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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La gente

Hay otros que pasan de esas cosas tan superfluas, dañinas y engañosas de la izquierda y la derecha

Carlos Boyero

Conozco a un ser entrañable y peculiar que trabaja por voluntad propia, aunque su actividad pueda parecer enfermiza, 364 días del año, desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche en su tienda de barrio, sin calefacción en invierno ni refrigeración en verano, idolatrado por los niños de variadas generaciones, sin ninguna afinidad con El avaro de Molière, pero orgulloso de que su salvaje estajanovismo le haya servido para dotar de bienestar a su familia.

Me cuenta que ancianos que viven recluidos permanentemente en casa, con la salud física y mental muy deteriorada, jamás faltan a las citas electorales, acompañados implacablemente a las urnas por la responsabilidad cívica que encarnan sus vástagos. Y su voto es diáfano e incorruptible. Puedo imaginarlo sin margen de equivocación. Hubieran depositado su amor en Franco si éste hubiera permitido esa estupidez democrática de las elecciones. Pudieron hacerlo con Alianza Popular. Y después con el PP. Supongo que jamás se han considerado pertenecientes a esa estratégica falacia del centro derecha o del liberalismo. Son de derechas de toda la vida. Y a mucha honra. ¿Por qué no? ¿Qué es eso del centro? Poseen todo el derecho de no mentirse a sí mismos ni la necesidad de disfrazarse. Siempre han tenido claro que hay que salvar a España, la defensa del orden y la moral (la suya) y la religión como pilar supremo de la existencia.

Hay otros que pasan de esas cosas tan superfluas, dañinas y engañosas de la izquierda y la derecha. Maquiavelo y el Steinbeck de Las uvas de la ira han convencido a Pablo Iglesias de que lo que importa es la gente, no las ideologías o la forma de ver el mundo y comportarse en él. O sea, que voten a Podemos los que se consideran la gente. Pero el cenizo Alberto Garzón se niega a acompañarle en la rebelión de la gente contra lo establecido. El despistado y desfasado Garzón se sigue considerando un rojeras. Y me creo a ese tío.

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