Juan Torca: un héroe turbio y necesario para la novela negra
Leandro Pérez nos habla del personaje que ha creado para esta serie, de la que ahora se publica la segunda entrega, 'La sirena de Gibraltar'
Juan Torca no es un tipo convencional. Le gustan las series, la novela negra, el vodka, correr y comer bien, sí, pero tiene un pasado oscuro y una moral muy particular. Viudo y padre de un hijo que se formó una personalidad por oposición a la de su padre, este antiguo militar, activo esencial en la guerra contra ETA, sucia o no, y mercenario en África, la antigua Unión Soviética o donde hiciera falta, busca un lugar en el mundo. Tras Las cuatro torres, Leandro Pérez (Burgos, 1972) nos trae La sirena de Gibraltar (Planeta), una nueva aventura de Torca en la que esta especie de detective freelance, antihéroe turbio que no duda en usar la violencia si así se requiere, se mete hasta el cuello en un caso de oscuros intereses.
“Ojalá Torca fuera un héroe. Torca preferiría no hacer muchas de las cosas que hace. Le consta que sus actos (lo que hace, pero también lo que podría haber hecho) tienen consecuencias”, confiesa a EL PAÍS su creador, que nos aclara de quién estamos hablando: “Torca debería pudrirse en la cárcel. Más que un investigador, es un superviviente, un tipo solitario pero fiel a su gente. En La sirena de Gibraltar, sin destripar el argumento, en cierto momento se pregunta qué haría si asesinan a su hijo y leemos: "Si alguien mata a Rodrigo, le arranco la cabeza, pensó Torca. Se la arranco después de despellejársela, de quitarle las uñas, de abrasarle con el mechero los cojones y de... ¿Y si fuera una mujer?, ¿qué haría yo con ella? Durante unos pasos, ensimismado, olvidó dónde estaba. Si algo le pasa a Rodrigo, descubrió Torca, me quedo solo. Sin nadie. Sin nada".
Ojalá Torca fuera un héroe. Torca preferiría no hacer muchas de las cosas que hace. Le consta que sus actos tienen consecuencias"
Pero Torca tiene una moral, guste o no, juega con unas reglas, aunque estas no siempre coincidan con la ley. Por eso cuando contactan con él para que asesine a dos prostitutas de Gibraltar con el objetivo de generar tensión política Torca se niega. Amenaza, pisa cabezas, rompe brazos, hiere y mata pero no a inocentes. Cuando sacan del río a la primera mujer ahogada y con un bloque de cemento sujetándole los pies, Torca corre el riesgo de convertirse en el primer sospechoso. Como odia tanto la injusticia como que le toquen las narices, el espectáculo está servido.
En una acción intensa y bien elaborada, Leandro Pérez nos lleva de la mano por un Madrid contemporáneo, machacado por el calor, extremo, ruidoso y bello. Luego hay incursiones en el norte y Gibraltar, pero con Madrid siempre en el centro. En una de las primeras escenas del libro el protagonista tiene una aparición estelar, patada en las pelotas a un facha incluida, que me recuerda, no puedo evitarlo, al gran Germán Areta de El Crack. Cuando Torca conoce a la bella hermana de la víctima sabemos que el final no va a ser bueno, que este tipo al que estamos cogiendo cariño no va a terminar bien, que no puede mirar a otro lado cuando la injusticia se le planta en la cara.
“A toro pasado, quizá mi Juan Torca guarde algunos parentescos con Carvalho, cómo no, y con Tom Ripley (un personaje que no resuelve casos, sin despacho) o Wallander (porque no me canso de leer a Mankell), pero al crear a Torca no pensé en nadie en concreto”, nos cuenta el padre literario de este detective que vive “sin oficio pero con beneficios”.
El final es algo crepuscular, triste. Uno se pregunta qué va a pasar con este personaje. “Pretendo escribir otras cinco novelas más de Torca. En al menos una de ellas regresará al mar de Aral, retrocederé unos años para narrar lo que pasó allí. Y en la séptima quizá muera, al menos para mí: dejaré de escribir sobre él”, nos cuenta Pérez. Desde aquí deseamos larga vida a este antídoto contra los convencionalismos y los hombres sin mácula.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.