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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La morcilla

Convendría a políticos y periodistas regresar a 'Borgen', de la que ahora hace un maratón el Plus: muestra las vergüenzas que compartimos aquí políticos y periodistas

Juan Cruz

España es un país repetitivo. Agarramos una matraquilla y no la soltamos nunca. Los periodistas y los políticos somos especialistas en la repetición. En la SER nos desayunamos el jueves con el portavoz más habitual del PP, Pablo Casado, que le echaba la culpa de todo a Zapatero en su entrevista con Aymar Bretos. Por la noche lo volvimos a ver en 13TV. Ahí Zapatero seguía siendo el culpable.

La repetición es un recurso literario que le dio notoriedad al francés Michel Butor. El inolvidable Ángel González tiene un poema inmensamente irónico: “Nada es lo mismo, / nada permanece. / Menos la historia y la morcilla de mi tierra: / se hacen las dos con sangre, se repiten”.

La política es el terreno de la repetición. Casado sabe que si repite otra vez el mantra Zapatero tendrá contertulios felices haciendo picadillo para la misma morcilla. Cifuentes dice que no le gusta la expresión “despolitizar”, hablando de Telemadrid. Le gusta “profesionalizar”. Pues que lo haga rápido, y que en ese sentido tome nota de lo que hizo Zapatero, precisamente: profesionalizó. Luego vino el PP y desbarató lo conseguido.

Ya que se habla de despolitizar, habría que despolitizar primero a los portavoces, y en concreto, ya que aún está en barbecho, a este aguerrido joven Casado, que repite sus argumentos tanto como se repite el anuncio de Canalcar. La política es una sustancia, no es una palabra detrás de otra. Si no hay sustancia, se repite, como la morcilla.

Convendría a políticos y periodistas regresar a Borgen, de la que ahora hace un maratón el Plus: es sobre la política danesa y muestra las vergüenzas que compartimos aquí políticos y periodistas. Porque nosotros, y los políticos, somos como la morcilla, nos repetimos. Aunque alrededor haya cosas muy serias de las que hablar. Más interesantes, por ejemplo, que decir que todo es (aún) culpa de Zapatero.

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