Odio
'Heart of a Lion' nos muestra con crudeza el submundo de bandas nazis en un país, Finlandia, por lo demás apacible. Lo que pasa en las urnas escandinavas da miedo
A las personas sensatas nos cuesta mucho ponernos en la desquiciada mente de tipos como el tal Dylann Roff, que a sus 21 añitos la emprendió a tiros contra los fieles, negros, de una iglesia de Charleston (Carolina del Sur). Un intento de entender la dinámica del odio racista se encuentra en la película finlandesa Heart of a Lion, que emite Canal+ Xtra.
El filme, dirigido por Dome Karukoski, nos presenta de inicio a Teppo, un joven nazi y descerebrado, valga la redundancia, violento y racista, perdonen otras redundancias, que se junta con una mujer muy rubia que, oh, tiene un hijo negro y musulmán de una relación anterior. Así que tendrá que revisar las cerriles convicciones que se alojan en su cráneo rapado y tatuado.
No esperen exactamente una ración de el-amor-todo-lo-puede, porque ella se ausentará, él se quedará a cargo del chico y el centro de la trama no será la pareja, sino esa sobrevenida relación paterno-filial. Para empezar, desconfianza total. Cada uno avergonzado de que lo vean con el otro.
La historia juega al límite de lo creíble, porque las madres de familias mestizas hacen bien en alejarse de las esvásticas. Su valor está en el crudo y acongojante retrato de ese submundo de bandas ultras en un país, Finlanda, por lo demás apacible. Los de Teppo dedican las noches y algunos días a dar palizas a personas de piel más oscura que la suya. Vemos cómo se cuelan en los barrios esos discursos fanáticos, las soflamas seudopatrióticas, esa matraca de que los inmigrantes son parásitos, aunque sean los pandilleros los que, incapaces de convertirse en adultos, viven del subsidio y sus agredidos los que trabajan.
Si piensa que no hay paralelismo posible entre el sur segregacionista de EE UU, donde aún ondea la confederada y abundan las armas, y el paraíso escandinavo del Estado del bienestar, preste atención a lo que está ocurriendo con las listas xenófobas en las urnas finlandesas, danesas, noruegas y suecas. Da escalofríos.
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