Cuando los escritores no bastan

Dos peces jóvenes se cruzan con uno mayor, que los saluda y les pregunta cómo está el agua. Ya lejos de él, uno de los peces jóvenes se gira hacia el otro, extrañado. ¿Y qué demonios es el agua?, le pregunta. La metáfora, que abre la famosa conferencia que David Foster Wallace pronunció en el Kenyon College en 2005, le sirve al escritor Manuel Rivas, director del Festival Eñe 2015, para reivindicar la función de la cultura y la intención de la presente edición. “Un espacio de confrontación, de participación”, señala. “Un escenario donde la cultura no sea subalterna de nada, donde pueda respirar, donde se reconozca en su propia agua”.

La séptima edición del festival, que organiza La Fábrica y que se celebrará en el Círculo de Bellas Artes de Madrid los días 20 y 21 de noviembre, se presenta con la voluntad de que esa agua no se vicie. Cincuenta actividades en las que participarán más de 70 invitados, y un giro con respecto a años pasados: la apuesta por el matrimonio entre literatura y sociedad civil, con la intervención de periodistas, filósofos, cineastas, artistas o diversas ONG. “El arte por el arte deja frío”, opina Rivas. “Hay que sentir el desa­sosiego, estar a la intemperie junto a los que abren caminos en otras disciplinas. Juntos tenemos que mantener la conciencia alerta, los ojos libres, para que no se enturbie esa agua de la que hablaba Wallace. Porque si el agua se achica, le hace mal a toda la sociedad”.

Es la oportunidad de alimentar el bosque de la subversión, de desobedecer a un orden injusto a través de lo mejor que nos hace humanos: la unión en la creación" Ruth Toledano

“Un escritor no es un religioso que está en una montaña o en un templo en silencio esperando que baje el ángel de la inspiración”, opina la escritora Raquel Robles, parte del festival y militante de la agrupación de derechos humanos argentina H.I.J.O.S. “Un escritor es un trabajador que vive en un determinado tiempo y lugar y con su trabajo incide en su medio”, opina. “El compromiso y la cultura viven hoy en un desequilibrio mayor que en otras épocas”, señala José Antonio Bastos, presidente de Médicos Sin Fronteras en España, que también participará en el festival. “Pero al final son dos impulsos humanos muy similares, el que nos lleva a nosotros a trabajar sobre el terreno, y el que lleva a crear una poesía, una novela o una película. Reclamar la militancia total del arte sería matarlo, pero hemos de ser cómplices. Activismo y cultura deben vivir en un equilibro por el que vale la pena luchar”.

Esteban Beltrán, presidente de Amnistía Internacional, que participará en un diálogo con Juan José Millás, tiene una opinión similar: "Desde siempre la cultura suele cumplir una de estas tres funciones: o está al servicio del poder, lo que la convierte en propaganda; o asume una función de exploración de lo humano desde la más pura individualidad; o asume esta exploración desde una dimensión colectiva", cuenta. "Cualquier iniciativa que tienda puentes entre la lucha por la justicia y la libertad y la creación es muy beneficiosa". Algo que comparte Ruth Toledano, que participará con la conferencia Con los ojos abiertos, abrir el corazón: "Si el hilo del diálogo entre cultura y sociedad civil se ha debilitado, es porque la cultura se ha cedido en gran medida a unos poderes que pretenden hacer ver que las cosas no son lo que parecen", opina. "Pero ahí afuera hay una realidad que nos compete registrar, analizar, contar y combatir. Encuentros como el Festival Eñe son la oportunidad de alimentar el bosque de la subversión, de desobedecer a un orden injusto a través de lo mejor que nos hace humanos: la unión en la creación".

La relación entre cultura y medios de comunicación será otro pilar del festival. “En los últimos tiempos se ha echado de menos un poco de compromiso de la cultura con la sociedad, sobre todo con respecto a otras épocas, como la Transición”, cuenta el periodista Fernando González, Gonzo, que impartirá un curso sobre periodismo y literatura. “El posicionamiento de la política, creo que a raíz de aquel famoso ‘No a la guerra’, fue muy violento con los representantes de la cultura, y muchos, de forma legítima, se asustaron, porque se encontraron que tenían al poder en contra”, opina. “Es una alegría ver que ese compromiso se va recuperando, que el mundo de la cultura y la sociedad vuelven a conectar. Iniciativas como esta creo que son el camino a seguir”.

Con todo, y pese a la importancia de esta otra cara de la sociedad, el festival reservará un lugar preeminente para los peces que viven en el mar literario. Julio Llamazares, Elena Medel, Óscar Hahn, Almudena Grandes y Marta Sanz son algunos de los escritores que intervendrán en la cita, que contará con lecturas poéticas, mesas redondas y acciones teatrales. Una serie de Diálogos intrépidos tomarán el pulso de la actualidad, como el que mantendrán Baltasar Garzón y Ernesto Ekaizer sobre poder y corrupción, o Jordi Soler y Benjamín Prado con la actual situación de Cataluña de fondo. También habrá talleres para iniciarse en diversas facetas de la literatura y el arte, actividades para los más jóvenes, una feria de editores independientes en busca de autor, y tiempo para homenajear al recientemente fallecido Rafael Chirbes.

Para Manuel Rivas, la cultura debe ser ese “taller donde todo bulle y canta” del que hablaba Baudelaire, y a esa idea consagra su manifiesto inaugural, que leerá el viernes a las siete de la tarde en el Círculo de Bellas Artes: “Un lugar de reflexión, imaginación, memoria y descubrimiento. Un lugar de desobediencia y convulsión, para crear nuevos paisajes culturales y percibir diferentes armonías. Un lugar sentipensante, que transfiera a la sociedad nuevos latidos, nuevos caminos”. Porque de eso se trata. De abrir caminos. Aunque sean anfibios.