Para satisfacer a la parroquia
David Gilmour, un año después del definitivo canto del cisne de Pink Floyd, saca su cuarto disco, 'Rattle That Lock'
La pérdida, el inmisericorde paso del tiempo, la nostalgia y otros espectros de la edad provecta son conjurados por David Gilmour un año después del definitivo canto del cisne de Pink Floyd, en un cuarto trabajo ciertamente heterogéneo que aquilata su capacidad para evocar —aún— la grandeur que siempre singularizó a su banda matriz en su era más popular. El empeño cuenta con Phil Manzanera a la producción y la contribución lírica de su esposa, la novelista Polly Sampson. Y lo logra a base de singles con regusto AOR —de esos que hace décadas refrendarían la validez de cualquier radiofórmula (el tema titular)—, exquisitas armonías de David Crosby y Graham Nash (‘A Boat Lies Waiting’), valsesà la Cohen (‘Faces of Stone’) y alguna incursión jazz (‘The Girl In The Yellow Dress’). Enhebrando por el camino —fiel a sí mismo— ligazón conceptual y escanciando sus diamantinos solos de guitarra. Álbum digno y consecuente, satisfará con creces a su parroquia.
David Gilmour. Rattle That Lock. Columbia / Sony
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