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Pablo Alborán: “La única clave en la creación es la libertad”

El músico presenta la reedición de su disco ‘Prometo’ a los suscriptores de EL PAÍS en un encuentro exclusivo

Pablo Alborán en los Encuentros de EL PAÍS.Vídeo: Carlos Rosillo
Andrea Nogueira Calvar

“La única clave en la creación es la libertad y sentir que todo es posible”. Así ha descrito el músico Pablo Alborán el momento de composición de sus temas, los que le han convertido en “emblema de la música popular española”, en palabras del periodista de EL PAÍS, Fernando Navarro. Los dos se encontraron este lunes, en los Teatros Luchana de Madrid, para charlar sobre la reedición de Prometo, un disco en el que el malagueño ha invitado a alguno de sus referentes, como Alejandro Sanz y Niña Pastori. La cita, a la que también acudió un grupo de suscriptores y lectores del diario, se enmarca del programa de eventos exclusivos de EL PAÍS+.

Alborán ha roto el límite de tiempo que transcurre desde que un artista sale a los escenarios de los Encuentros de EL PAÍS hasta que su público comienza a llorar. Fue acomodarse en el asiento del piano para abrir la entrevista con una canción y los sollozos ya se replicaban en el auditorio. Tocó Prometo, canción que da nombre al disco, que cerró el año 2017 como el más vendido, cuando solo llevaba dos meses en el mercado. Alborán rememoró la creación del tema principal: “Recuerdo que era de noche y llevaba una temporada escuchando a Silvio Rodríguez”. Sin estructuras, empezó a “escupir la canción” al piano, con la sola intención de construir. “Método en sí no tengo”, reconoció. Vuelca en su móvil sus ideas, de manera caótica e incluso contradictoria, para después crear con libertad, sin constricciones siquiera temporales.

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La reedición de este trabajo, que sale el próximo viernes, incluye la colaboración de Alejandro Sanz, al que Alborán agradeció su “sencillez” y “cercanía” y cómo le ha ayudado “a entender muchas cosas” de la industria musical, en la que “es fácil volverse loco”. Puso algunos ejemplos con los que ha aprendido a relativizar la presión, como sus nominaciones a los Grammy: “Recuerdo los titulares previos que eran Pablo Alborán nominado a no sé cuantos mil grammys y el regreso, vacío, Pablo Alborán vuelve con las manos vacías; entonces, a partir de ahí, si te lo quieres tomar como el titular te puedes hundir en la miseria, pero este año he ido y me daban igual las consecuencias”.

Descartó la rivalidad que algunos medios han intentado imbuir con comparativas entre él y Sanz: “Yo no la he sentido nunca personalmente, a nivel profesional creo que estamos en el mismo mercado, pero hay una frase que digo siempre, la música no es competir, sino compartir y él ha sido muy generoso conmigo”. Tuvo también palabras de admiración para Rosalía, a la que deseó lo mejor, y Niña Pastori, por la que, recordó, hizo cola para verla en un concierto. Aunque aseguró que nunca ha tenido un ídolo musical como tal, sí confesó que se había disfrazado en muchas ocasiones de Michael Jackson.

Entre los recuerdos del joven Alborán, surgió el de su primer concierto, con “13 ó 14” años y acompañado de su hermano. “Tenía la misma ilusión. Eso no ha cambiado”, juró. Participó en todo tipo de concursos, sin ganar ninguno, y en ese rechazo descubrió que su motor era el mero hecho de tocar, no los reconocimientos. Apasionado del flamenco, su hermano le descubrió después el jazz. Más tarde llegó la música clásica y el resto de géneros. Comenzaron los primeros vídeos con los que se dio a conocer, grabados en su estudio de Málaga, que primer fue un garaje forrado con cajas de huevos y ahora ya ha profesionalizado.

Ahí surgieron sus primeros seguidores, algunos de ellos, señaló, presentes en la sala. “Eso es muy bestia”, dijo con lágrimas en la garganta. Lo han acompañado incluso hasta Las Vegas, donde se celebró la pasada edición de los Grammy Latinos. Se ha rodeado cada vez de más fans, pero también de un equipo que ha ido tamizando. “Hay que ser astuto porque se te puede pegar mucha gente alrededor y, a la vez, te puedes creer muchas cosas”, advirtió. Aseguró que no puede dejar de confiar en las personas y que valora “la honestidad” a la hora de trabajar, por lo que aprecia a la gente "que quiere sumar" en su carrera. Eso le ha hecho alejarse de algunas personas, pero también llevar una década acompañado de otras.

Ese equipo fue el que también le dio la confianza para parar durante dos años. Un impás que tomó en 2015 “tremendamente necesario” tras un “impulso animal” en el que sintió la necesidad de volver a casa. “Yo sabía que no quería dejar la música, pero sí el ritmo frenético”, apuntó describiendo un bloqueo tan fuerte que no le permitía escribir. “Era necesario enfocar”, sentenció. 

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Sobre la firma

Andrea Nogueira Calvar
Redactora en EL PAÍS desde 2015. Escribe sobre temas de corporativo, cultura y sociedad. Ha trabajado para Faro de Vigo y la editorial Lonely Planet, entre otros. Es licenciada en Filología Hispánica y máster en Periodismo por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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