Directivos de la ONCE, discapacitados visuales y apasionados de los toros
De cómo con un catalejo y desbordante imaginación se puede disfrutar de la tauromaquia
Los tres, altos directivos de la ONCE, sufren una discapacidad visual severa, congénita y degenerativa, y los tres son grandes seguidores de la fiesta de los toros. Con la ayuda de un catalejo, la nariz pegada a la pantalla del televisor y una desbordante imaginación disfrutan de una afición que les viene de lejos y conocen como si la vivieran en directo cada tarde.
José Luis Pinto, vicepresidente primero de la organización; Luis Natalio Royo, delegado territorial de la ONCE en la Comunidad de Madrid, y Fernando Riaño, director de RSC, Comunicación y Relaciones Institucionales de Ilunion, y presidente de la agencia de noticias Servimedia, tienen poca vista, pero a los tres se les iluminan los ojos cuando hablan de toros y toreros.
Pinto, catalán de nacimiento, afirma que no entra en si los símbolos de este país “son o no nacionalistas”, y “solo intento pasarlo bien cuando veo toros”; considera que la tauromaquia es un hecho cultural y diferencial, y le encanta todo lo que está alrededor del toro, la pintura, la literatura, la música... Prefiere la televisión al catalejo en la plaza “porque cada vez veo menos, y porque el salón de mi casa es el mejor abono del mundo; meto la cabeza en la tele, la nariz pegada a la pantalla, y la corrida solo puedo verla yo; y reconozco que se me pone la piel de gallina”. “No sé si los toros es una fiesta aceptable o no desde la ética, pero a mí me gustan y no puedo evitarlo”, aclara.
Royo confiesa que tiene dos faenas en su cabeza; la primera, hace treinta años, en su Albacete natal, de Manzanares padre. “Dibujó unos naturales geniales”, recuerda.
“Todos mis recuerdos son de la televisión y la última faena de Morante en México fue un espectáculo”, José Luis Pinto.
- ¿Pero usted los vio?
- No lo sé; me da igual, porque los tengo en la retina. Cuando ves los toros con un catalejo, a veces te pierdes, pero también tienes una ventaja: lo que no veo lo puedo inventar, y, a veces, imagino que el torero dibuja el toreo como a mí me apetece.
- O sea que usted va a los toros a soñar el toreo…
“Lo que no veo lo puedo inventar y, a veces, imagino que se está toreando como a mí me gusta”, Luis Natalio Royo.
- No exactamente, pero, cuando ocurre algo grande, las reacciones del público y los olés te lo dicen todo.
- ¿Y la segunda faena?
- Hace años, trabajaba entonces en Toledo, vine a Madrid con unos amigos a ver una corrida de José Tomás. Compramos unas entradas de reventa y nos sentamos en la andanada. Imagine lo que yo pude ver con el catalejo… Pero el torero puso Las Ventas patas arriba, y esa sensación inexplicable me ha quedado para toda la vida.
Fernando Riaño soñó con ser torero y se conformó con un abono en la última fila de la andanada de Las Ventas
Fernando Riaño es riojano, seguidor y amigo personal del diestro Diego Urdiales, quien le brindó un toro la tarde de los victorinos de la pasada feria de San Isidro. “La primera vez que vi toros fue en una plaza portátil y quedé impactado, a pesar de que no veía muy bien lo que ocurría”, afirma. “La fiesta de los toros me parece un misterio, y no soy capaz de verbalizar mi afición, pero me transmite una emoción cargada de belleza”.
Añade el presidente de Servimedia que veía mejor de pequeño “aunque nunca llegué a distinguir la pizarra del colegio”, y con el paso de los años “se ha acrecentado mi afición y la pérdida de vista”.
A los 22 años se presentó en la Escuela Taurina de Madrid con intención de estudiar la carrera taurina, “pero me llevé un chasco porque el director me dijo que a esa edad ya había algunos que eran figuras del toreo”, y se conformó con ser abonado de Las Ventas. “Como veo lo mismo abajo que arriba -alguna ventaja debía tener-, me compré un abono de la última fila de la andanada del tendido 5, rodeado de veteranos y buenos aficionados, con los que aprendí mucho. Y puedo decir una cosa: cuando cruje la plaza, se siente hasta lo más hondo, veas o no veas. La pena es que no puedes captar los detalles de lo que ocurre en el ruedo, y te debes conformar con lo que te cuentan tus vecinos”.
