Del paisaje a lo abstracto

María Luisa Fernández (Villarejo de Órbigo, León, 1955) es una de las artistas más renovadoras de la vanguardia contemporánea. En 1979 fundó con Juan Luis Moraza el Comité de Vigilancia del Arte (CVA), colectivo activo hasta 1985, que fundamentó su actividad en la búsqueda de otros formatos escultóricos y nuevas proyecciones espaciales. Sus obras abstractas representan figuras humanas de un expresivo dinamismo y la naturaleza, que refleja el poder de la memoria en creaciones llenas de lirismo. Esta exposición plantea un recorrido por su trabajo, desde 1979 hasta la actualidad, en el que se puede apreciar la evolución de su trayectoria. La muestra se abre con obras que son una traslación del paisaje a lo abstracto que resulta totalmente convincente, entre las que destacan las esculturas pertenecientes a la serie Burladeros (1990). Las piezas, realizadas con listones de madera unidos, pintadas con franjas de color plano tanto horizontales como verticales y marcadas con líneas que remiten a los surcos que abre el arado, recrean la luminosa tierra labrada de los campos.

Otra serie impactante es Artistas ideales (1990-1994), una representación abstracta de figuras humanas, serenas y meditativas, realizadas con secciones geométricas de madera, en un ejercicio de equilibrio perfecto, pero aparentemente imposible. En su sentido ideológico, conectan con la lograda instalación Burlas expresionistas (1993), en la que la artista critica la marginación de la mujer en el arte. La exposición se cierra con la fascinante escultura abstracta de madera Catas (2015), que fusiona paisajes y figuras humanas perforadas por vacíos. Los contornos suaves y redondeados evocan la apariencia de los árboles y, al mismo tiempo, las curvas y los contornos fluidos de los cuerpos humanos. Inspirada por su procedencia rural y por las esculturas de Alberto Sánchez, María Luisa Fernández crea piezas de gran intensidad poética.

Je, je... Luna. María Luisa Fernández. Azcuna Zentroa Bilbao. Hasta el 13 de septiembre.