La asesina y el Goncourt
Leila Slimani hace una autopsia ejemplar de la conciencia y el inconsciente de una niñera homicida
Pensemos en dos formas básicas de plantearse la novela criminal, sintetizadas en dos preguntas: ¿quién es el asesino? (Doyle, Christie) y ¿cómo es el asesino? (Simenon, Highsmith). La novela de Leila Slimani explora la segunda opción, ya que desde las primeras páginas sabemos que una niñera del distrito X de París ha apuñalado salvajemente a dos niños que estaban a su cuidado. En adelante, la emoción se va a apoyar en la exploración que hace el narrador del alma homicida, así como en las causas que han podido conducirla a la melancolía delirante y a una depresión acallada y agobiante, que aspira a estallar violentamente y a incendiar su vida y las de los demás.
Basándose en un hecho similar acaecido en Nueva York en 1912, Leila Slimani hace una autopsia ejemplar de la conciencia y el inconsciente de Louise, la niñera asesina, deteniéndose minuciosamente en su pequeño y desolado mundo, mostrándonos una existencia que se ha entregado demasiado a los demás, hasta el punto de no dejar para ella ni un solo espacio desde el que poder respirar. Esta espléndida novela envuelve al lector desde el principio, con su atmósfera sofocante y sus personajes perfectamente configurados y analizados. Canción dulce —premio Goncourt 2016— y otras novelas francesas recientes parecen indicar que nos hallamos ante un nuevo naturalismo, más vinculado a Zola que a los escritores citados por la autora de esta inquietante narración.
Canción dulce. Leila Slimani. Cabaret Voltaire, 2017. 279 páginas. 19.95 euros.
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