Explica José Luis Pinto que nunca ha sido testigo de una tarde triunfal, catalejo en mano, en una plaza de toros. “Todos mis recuerdos son de la televisión, y el último es la faena de Morante en la Monumental de México en diciembre pasado. Fue un espectáculo”.
Luis Natalio Royo, delegado de la ONCE en Madrid, apuntilla que es torista antes que torerista. “Me gusta el toro”, afirma, “disfruto con el animal, y me da igual el cartel; el otro día, fuimos a ver los victorinos en Las Ventas y no pregunté quién toreaba”.
Fernando Riaño, por su parte, distingue dos tipos de recuerdos: la llamada ‘corrida del siglo’, celebrada en Madrid en 1982, en la que Ruiz Miguel, José Luis Palomar y Esplá salieron a hombros junto a Victorino Martín, y que vio por televisión en casa de su abuelo, y “una faena de Dámaso González, también por la tele, que me pasé con la nariz pegada a la pantalla, y sentí verdadero miedo”.
Riaño tampoco olvidará las dos tardes de José Tomás en Las Ventas en 2008, especialmente la segunda. “A mi alrededor había más gente de pie que sentada, y tuve la sensación de estar viviendo algo tremendo, como después se confirmó”.
“Mi toreo preferido es Talavante” afirma José Luis Pinto; “quizá, porque la lentitud de su toreo encaja mejor con mi problema visual (me resulta más difícil seguir los movimientos rápidos)”. “Da la impresión de que se aísla del mundo”, continúa, “maneja la izquierda de manera soberbia, ve toros en todos los terrenos, y nunca tengo la sensación de que esté en peligro”.
- Habla usted como si lo hubiera visto…
- Sí, lo he visto acercando mucho la nariz, y te creas una realidad y una opinión con los retazos que ves, lo que escuchas, lo que lees y la charla con los amigos.
“Ya he dicho que soy torista”, interviene Luis Natalio Royo, “pero, entre los toreros, me atrevería a hacer un símil con el tenis: Ponce sería Federer, por su dominio de la técnica, y Dámaso González y Roca Rey, Nadal, por su garra y pundonor”.
- ¿Algún niño ciego ha mostrado interés en ser torero?
- Creo que no, contesta el vicepresidente primero de la ONCE.
- Será de las pocas materias que no enseñan en esta organización.
- Nosotros somos muy respetuosos con todas las opiniones.
- Pero la ONCE es una institución que no tiene complejo a la hora de dedicar un cupón al centenario del nacimiento de Manolete.
- Nuestra empresa es un modelo único de la sociedad española, y además de la riqueza social que generamos, intentamos devolver con pequeños gestos la confianza de nuestros clientes. Y es un realidad que Manolete es una figura histórica del panorama cultural de este país, del mismo modo que el 1 de julio dedicamos el cupón a la World Pride, porque todos tenemos derecho a nuestra libertad sexual. Nadie desconoce que somos parte del paisaje social de este país.
Y el futuro.
¿Creen que a la fiesta de los toros le queda mucha vida por delante?
“Yo soy optimista”, confiesa Fernando Riaño; “de hecho, ya he regalado un capote a uno de mis hijos; aparte de la broma, espero que no se pierda por la ineficiencia del mundo del toro, porque la tauromaquia es una escuela de vida”.
“Debemos defenderla los aficionado”, reclama Luis Natalio Royo, “e interesar a los jóvenes; o se reinventa o el futuro lo tiene muy complicado”.
“Tiene porvenir, sí, pero si se adapta a los nuevos tiempos”, apostilla José Luis Pinto. “El mundo del toro ha sido siempre muy elitista, lo que ha impedido que se conozcan los valores de la tauromaquia”.
Síguenos en Twitter
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.