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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El azar

La muy entretenida serie 'Asesinato en primer grado' vuelve a colocar en la actualidad televisiva a uno de sus profesionales más renombrados: Steven Bochco

Ángel S. Harguindey

La muy entretenida serie Asesinato en primer grado (TNT), de la que se han emitido hasta ahora tres temporadas, vuelve a colocar en la actualidad televisiva a uno de sus profesionales más renombrados: Steven Bochco, un productor y guionista que conoce el éxito desde hace más de 35 años. Suyas son series como Canción triste de Hill Street, La ley de Los Ángeles o Policías de Nueva York, series que no aspiran a la gloria del culto cinéfilo pero que consiguen algo mucho más difícil: mantenerse en un mercado ferozmente competitivo seis, ocho o 12 años.

En la primera temporada, el villano es uno de esos genios de la informática de Silicon Valley capaz de conjugar con soltura el jet privado con un vestuario grunge. Y aquí surge ya el primer ejemplo de los que André Bretón llamó "el azar objetivo": mientras en la serie se asiste a la irresistible ascensión y caída de un joven brillante, en España se tienen noticias de que Google ha mandado una factura de 100.000 euros a un doceañero de Alicante, aspirante a youtuber famoso. Naturalmente, la factura proviene de Google Irlanda (ventajas de la global picaresca fiscal).

La segunda temporada nos remite a una masacre de escolares que recuerda indefectiblemente a la de Columbine, de la que dejó una excelente película Michael Moore. Aquí, afortunadamente, las masacres estudiantiles no son físicas sino espirituales: primero se despachó de un plumazo Educación para la Ciudadanía y, después, se redujeron a la mínima expresión Filosofía, Valores Éticos e Historia de la Filosofía con el burdo argumento de que no está el mercado para filigranas teóricas. Claro que si el mercado es el que manda habría que reconvertir todas las Facultades universitarias en escuelas de hostelería.

La guinda del surrealista "azar objetivo" la pone un hipotético montaje paralelo: mientras los inspectores de San Francisco desarbolan una trama de corrupción policial, en la Audiencia Nacional comienza el juicio de la trama Gürtel.

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