El maestro astrónomo
Cynthia Ozick firma una sugerente novela sobre la formación controlada del conocimiento y la siempre misteriosa capacidad de supervivencia del ser humano
Las galaxias caníbales, aquellas colonias megalosaurias de gases primordiales que devoraban a galaxias más pequeñas, y una vez concluido el banquete, la víctima continuaba rotando —mezcla de Jonás y derviche— dentro del caníbal mientras la galaxia-ogro, ya saciada y somnolienta, con su gaseoso vientre expandido, dejaba de girar para siempre: quedaba inmóvil como si estuviese digiriendo la muerte misma”.
Joseph Grill, el astrónomo, era un muchacho judío inmigrante en París, que acudía a la escuela, que después barría y fregaba la pescadería de su padre y que, por último, en la trastienda, ordenaba las sillas a la espera del rabino Pult. Un día se siente atraído por un edificio singular y entra en él; no sabe que es el Museo Carnavalet y que fue la residencia de Madame de Sévigné. En él, la imagen de la dama le impresiona grandemente y, más tarde, cuando ya es un joven estudiante universitario, queda impactado por la pasión irracional de la dama hacia su mediocre hija a la que escribe sin cesar. Con un amigo de juventud, Claude, visita en Londres a un escritor de fama llamado Korceniowski que le augura: “Estás del lado de Deméter, aunque lo niegues. Serás maestro. Te casarás”. Finalmente, tras volver a aislarse, decide dejar de estudiar las humanidades para dedicarse a las estrellas. Se hará astrónomo. Pero los nazis invaden Francia, su familia desaparece, unas monjas lo esconden, luego unos granjeros, finalmente llega a Estados Unidos y allí, ayudado por una rica filántropa, llega a ser el director de la escuela primaria Edmund Flegg. Un pasaje del Talmud, el mundo pende del aliento de los niños que van a la escuela, es el sustento de su nueva dedicación.
Es en su Escuela de Educación Dual donde Brill pone todo su entusiasmo: “Una escuela guiada por el principio de las noblezas gemelas, de las antigüedades gemelas. La fusión de la Europa erudita y la bruñida Jerusalén, la gracia del patio florido de Madame de Sévigné con la perfecta serenidad de un sabbat purificado”, una idea suprema desarrollada en una escuela del Medio Oeste americano. Entre las madres de la escuela encuentra a Hester Lilt, una mujer independiente y sabia con una mediocre hija, Beulah, un paralelo entre la Sévigné y su hija, una relación que va contra toda su idea de la transmisión de la enseñanza. Brill encuentra en Hester su espejo, no se entiende con ella y le atormenta la presencia de la hija. Cuando al fin se casa con una mujer mediocre, Iris, tiene con ella un hijo excepcional; con él retoma su ambición personal y su deseo de alcanzar una síntesis de conocimiento y enseñanza: es el triunfo del Programa Educativo Dual representado por el hijo, su modo de alcanzar lo que buscaba en las estrellas.
Hester desaparece de su vida; de Iris sólo le recompensa el hijo que le ha dado. Poco a poco su ambición cede ante el paso del tiempo y la decrepitud de la escuela. Pero queda el hijo, la muestra viva de su empeño educativo. Entonces, un día, se cruza en París con Beulah Lilt, la hija de la luminosa Hester, y recibe una tremenda conmoción, es una triunfadora: “Beulah había olvidado su infancia en el Programa Educativo Dual, el tesoro de Brill, tan querido para él como su hijo, y creaba sin melancolía formas calculadas y esmaltadas de las cuales se elevaba, a veces, una aureola llameante”.
Una sugerente novela sobre la formación controlada del conocimiento y la siempre misteriosa capacidad de supervivencia del ser humano.
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Autor: Cynthia Ozick. Traducción de Ernesto Montequín
Editorial: Mardulce (2017).
Formato: papel (280 páginas).
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