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Columna
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‘Altered Carbon’, la inmortalidad y todas esas cuestiones metafísicas (y de acción)

La serie de ciencia ficción basada en las novelas de Richard Morgan logra un equilibrio perfecto para Netflix, en lo bueno y en lo malo

Tráiler de 'Altered Carbon'.
Álvaro P. Ruiz de Elvira

Pretende ser como Blade Runner. Lo decimos al principio, que no haya dudas. Altered Carbon, la nueva serie de ciencia ficción de Netflix, no oculta su homenaje a la película Blade Runner en su apuesta visual e incluso temática y va más allá de lo que se podría llamar plagio. Aunque todo viene de la trilogía de novelas del escritor británico Richard Morgan sobre su personaje principal, Takeshi Kovacs. Libros y serie mezclan el género negro con un aspecto ciberpunk e ideas como la inmortalidad, la identidad del ser humano o jugar a ser dios. Sí, como las películas basadas en la historia de Philip K. Dick, pero con la suerte de que, una vez que el espectador admite esa copia descarada, y bien hecha, y supera el primer episodio, la serie cobra vida propia.

La historia está ambientada en un futuro en el que la consciencia y mente de una persona está insertada en una especie de chip o pila que es transferible de un cuerpo a otro. Estos son meras pieles. Solo se muere si se destroza la pila. Un antiguo mercenario, Kovacs (Joel Kinnaman), es contratado por el hombre más rico del mundo, asquerosamente rico, para que investigue su propio asesinato....

Altered Carbon logra un equilibrio ideal para Netflix: es una gran superproducción para ver en una televisión grande, trata de no quedarse en lo superficial cuando trata temas más metafísicos (aunque a veces roce lo ridículo), cuida mucho el aspecto visual y tiene un reparto que no lo hace nada mal, con mucha presencia, encabezado por Kinnaman como el rudo soldado/mercenario/tipo duro/ detective con gabardina y cigarro en la comisura; Martha Higareda (gran hallazgo de la serie), como la policía latina, también dura, claro; el ya clásico actor británico James Purefoy como el multimillonario con dobles intenciones; y Chiis Conner, cuyo Poe (por Edgar Allan Poe) y su hotel cibernético de Inteligencia Artificial El Cuervo es de lo mejor de esta ficción.

La serie funciona, entretiene, tiene suficientes elementos llamativos y un ritmo equilibrado entre acción, diálogos, escenas visuales potentes y algo de fondo. Aunque puede llegar a ser un poco intensa.  Ahora quedamos a la espera de Mute, la película de Duncan Jones (Moon), también al estilo visual de Blade Runner. Y también en Netflix...

* Para quien quiera amplicar la experiencia, Carbono modificado (2002) está editado en España por Gigamesh con una nueva traducción y en algún momento de los próximos meses publicarán el segundo volumen, Broken Angels.

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