Sin un ‘House of Cards’ español
A pesar del ‘boom’ de las series políticas, la ficción nacional no ha abordado el tema a fondo
Cada entrega de House of Cards, ambientada en las cloacas de la política estadounidense, es devorada en maratón por millones de espectadores en todo el mundo. La danesa Borgen, que sigue los avatares de una ficticia primera ministra, es alabada tanto por la crítica como por los propios políticos. Veep, que mira a la política desde la comedia, gana premios cada año. Netflix prepara en Francia la serie Marseille, una historia de luchas de poder y corrupción con políticos como protagonistas.
Sin embargo, la ficción televisiva todavía no se ha atrevido a adentrarse en los entresijos de la política contemporánea española. Crematorio, producida por Canal + en 2011, es de las pocas que ha entrado a fondo en la corrupción que ha manchado a la clase gobernante. La política también fue la protagonista de las comedias de Telecinco Señor alcalde y Moncloa, ¿dígame?, pero para ello hay que remontarse a 1998 y 2001 respectivamente. Vaya semanita en EITB o Polònia en TV3 sí se adentran en el humor político, como señala Anna Tous, profesora en la Universitat Autònoma de Barcelona y coordinadora del libro La política en las series de televisión. Entre el cinismo y la utopía (editorial UOC). Para ella, estos programas "pueden contribuir a impulsar el clima y la madurez necesarios para que una serie política, sea para un público minoritario o para una audiencia amplia, triunfe en España".
El panorama de la ficción en la televisión generalista española es muy diferente del que presenta Estados Unidos. "Las producciones que más triunfan tradicionalmente entre el gran público en España son el drama hospitalario y la comedia. Recordemos los casos de Moncloa, ¿dígame?, sitcom política que no triunfó, mientras que otras producciones como Periodistas o Médico de familia tenían más éxito", recuerda Tous.
Al peculiar mercado televisivo nacional se ha unido en los últimos tiempos la crisis económica y política. "Tengo la impresión de que a partir de 2011, cuando la crisis económica se convierte también en política, el tema empieza a ser molesto para las cadenas", cuenta Concepción Cascajosa, profesora de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid, que también encuentra un factor relevante en la falta de ficción televisiva política en la imagen negativa de los dirigentes. "Se combinaron de dos ideas: el público lo iba a rechazar y era un tema que podía molestar en un momento en el que las cadenas temen que se puedan producir regulaciones que les perjudiquen", añade Cascajosa.
En Borgen, el sistema político danés muestra sus virtudes y también sus defectos sin cortapisas. Para Cascajosa, el que en España no haya series políticas es síntoma de la "falta de madurez" de la democracia española. "En los lugares donde el sistema democrático está consolidado, la política es un tema no solo relevante sino un gancho para el espectador, como demuestra muy bien Borgen", remata.
Estos son algunos de los argumentos que pueden explicar que en España no haya sido posible adaptar Borgen. La productora Secuoya se había planteado comprar los derechos de la serie danesa para hacer una versión española. Incluso las conversaciones llegaron a estar muy avanzadas, según explican desde la productora. Pero finalmente, en vista del escaso interés de las cadenas por emitir esa posible adaptación, se optó por no seguir adelante con la compra.
No es el único caso en el que se ha intentado sacar adelante una serie en España con tema puramente político. Nacho Faerna, creador, entre otras, de la tv movie Prim, el asesinato de la calle del Turco, presentó a casi todas las televisiones nacionales el proyecto de miniserie La coalición. "¿Qué ocurriría si los políticos empezaran a hacer lo que los ciudadanos esperamos realmente de ellos? ¿Y si un presidente decidiera anteponer los intereses generales a los de su partido? ¿Le apoyaría el líder de la oposición? ¿Qué estarían dipuestos a hacer algunos para detenerlos?". Así se presentaba la ficción, cuyo proyecto es anterior a la existencia de House of Cards y la irrupción de Podemos y Ciudadanos. "Nadie la quiso. Imagino que tarde o temprano haremos una serie de políticos o sobre política en España. Pero si no se hace no es porque los creadores y guionistas no hagamos propuestas", cuenta Faerna.
Sonia Martínez, directora de Ficción de Atresmedia, cree que la industria televisiva nacional está preparada para entrar a fondo en temas políticos. "Hemos estado cubriendo etapas en nuestra industria y también tenemos que acostumbrar al espectador. Sin ese recorrido previo no habría sido natural", dice Martínez, que recuerda que en el resto de Europa la ficción política solo ha cobrado fuerza en los últimos años. Como señala Anna Tous, en Estados Unidos "el impulso definitivo vino con El ala oeste de la Casa Blanca", serie que finalizó en 2006.
Desde Mediaset aseguran no estar cerrados a ningún género. "De hecho, hemos abordado temas tan delicados como la lucha contra el yihadismo en El Príncipe o las misiones de los grupos de operaciones especiales en Los nuestros o los distintos escenarios políticos que se vivieron en España durante el franquismo, la Transición y la instauración de la monarquía en El Rey", explica Toni Sevilla, director de Ficción de Mediaset España. "No se trata de buscar una temática en concreto, sino de encontrar una historia y unos personajes que tengan la fuerza, la coherencia y el recorrido necesarios para seducir a los espectadores", añade.
Atresmedia y Bambú Producciones están empezando a preparar La embajada, una serie ambientada en el mundo diplomático. "Se tocarán temas políticos, pero no será un House of Cards. Hay que tener en cuenta que no somos Netflix, tenemos que tratar de convocar al máximo número de espectadores", explica Sonia Martínez. Parece que de momento España seguirá sin tener un Frank Underwood o una Birgitte Nyborg.
Una mirada a las intrigas del pasado
Menos reparos que en indagar en la política contemporánea hay en volver la mirada a las intrigas del poder del pasado en títulos como Isabel o Carlos, Rey Emperador, series en las que, dentro del laberinto de intrigas cortesanas, los entresijos del poder juegan un papel fundamental. Cuéntame cómo pasó, en su recorrido por los últimos años del franquismo y por la transición española, también se ha atrevido a adentrarse en temas políticos.
Este tipo de ficciones, también presentes en otros países europeos, “permiten hacer una buena reflexión sobre los mecanismos del poder y hablar de sus miserias sin que se note demasiado”, opina Concepción Cascajosa.
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