Rojo y blanco
Con una estética opuesta a la de Femen, el vestuario de 'The Handmaid's Tale' está logrando que el discurso feminista cale en la sociedad


A estas alturas, ya no importa si la segunda temporada de The Handmaid's Tale cautiva o decepciona al gran número de seguidores que amasó en su primera tanda de episodios. Tampoco cuántos de esos espectadores pueden abandonarla antes de tiempo. La serie que en España emite HBO (Antena 3 solo ha emitido, por el momento, su primera temporada) ya ha pasado a la historia. Su diseño lo ha logrado por ella.
En pleno debate en torno a la legalización del aborto en Argentina, el vestuario de las criadas de la ficticia república de Gilead ha vuelto a servir de elocuente símbolo de activismo feminista. Ya ocurrió en Irlanda y en Helsinki y también ante el Capitolio de Washington y en muchos otros lugares de Estados Unidos. A medida que la distopía va mutando en realidad, la indumentaria de Offred y del resto de esclavas de este relato hace acto de presencia en más calles del mundo.
La diseñadora de vestuario Ane Crabtree es quien ha logrado traducir en un solo golpe de vista el poderoso discurso de la novela de Margaret Atwood y de su adaptación televisiva. Sus prendas son pura simbología. Como apunta la escritora canadiense, las mujeres que las lucen a modo de protesta no gritan ni se desnudan y, por tanto, no pueden ser arrestadas por escándalo público. Con una estética opuesta a la de Femen, están logrando que su mensaje cale en la sociedad.
Para el tono rojizo de las túnicas, Crabtree se inspiró en las hojas de arce. “Pensé que era el color de la sangre, que es un color natural, y así se convirtió en una bella metáfora”, comentaba ella misma a principios de verano. Para el resto del atuendo, tan opresivo que las actrices tuvieron que aprender a andar con él antes de rodar la serie, la diseñadora se puso en los zapatos de ese grupo de hombres blancos que componen el 1% que domina el planeta.
Ahora, 23 episodios de The Handmaid's Tale después, una explosión en blanco y rojo se enfrenta cada vez más a menudo al traje y la corbata. Sirve de uniforme de aquellos que ocupan la inmensa mayoría de asientos en Parlamentos y Senados donde toman decisiones sobre el cuerpo femenino.
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