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CRÍTICA / DISCOS

Bartók total

La caja publicada por Decca brinda una integral de uno de los grandes del siglo XX, en versiones de referencia

Luis Gago
Béla Bartók y su esposa, Ditta Pasztory, tocan dos pianos en 1938.
Béla Bartók y su esposa, Ditta Pasztory, tocan dos pianos en 1938.Album

Restringidas con cuentagotas las nuevas producciones, los grandes sellos discográficos se aprestan a echar mano del fondo de catálogo para preparar compilaciones, muchas de ellas concebidas a la manera de las opera omnia literarias. Si la Edición Mozart (1991) o Bach 2000, a la vez que nos llenaron de alegría, nos arrebataron un montón de centímetros de estantería, los discos se introducen ahora en sencillos sobres de fino cartón y en el hueco que ocupan tres novelas cabe la caja con la integral de un gran compositor.

El sello británico Decca acaba de publicar las obras completas de Béla Bartók en una edición mucho más compacta y biensonante que la editada en su día por Hungaroton. Pionero de la etnomusicología, centroeuropeo de corazón y vocación, la música de Bartók navegó desde el tardorromanticismo de sus primeras obras al moderno lenguaje universal de su Concierto para orquesta, pasando por el impresionismo de sus Piezas opus 12 o el expresionismo de El mandarín maravilloso y de su única ópera, la turbadora El castillo de Barba Azul. Bartók es, sin duda, la cuarta gran B de la música occidental, inconcebible, por su parte, sin la profunda huella que Bach (Música para cuerda, percusión y celesta, Sonata para violín solo), Beethoven (Cuartetos de cuerda) o Brahms (Quinteto con piano) dejaron en sus obras.

No obstante, el elemento casi omnipresente en la música del húngaro son las melodías y los ritmos centroeuropeos, que suenan como citas literales o libremente evocados y reelaborados en estructuras formales precisas y concisas. Por eso es un acierto que predominen entre los intérpretes músicos húngaros, como la Orquesta del Festival de Budapest e Iván Fischer en numerosas páginas sinfónicas, Zoltán Kócsis en su memorable integral pianística (incluidos también los tres Conciertos), el Cuarteto Takács o varias apariciones estelares de Georg Solti, deslumbrante en la Suite de danzas, el Divertimento para cuerda (cuyo movimiento central resume todo el espanto de la II Guerra Mundial) o el Primer concierto para violín, con una Kyung Wha Chung en su esplendor.

Otros húngaros ilustres que aportan sabiduría y veracidad a sus versiones son los directores Antal Dorati, István Kertész y Ferenc Fricsay o instrumentistas como János Starker y András Schiff. Pero también puede admirarse el Bartók electrizante de Pierre Boulez (¡qué Esbozos húngaros, qué Piezas opus 12 y qué Rapsodias para violín —con Gil Shaham— nos regala el francés!) y Esa-Pekka Salonen. Anne-Sophie Mutter, Leonidas Kavakos y Viktoria Mullova dan cuenta de páginas violinísticas, mientras que Christa Ludwig y Walter Berry (por entonces pareja en la vida real) son los imbatibles protagonistas de El castillo de Barba Azul. Entre las grabaciones históricas incluidas destacan la versión del estreno en 1939 del Segundo concierto para violín (con Zoltán Székely, amigo personal del compositor, y Willem Mengelberg) y las Tres Burlescas de Sviatoslav Richter. Casi nada.

El festín de música colosal e intérpretes de campanillas parece no tener fin, y ahora más que nunca podremos recitar dos versos de “Estoy bartok de todo…”, aquel irónico poema del muy melómano Ángel González: “La música ha ocupado mi casa” y, por supuesto, “Resuena bela en todo bartok”.

Béla Bartók. Complete Works. Varios artistas. Decca, 478 9311. 32 CD

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Sobre la firma

Luis Gago
Luis Gago (Madrid, 1961) es crítico de música clásica de EL PAÍS. Con formación jurídica y musical, se decantó profesionalmente por la segunda. Además de tocarla, escribe, traduce y habla sobre música, intentando entenderla y ayudar a entenderla. Sus cuatro bes son Bach, Beethoven, Brahms y Britten, pero le gusta recorrer y agotar todo el alfabeto.

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