco de la actualidad—, y otras veces la parodia se labra ella sola sin que intervenga ningún escultor. Es imposible mejorar este chiste con un guion de ficción: el resistente derrotado mientras presume de resistencia.
Qué gran comienzo para una comedia política. O qué gran final. Yo elegiría este episodio como arranque, y narraría la vida del resistente Sánchez en su casa tras las elecciones —sí, ya sé, adelanto acontecimientos: puede volver a presidir el país, pero esto es ya fabulación, y a mi historia le conviene que pierda—, poniéndose al día de las cosas escolares de su prole y recuperando los partidillos de baloncesto con los colegas.
Esa es la comedia que yo haría porque me aburre escribir sobre el poder, pero me encanta fantasear sobre el fracaso, aunque seguramente no sea la comedia política que se espera y se necesita. A Armando Iannucci, el gigante de la parodia política televisiva (ha firmado dos monumentos del género: The Thick of It, en la BBC, y Veep, en Estados Unidos) le cuesta ir por delante de los acontecimientos. La realidad siempre le estropea los mejores chistes, pero no por ello desiste de señalar el sentido esencialmente ridículo del poder. Son los cómicos quienes necesitan un Manual de resistencia para perseverar en un oficio que encuentra en sus propios parodiados su competencia más feroz.
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