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María Casado: “La profesión periodística ha perdido la esencia”

La presentadora de 'La mañana', en La 1, bucea en el pasado en su libro 'Historias de la tele'

María Casado.
María Casado.Claudio Álvarez
Juan Cruz

María Casado, periodista de Televisión Española (ahora en La mañana, en La 1), a punto de cumplir 40 años, sintió “un momento de cabreo” porque tuvo “la sensación de que la profesión ha perdido la esencia” y buceó en el pasado del medio. El resultado de su inmersión es Historias de la tele, que le publica Aguilar.

“La esencia”, según ella, “fue la valentía, el contacto con la calle, llamar a las fuentes, la gente y con los veteranos llegué a reconciliarme con la profesión”. Habló con jubilados y mucha gente. Con Hugo Stuven, con Tacho de La Calle, con Pepe Carbajo, con Sergio Sauca, con María Escario, con Jesús Álvarez Cervantes, “para saber de su padre”, Jesús Álvarez, que murió a los 44 años y que, con David Cubedo, inauguraron la información en TVE.

¿Esa decepción con el oficio tiene que ver con TVE? “Es algo más generalizado. Y hablo de mi casa porque ahí me hice, llevo 20 años y es lo que conozco”. En sus conversaciones con veteranos se ha aliviado la decepción; ellos le han enseñado que el periodismo es contar historias. Un reportaje, un documental, una serie, un programa de entretenimiento…, “todo se convierte en historia en televisión. Y no todo es cuestión de medios: aquella gente, con imaginación y pocos medios, hicieron una tele muy digna. Lo que hay que hacer es buscar historias. Eso me enseñaron los veteranos”.

Ha pasado por muchas ventanas dentro de la misma tele, aún no ha hecho “el programa que quiero”, sueña “con hacer entrevistas en el late night” y este chute que le han dado los mayores le enseña que en el pasado puede estar la televisión en la que ahora sueña.

En TVE se hacen programas que recuerdan esa época de oro. “Ahora están escondidos en La 2; te los encuentras haciendo zapping. Ahí está la esencia de la tele pública que queremos. Y para llegar a ella hay que ir a los cimientos”.

¿Y qué televisión pública es esa? “Una televisión potente, con informativos plurales, que aporte programas de calidad. Para eso deberíamos estar”. ¿Eso significa una crítica? “Yo siempre llevo encima la autocrítica… Hay que despolitizar la radiotelevisión pública, tanto la estatal como la autonómica. Esa sería una tarea principal”.

El primer televisor llegó a su casa en 1964; era cuando había que ir “con la sillita” a ver el televisor ajeno. Su mañana de La 1 es ahora doméstico, como muchos de los programas que entonces veía su madre. En el buceo que ha hecho para descubrir perlas en el túnel destaca, “para rescatar hoy”, La Clave de José Luis Balbín. “Para hacerlo ahora falta la valentía de antes. ¡Y qué haría la audiencia!” Eso, ¿por qué en la pública ha de imperar el criterio de la audiencia? “Ahhhhhh. Yo también me lo planteo. Es verdad que no teniendo publicidad se puede pensar que no tiene mucho sentido seguir pagando ese precio. Y por supuesto que ahí habría hueco para rescatar una joya parecida a aquellas entrevistas literarias que hacía Joaquín Soler Serrano”.

De todos aquellos riesgos que corrió la tele que ella rescata sobrevive Informe Semanal. “Supo sortear la censura, prolongar los informativos. Un éxito de los profesionales de la televisión”. ¿Y por qué busca la pública profesionales de fuera, teniendo ese talento dentro? “Es la pregunta del millón. Algún directivo la tendría que responder. Y lo cierto es que nuestra cadena sigue siendo cantera de otras televisiones”.

El entretenimiento protagoniza gran parte de Historias de la tele. “Mira lo que hizo Chicho Ibáñez Serrador. Y mira los Estudios 1. ¡Tampoco tendría que ser caro hacerlos de nuevo!”.

¿Haría una parrilla con lo que más le gusta del pasado? “Sería una parrilla pensando en la gente, a veces se hace tele sin pensar en la gente. Y aquella tele la tenía en cuenta. Telediarios, informativos, un magacín con amplia dedicación a la política. ¡Recuperar el momento Hermida! Y atreverse con un canal infantil en las tardes domésticas. Y concursos, ¿por qué no hemos de tener concursos, como tuvimos?”.

Este libro le ha permitido ver ahora “que aquella fue una televisión más alegre y más valiente. Los que la hicieron eran héroes. La de ahora tiene mucho músculo, lo ha demostrado en ocasiones como aquel telediario del 11-S. Pero para mantener el músculo la tele pública debe ir al gimnasio cada día”.

El libro, por cierto, ¿podría dar de sí un concurso? “¡Pues claro!” ¿Presentado por…? “Por mucha gente”. ¿Y por Maria Casado? “¿Por qué no? ¡Ja, ja, ja!”.

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