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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Familias

'Shameless' y 'Modern Family' describen dos mundos radicalmente distintos que nacen, se desarrollan y mueren en una misma sociedad

Ángel S. Harguindey

Pocas veces son tan abismales las diferencias entre dos serie de televisión estadounidenses con un tema común: la familia. Shameless y Modern Family describen dos mundos radicalmente distintos que nacen, se desarrollan y mueren en una misma sociedad. Dos formas también de entender la televisión.

Shameless, (Showtime), cuya sexta temporada emite actualmente Canal + Series Xtra, nos muestra las venturas y desventuras de los Gallagher, una familia disfuncional que malsobrevive en un barrio marginal de Chicago. Un padre alcohólico (extraordinario William H. Macy), probablemente uno de los personajes más abyectos que puede mostrar una televisión de pago, y seis hijos en los que la delincuencia, la homosexualidad, los embarazos adolescentes y las drogas no impiden, pese a todo, un peculiar y admirable instinto familiar comandado por una también extraordinaria Emmy Rossum, la hija mayor que consigue evitar la previsible catástrofe diaria con el inestimable apoyo de unos secundarios de lujo entre los que destaca la espléndida Joan Cusack. Al ver esta serie coral se llega a la conclusión de que si algo parece ser inagotable es la excelente cantera de actores y actrices estadounidenses de todas las edades. Desde un punto de vista literario, la serie podría ser descrita como una mezcla de Raymond Carver y Charles Bukowski. Es el sueño americano —pese a que es un remake de la homónima británica— visto por un outsider.

Por su parte, Modern Family (Fox), multipremiada, es una comedia amable, divertida y con una capacidad transgresora muy medida que resiste perfectamente la despiadada competencia del mercado. Tres familias de clase media-alta en torno al patriarca Jay Pritchett y sus dos hijos, Claire y Mitchell. Un gesto de tolerancia social (Mitchell vive con Cameron, su pareja, un estupendo Eric Stonestreet), un segundo matrimonio del patriarca con la exhuberante Sofía Vergara y unos hijos adolescentes relativamente descerebrados muestran la visión de una América pre-Donald Trump feliz, consumista y confortable. Dos formas de entender el mundo, dos ideologías y un denominador común: el entretenimiento.

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