Bego Antón: “Lo que más me satisface es relacionarme con la gente, el acto fotográfico casi no importa”
La fotógrafa se adentra en el mundo fantasioso y sobrenatural de los islandeses
Hay gente que cree en los elfos, con el mismo convencimiento que unos creen en un dios y otros confían su bienestar a los políticos. Así pues, merecen todos el mismo respeto. Bego Antón (Bilbao, 1983) lo supo durante su estancia en Islandia. Un país donde en 2012, el Parlamento aprobó que aquellos lugares considerados mágicos o que forman parte de las creencias y el folclore popular quedan protegidos como patrimonio nacional. Entre los habitantes de la isla existe la superstición de no tirar piedras al aire por miedo a golpear a alguna criatura sobrenatural. Tampoco les gusta saltar de roca en roca, donde suelen habitar los duendes. De esta suerte, los elfos, los unicornios, los troles, las hadas, los enanos de playa, los trasgos de las fuentes, los espíritus de la montaña y los fantasmas se convirtieron en el eje de un proyecto que la autora culminó bajo el nombre de The earth is only a litlle dust under our feet (La tierra es solo un poco de polvo bajo nuestros pies). El título procede de un poema de Yeats y evoca la grandiosidad y lo inabarcable del universo y la madre naturaleza, y la estrechez – en ocasiones-de la razón frente a ello.
La serie de fotografías ha quedado recogida en un libro publicado por la editorial británica Overlapse, y en una exposición que puede verse hasta el 27 de julio en el espacio creativo MINI Hub, incluida en la programación de PHotoEspaña 2018. Recoge la experiencia de la fotógrafa, quien durante cinco años recorrió la isla de punta a punta en busca de estos seres mitológicos a los que nunca logró ver, pero satisfecha reconoce que consiguió “llegar a sentir cosillas”. “Creo en los elfos y en todos los seres mágicos de Islandia”, afirma con contundencia.
Todo comenzó el día en que la artista conoció la existencia de una escuela de elfos en Reikiavic, The Elf school. En dicho centro, dan por hecho que un 54% de los islandeses cree en la existencia de estos seres (un estudio llevado a cabo por las Universidad de Islandia concluía que un sesenta y dos por ciento de las mil personas consultadas creía probable la existencia de duendes). Además, se imparte un curso de un día durante el cual se aprende lo necesario para adentrarse en el rico mundo mitológico islandés. Por aquel entonces la fotógrafa disfrutaba de una residencia de artista en Listhus, un pueblo al norte de la isla. El hallazgo hizo saltar los resortes creativos de esta autora a quien siempre ha interesado lo extraordinario, aquellos temas que reflejan una interpretación de la vida alejada de las convenciones y conectadas con el mundo natural. “Mi trabajo siempre gira en lo que yo llamo un triángulo amoroso compuesto por la naturaleza, los humanos y los animales”, apunta Antón. “Me interesa mucho cómo nos relacionamos con nuestro entorno natural y cómo esto afecta a nuestra cotidianeidad. Así como aquellos pequeños grupos de personas que resultan curiosos al resto de la sociedad por sus creencias minoritarias”. Los perros que bailan acompañados de sus dueños, o los apasionados de las mariposas figuran entre los protagonistas de una obra que mereció el Premio Revelación de PHotoEspaña 2017 y que ha recibido el reconocimiento de la comunidad fotográfica internacional.
