Analistas y bocazas
El analista serio sufre en el cuerpo a cuerpo con los charlatanes del decibelio y la simplificación, que son más rentables porque la televisión es espectáculo


Sin llegar a las mentadas de madre escuchadas por Karmele Marchante cuando se fotografió envuelta en una estelada, “¡zorra separatista!”, le escarnecían en los descansos publicitarios de Sálvame, según propia confesión, conviene tener el psicoanálisis puesto al día para disfrutar del cruce de disparates y gritos de las tertulias de televisión. Y no sólo las inspiradas en el mundillo de la salsa y el manicomio deportivo, sino también en el puchero de la política, donde los analistas serios se baten frecuentemente con bocazas de traje, falda y camisa de fuerza.
La titiritera catalana con ínfulas de periodista acabó refugiándose en las zonas de confort del nacionalismo después de haber salido de Telecinco envuelta en el estiércol que centrifugó durante años. Otros y otras siguen en activo, apaleando caca a tanto la pieza. Como yo también soy un fugitivo de la telebasura, que consumí compulsivamente después de un desengaño amoroso, me considero una autoridad en la clasificación de residuos. Últimamente, catalogo mejor los políticos.
El insomnio y las recaídas en el albañal me ayudaron a distinguir entre el especialista en vidas ajenas, cuernos y braguetas, cuya función social es encomiable porque no sólo de pan vive en hombre, y el charlatán de amplio espectro, capaz de desentrañar el porqué de la inmortalidad del cangrejo y la influencia del tráfico en la balanza de pagos. Infalibles y ubicuos, corrigen a Felipe González sobre los secretos de la transición, a Aznar sobre el clima de las Azores y a Pablo Iglesias sobre el hábitat del camaleón.
El analista serio sufre en el cuerpo a cuerpo con los charlatanes del decibelio y la simplificación, que son más rentables porque la televisión es espectáculo y la cháchara sobre la corrupción y la UE también puede ser circense. Hay días en que usted creerá que está debatiendo con el vecino sobre el futuro de España. Se equivoca: es la cotorra del bocazas televisivo hablando al pedo, que dicen en México.
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