Pfaff: “En la actualidad el espíritu del arte povera recobra todo su sentido”
El artista barcelonés trabaja de una forma comprometida con los materiales empleados, con sus usos y con una cierta economía de lo pictórico
La pintura ocurre; el color tiene lugar. Así sucede en las obras de la serie Lighting, que Guillermo Pfaff (Barcelona, 1976) presenta estos días (y hasta el próximo 16 de enero) en el nuevo espacio de la galería Carles Taché de Barcelona (Carrer de Mèxic, 19). Pegados sobre la parte interior del cristal con cinta adhesiva transparente, una serie de recortes de cartón blanco revelan los colores vivos de su dorso a través del reflejo sobre la superfície, también blanca, del cuadro. El acontecimiento pictórico es el resultado de una estrategia, mínima e imaginativa, que difiere la acción y la delega a la materialidad de los diversos elementos empleados. Es sólo después de montar el marco (cuando el cristal queda situado a pocos milímetros de la superficie) que el color aparece en forma de irradiación cromática debajo del contorno de los cartones recortados. La acción de “pintar” ocurre, en el espacio que separa la superfície de papel del cristal, como una vibración; como un fenómeno que sería ya autónomo del artista y de su gesto. La pintura acontece, de este modo, como resultado de un cierto “materialismo mágico”.
La pintura empieza mucho antes que el propio acto de pintar
El material, mostrado casi en su especificidad, aparece como leitmotiv en muchas obras de Pfaff. En la galería Carles Taché el artista presenta, además de Lighting, tres series más: Space, Insideout y One painting, One world. Lo que se pone en juego en todas ellas es una voluntad de hacer presentes las condiciones de posibilidad de la pintura; de desocultar sus elementos constitutivos así como el proceso de producción a través del cual el artista se apropia de los materiales y los transforma. La pintura, explica Pfaff, empieza mucho antes que el propio acto de pintar: “Empieza con la fabricación del bastidor, con el tensado y la preparación de la tela; con todos aquellos gestos que sirven para construir y delimitar el espacio de trabajo. Para mí siempre ha sido muy importante comenzar a trabajar desde cero, prestando toda la atención a la parte más estructural y material de mi oficio. En este sentido, podría decirse que lo que hago pertenece, más bien, al ámbito de lo metapictórico”.
Más allá de lo estético, este interés por lo estructural y la decisión de trabajar desde cero responden al compromiso de Pfaff con lo que él describe como una “ecología de la imagen”. Un compromiso que, de algún modo, remite a las prácticas del arte povera. “Aunque se trata de un debate que puede resultar incómodo en algunos sectores y entre según qué actores del mundo del arte, me parece muy importante que se pueda hablar del exceso de producción en el actual ecosistema artístico. En mi caso, siempre evito hacer más obras de las que considero estrictamente necesarias. Mi relación con los materiales también viene dada por este compromiso con una determinada manera de entender la producción. Efectivamente, el espíritu del arte povera está muy presente en mi forma de trabajar; creo además que, en un momento como el actual, muchas de las ideas de este movimiento han visto renovado su valor y cobran nuevo sentido”.
Esta forma de trabajar, comprometida con los materiales empleados, con sus usos y, finalmente, con una cierta economía de lo pictórico, puede identificarse también en la obra de otros artistas de la misma generación de Pfaff como Kiko Pérez, Fernando García, Daniel Steegmann o David Bestué. Todos ellos sitúan en un mismo nivel de importancia los materiales empleados y las ideas que sirven para poner en movimiento el acto creativo. “Al salir de la escuela de arte, me di cuenta que el material más poderoso del que disponía era mi propia cabeza. Cuando te das cuenta de que tener tu propio espacio de trabajo o disponer de todo el material que necesitas para generar tus obras no es tan fácil como habías imaginado la imaginación se convierte en la mejor aliada. Tal como decía antes, la pintura empieza mucho antes que la acción de pintar en sí misma. Esto es cierto en relación al proceso de trabajo pero también, por supuesto, en un sentido más conceptual”.
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