¿Cómo convertir lo invisible en visible?, se planteó Antón. “Me encontré retratando un universo que yo, por desgracia, no podía ver, pero sí las personas con las que me encontraba o citaba. Así, me propuse crear imágenes a partir de sus descripciones”, cuenta la autora. “Por ejemplo, muchas de estas personas eran capaces de ver las auras -una aureola de distintos colores que rodea los cuerpos y que muestra los distintos estados de ánimo y personalidades-. Mi intención ha sido recrear la sensación que experimentan al ver el aura. De esta manera, he realizado imágenes de gente o rocas rodeada de color”. La presencia de los seres mágicos queda insinuada, reflejada en el uso del color. Llama la atención el montaje de la exposición, donde las imágenes de misteriosos paisajes y de los inquietantes habitantes que los pueblan cuelgan del techo, arrojando sombras que se podrían asemejar a las mismas que a veces empañan nuestra capacidad de dejarnos llevar por los mundos desconocidos ajenos a la razón. De la misma forma, el libro nos traslada de inmediato a un mundo de fábula y misterio. Su cuidado diseño intercala coloridas imágenes de piedras con páginas de abigarrados frisos en blanco y negro, así como páginas donde los textos quedan impresos en grandes letras y cuyo tono queda prácticamente difuminado con el blanco que lo rodea. Antón nos alerta de que todo está vivo en el templo de la naturaleza, y debemos nosotros reconocerlo.
La creencia en seres mágicos “es un tema delicado, y muy minoritario. Extraño a ojos externos”, señala la artista, que considera que hubiese sido muy difícil realizar este trabajo en nuestro país. “En Islandia con sus aproximadamente trescientos mil habitantes, todo el mundo está abierto al tema". Fue a través de una página web, que incluye el nombre y el teléfono de las personas con la habilidad para ver a estas criaturas, donde Antón encontró a muchos de los protagonistas de su serie. “Pocas veces, y por razones muy concretas me he encontrado con gente que no estaba dispuesta a ser fotografiada”, recuerda la autora. “Una de las partes que más me satisface de mi trabajo es relacionarme con la gente a quien fotografió. El acto fotográfico viene al final. De hecho, casi no importa”, destaca. “Hablo mucho con ellos. Establezco un diálogo del que surge una fotografía que bien puedo llevar ya pensada o surgir allí. Son retratos naturales. Para mí es muy importante transmitir a partir de estos posados la conexión que se ha establecido con el modelo durante la conversación”.
“Nunca he dudado de lo que me han contado estas personas”, añade Antón. “¿Qué ganan con engañarme? Sí es cierto o no que lo pueden ver realmente, eso ya no lo sé, pero me da igual. Ellos creen que pueden ver este mundo fantástico y para mí eso es completamente válido”. De esta suerte, pudo fotografiar a una mujer que vio un centauro; a Torún, que vive con un elfo que nunca se peina; a Malfridur quien puede ver cómo los duendes nadan en su bañera; o a una señora que dice ver puertas y ventanas en las rocas donde habitan los elfos. Conviene no olvidar que Islandia es un país donde se ha llegado a paralizar la construcción de una autovía por el impacto medioambiental y el efecto de esta en la cultura de los elfos. Y donde existen carreteras que rodean grandes piedras, por temor a destruir el hogar de los duendes. “He llegado a encontrarme con gente que me aseguraba que si el presidente de Islandia dijera que no cree en los elfos no saldría elegido”, señala la artista.
“Cualquier creencia es siempre subjetiva”, resalta la fotógrafa. “Y, de vuelta a mi país, lejos de Islandia, sigo pensando que este mundo mágico es real. Hay creencias como estas que son muy susceptibles de ser criticadas o incomprendidas por el resto de la sociedad, lo que me parece muy injusto. Es real en cuanto que ellos lo viven así".
Utiliza una cámara de medio formato. “No me veo utilizando otra”, comenta la fotógrafa. “Me gusta porque el proceso es lento y disparo poco. Así establezco una relación más intensa con las personas a las que fotografió. Necesito pensar bastante más antes de fotografiar, ya que disparar a lo loco sería un disparate económico”. Reconoce que la fotografía española está atravesando un momento muy creativo, pero considera que “los fotógrafos seguimos sin recibir los suficientes apoyos. A veces tenemos que triunfar a nivel internacional para que nuestra obra sea reconocida localmente”. Aun así, la artista ha conseguido cumplir un deseo que viene alimentando desde pequeña: contar historias sin cortapisas.
The earth is only a little dust under our feet. Bego Antón. Overlapse. 216 páginas. 39,65 euros
The earth is only a little dust under our feet. MINIhub. Madrid. Hasta el 27 de junio
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