El torero más literario, Manolete, un enigma y un “suicida inconsciente”
Se han editado casi 600 libros sobre su figura; más de 30 en 1947, el año de su muerte
Manolete es, quizá, el apelativo más potente de la historia de la tauromaquia. Sus ocho letras son una explosión de torería, personalidad, compromiso, heroicidad, leyenda...
Manolete suena a mito y a modelo social. Un icono de la España de la posguerra, el más completo reflejo de una época negra necesitada de héroes, un referente esencial de la historia de este país.
Manuel Rodríguez Manolete, de quien se cumplen cien años de su nacimiento, es, por encima de todo, un gran enigma. El hombre, el torero y el personaje público están cargados de misterio y los tres trascienden del ruedo para erigirse en un sello que destila sobriedad, estoicismo, cordobesismo puro, compromiso, magnetismo…
Solo así se entendería que Manolete sea el torero más literario de la historia, muy por encima de Joselito el Gallo y Juan Belmonte. Casi 600 libros publicados (solo en 1947, año de su fallecimiento en la plaza de Linares, se editaron entre treinta y cuarenta títulos) sobre su vida, su trayectoria, su tauromaquia o sus relaciones sentimentales con la actriz Lupe Sino ofrecen una idea de la fascinación y la huella del torero cordobés. Biografías, novelas y poesía (están catalogados 1.500 poemas sobre el torero) tratan de desgranar la personalidad del diestro cordobés.
Córdoba celebra el centenario del nacimiento de Manolete con un amplísimo programa de actos
Solo un enigma podría explicar su profundo compromiso con la tauromaquia (consigo mismo, con el toro y con el público), y su identificación con la filosofía del guerrero samurái, que enseña a tener una visión positiva de la realidad y no mostrar temor ante nada, ni siquiera a la muerte.
No menos sorprendente es que el pleno del Ayuntamiento de Córdoba (gobernado por el PSOE con el apoyo de Izquierda Unida y Ganemos y la oposición del PP) acordara por unanimidad en 2016 la celebración del centenario del nacimiento del torero con un magno programa de actos, pero sin toros, eso sí. Y lo hizo como reconocimiento “a la aportación de una figura que traspasa fronteras y que es referencia obligada a la hora de tratar la evolución de la tauromaquia, así como su impacto entre intelectuales y artistas de la época”, según figura en la moción aprobada a propuesta del grupo popular.
“Fue un auténtico ídolo de masas, que a su paso detenía la circulación y suspendía el tiempo. Desprendía el glamour de una estrella de cine, fue el torero más grande de su época, un reclamo publicitario y el mejor embajador que tuvo España”.
Son palabras de Fernando González Viñas, doctor en historia y escritor, uno de los biógrafos del torero y comisario del centenario de Manolete. Es un profundo conocedor del torero y su obra, y se atreve a bucear en el momento trascendental de su vida: la muerte.
“Manolete fue un suicida inconsciente”, afirma el comisario. “En la temporada del 47 se enfrenta a una dolorosa tesitura: está encajonado y sin salida entre su propia exigencia y la presión a la que está sometido, y no comprende por qué parte de la crítica y del público se le ha puesto en contra. Si se retira, como era su deseo, no es que se sienta vencido por el público, pero no completa su tarea como héroe de la posguerra; no puede abandonar cuando su tarea sirve para dignificar la sociedad de la época. ¿Cuál es la mejor salida? La muerte dentro de la plaza. Aunque no quiera morir y no pretenda suicidarse, su inconsciente lo empuja a la muerte como la mejor manera de demostrar que él seguía siendo el héroe”.
“Manolete tiene conciencia de que él sobra”, continua González Viñas, “y para un torero que se juega la vida y está comprometido con la verdad, la solución ideal es morir en el ruedo, lo que, al mismo tiempo, lo salva de ese sinvivir en el que estaba sumido en el último año”.
“Manolete es un hombre moderno y libre en la España de la dictadura franquista” (Fernando González Viñas)
El programa del centenario es amplísimo. Comenzó en el mes de marzo y culminará a mediados del próximo mes de diciembre con el nombramiento oficial de Manolete como hijo predilecto de la ciudad de Córdoba. Entretanto, se celebran ciclos de conferencias para analizar la figura del torero y su dimensión histórica y social; exposiciones de pintura, fotografías y caricaturas (Manolete ríe) del monstruo cordobés; dos ciclos de cine manoletista (con 14 años actuó como figurante en la película Carcelera, de José Buig, y el cineasta francés Abel Gance, quiso que Manolete protagonizara una película de la que solo se conservan ocho minutos de los ensayos), y se ha editado una guía de Tabernas Amanoletadas del casco histórico de Córdoba, en las que se rinde culto a la figura del torero.
“Manolete es una referencia fundamental de la ciudad de Córdoba”, afirma el comisario, “y posiblemente esté al mismo nivel que Séneca, Averroes o Maimónides. Toma la alternativa en 1939 y pronto se convierte en la vía de escape de todos los que padecen la tragedia de la guerra civil, sean o no aficionados a los toros; Manolete es el personaje famoso y digno que se enfrenta a la muerte después de tanta muerte”.
González Viñas hace hincapié en la trascendencia del personaje dentro y fuera de la plaza. “El historiador Néstor Luján afirmó que Manolete impuso ‘la unidad óptica del espectáculo’, es decir que establece definitivamente la estructura -planteamiento, nudo y desenlace- de la faena de muleta; pisa terrenos muy cercanos al toro y destaca por su quietud, lo que no era una virtud entre los toreros de su generación”.
“Por otra parte, Manolete se convierte en vida en un personaje cosmopolita, una referencia de la moda, con sus chaquetas cruzadas, las gafas de sol y los zapatos blancos y negros. Es un hombre moderno y libre en la España de la dictadura franquista; y cuando viaja a México por segunda vez lo hace acompañado de su novia, Lupe Sino, y los propios medios de comunicación no saben cómo explicar que se van juntos sin estar casados, y se especula con que se van de viaje de novios después de casarse en secreto”.
“Manolete es un personaje tan libre que no tiene inconveniente en hacer algo que está muy mal visto en aquellos años”, concluye González Viñas.
Y la muerte en Linares, el 28 de agosto de 1947, lo convierte en un mito taurino, social y literario.
“De hecho”, añade el comisario del centenario, “las novelas taurinas desde el siglo XIX son muy parecidas a la vida del torero cordobés: alguien que nace en un hogar humilde, adquiere fama y dinero por medio de los toros, abandona a la novia de toda la vida (no es el caso de Manolete), y se enamora de una extranjera (nuestro torero queda prendado de una actriz). Y, después, está la oposición radical de la madre del torero, que representa a la España conservadora frente a esa mujer con la que Manolete busca la felicidad”.
En estos días se puede visitar una exposición de caricaturas de Manolete, todas realizadas para la ocasión por 37 de los más importantes artistas de España, Francia y Portugal; en noviembre, se celebrará el ciclo de conciertos ‘Manolete sound and words’, una muestra de carteles de la temporada que han tenido a Manolete como protagonista y nuevas conferencias para profundizar en el personaje y el torero.
“Para muchos cordobeses, Manolete no es una figura de otro tiempo; es más una presencia viva y continua de la ciudad”, concluye Fernando González Viñas, convencido del enigma del diestro más literario de la historia.
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