Un modelo que cambió la televisión
Hace 25 años nacía Canal +, con el cine y el fútbol por bandera
Este verano se cumplen veinticinco años de la aparición de Canal +, dentro del fenómeno de las televisiones privadas que aparecieron como una conquista más del mundo de libertades en que se estaba convirtiendo España. Ya no había sólo Televisión Española, con sus dos canales, el segundo de los cuales aún llamábamos UHF. Había también autonómicas, canales públicos, en fin. Los primeros canales privados fueron Antena 3, Telecinco y Canal +. Al tercero de ellos es al que voy a referirme aquí, por su singularidad y porque yo estuve allí. Lo proclamo con sobria satisfacción.
Canal + importaba de Francia la fórmula de televisión de pago, creada allí por Pierre Lescure, casado con Catherine Deneuve. La propia Canal + Francia fue socia, al 25 % (máximo porcentaje permitido en una pacata ley de televisiones privadas que temía todavía dar exceso de influencia a alguien) de Prisa y de inversores económicos. Frente a Antena 3, con un aire bastante convencional, y Telecinco, que irrumpió con una tele popular y colorista (con sus célebres mamachichos), Canal + presentó una oferta nueva, rupturista.
Lo primero rupturista era cobrar por verla. Polanco pensaba que no habría publicidad para tres televisiones y de ahí que se fijara la fórmula plus, cuya base era cine de estreno y deportes. El de estreno se refiere a estreno televisivo, películas recientes que aún no hubieran sido vistas en televisión. En Francia, y en Estados Unidos, donde ya existía de antes el pago a través de la HBO, las productoras habían establecido una ventana de tiempo para que las películas que se retiraban de taquilla pudieran ser exhibidas durante un tiempo (en torno a un año) en fórmula de pago, para luego pasar a la televisión en abierta. Una taquilla más, en fin.
Cine reciente, sin cortes publicitarios, las mejores películas del último año. Era atractivo. Recordé entonces que un amigo de Felipe González, Juan Alarcón, me había contado un consejo muy chusco que le dio frecuentemente a Felipe González. Este le decía siempre que no sabía qué demonios se podría hacer con TVE, una vez que llegara al poder. Mi amigo le decía: “Muy fácil. Un tío con cintas de vídeo al lado de un reproductor cambiando la película cada dos horas. Y ya está”.
Bueno, pues eso era Canal +… más deportes. Juan Cueto, el director de aquello y uno de los tipos más lúcidos que he conocido, lo explicaba con extraordinaria sencillez: “El cine y el deporte son los dos hallazgos del siglo XX. Se trata de mostrarlos”.
Eso sí, con clase. Canal +, dentro de todo, era un club privado al que había que atraer con lo mejor.
Pronto descubrimos que la cosa en Francia tenía truco. Allí había medidas muy restrictivas para la exhibición de cine en fin de semana en televisión abierta. Una medida, supuestamente, para proteger las salas de cine, pero a quien de verdad protegía era a Canal + Francia. Aquí no había nada de eso. Al revés. Antena 3 tuvo en el cine (con el célebre Pumares y su polvo de estrellas) uno de sus pilares. Y todas las teles dieron mucho fútbol.
Pero eso fue bueno para el deporte. Consciente de eso, Juan Cueto dio cuerda, casi infinita, en confianza y dinero, al deporte. Así, Canal + pudo abrir el contrato de la Liga, que daba exclusiva a las autonómicas, que daban un único partido en la noche del sábado, y obtener permiso para dar un partido en codificado el domingo. Y a las cinco de la tarde. La teoría, válida entonces, es que a esa hora media afición estaba en los estadios, porque jugaba su equipo en casa, y la otra media estaba desatendida. Se trataba de darles su droga favorita a la hora del mono. Y de abrir una segunda taquilla para el fútbol. Fue difícil meter la idea, pero caló. Y tengo que decir que José Luis Núñez, presidente del Barça, fue de los más lúcidos en ese sentido.
Aún recuerdo las cifras de aquel contrato: 54.000 millones de pesetas por ocho años, 6.750 por año. Dos terceras partes a cargo de las autonómicas. Un tercio a cargo de Canal +, el pago. Hoy, esos mismos derechos cuestan 29,57 veces más, y el pago supone el 97 % del total. Eso habla de la magnitud de la revolución que supuso para el fútbol la aparición de la tecnología de pago. Si disfrutamos hoy a los Messi, Cristiano y demás es gracias a aquello.
El estreno, aún en pruebas, fue en el Colombino, hace veinticinco veranos. Ensayos ya revolucionarios. El primer partido de pago fue el Valencia-Atlético de Madrid, primera jornada de la 90-91. Para la época, las propuestas de Canal + eran casi una proeza. Se pudo llevar a cabo por el pulso de Cristina Diez, directora de producción, cuyo genio logístico no hubiera igualado ningún gran general de la Antigüedad (ya no está con nosotros), y por el tacto artístico de Víctor Santamaría, un abulense recriado en Galicia que sigue casando perfectamente el ojo catódico con el pellizco futbolístico.
La llegada a cualquier campo en aquellos primeros años era acogida con expectación y casi orgullo. Los clubs sentían que no estaban in si no les llegaba cada poco Canal + con su despliegue, su travelling, su grúa, sus catorce cámaras, sus Carlos Martínez y Valdano el primer año, sus Carlos Martínez y Robinson después del segundo. Que ahí siguen. Y nadie quería perderse El día después, con Ignacio Lewin y Valdano primero, Ignacio Lewin y Robinson después, la extraña pareja del español formal y el inglés travieso. Las tomas de Lo que el ojo no ve hicieron al público protagonista, a la altura casi del juego. Al entrañable público del fútbol. Aquel programa iba en abierto, porque Canal + estaba obligado a un mínimo de tiempo en abierto, que en este caso se aprovechaba para mostrar esa nueva visión del fútbol, que hizo escuela.
Al fútbol se sumaron otros deportes, siempre con la condición de tener lo mejor. Boxeo con los combates por el título mundial de los pesados, el Cinco Naciones de rugby (hoy Seis Naciones), tenis a partir de Wimbledon, los mejores torneos de Golf, la Golden League de atletismo, hoy Diamond League, baloncesto americano, primero con la locura de marzo de la NCAA, más tarde la NBA, por un tiempo la ACB…
Cine más deporte, los hallazgos del siglo XX que decía Cueto (y más gente). Todo, como él pedía, en un tono de vanguardia sin estridencias.
Han pasado veinticinco años de aquel primer Colombino, con el Atlético, el Athletic, el Betis y el Recreativo, donde se hicieron las primeras transmisiones, ya revolucionarias. Justo ahora Canal + ha quedado absorbido por Movistar, que respeta el singo + (Movistar +) en respeto al sello que ha adquirido. Canal + era un negocio próspero hasta que primero las maniobras del Gobierno de Aznar, con la creación de Vía Digital, una competencia espúrea que duró poco pero hizo daño al canal, y la ley Cascos del interés general, y luego las sucesivas guerras del fútbol, acabaron por meterle en pérdidas.
Pero Movistar no sólo respeta el sello +, también ha mantenido en sus puestos a la gente que ha venido haciendo todo esto. Eso garantiza la continuidad de la excelencia.
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