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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Entre miradas

'Gran Hermano VIP' podría llamarse 'Gran Hermano Escoria', porque los psicólogos que dirigen la elección de personajes han compuesto un retablo fenomenal

David Trueba
Olvido Hormigos y Belén Esteban, en 'Gran Hermano VIP'.
Olvido Hormigos y Belén Esteban, en 'Gran Hermano VIP'.

España anda buscando los cadáveres de dos de sus escritores más venerados: Cervantes y Lorca. Ejemplo del poco aprecio que se les tuvo en vida, ellos adoraron al país y lo retrataron en lo grotesco y sentimental. Gran Hermano VIP podría llamarse Gran Hermano Escoria, porque los psicólogos que dirigen la elección de personajes han compuesto un retablo fenomenal. Más que personalidad, los convidados tienen estrategia. Son marrulleros en el acoso y derribo del contrario; son frágiles revestidos de fortaleza por un espejismo de popularidad. El programa, fundamental para entender nuestra tele, parece un partido de fútbol en el que solo jugaran defensas agresivos y antideportivos. Se eligió a la exconcejal Olvido Hormigos para interpretar el papel de malvada y no ha defraudado.

Cuando saltó a la fama por un vídeo privado donde se masturbaba para un amante, recibió la solidaridad de los bienintencionados. Pero al dejar la política, posar para Interviú y aprovechar el tirón para hacer caja, capitalizó el rencor. Nada provoca más rencor que una víctima que rechaza los buenos sentimientos y quiere reivindicar su espacio de oportunismo. La televisión es una gran ficción fabricada con programas de aparente realidad, y esa ficción necesita malvados y giros de trama. Cuando ya no quedaba un ápice de esperanza para salvar a esa creación fabulosa, expulsada de la casa por su perversidad, aparece un marido con enorme dignidad, interpretando el papel de Charles Bovary.

Pero al mando de la historia no está Flaubert, sino el cotilleo español sustentado en valores reaccionarios. Celos, traición, violencia de género, sumisión. La mala madre y la mala esposa que para el espectador termina por merecerse todo lo horrible que le pase. En un libro lleno de observaciones interesantes sobre el arte titulado Entre miradas, Germán Huici recuerda que Renoir elogiaba la belleza de una modelo diciendo que era uno de esos seres privilegiados a quien los dioses han librado de los ángulos agudos. Cuando en lugar de la belleza y la armonía buscas lo contrario, acabas pagando miles de euros por semana a quien esté dispuesto a exhibir sus ángulos menos favorecidos. En un país que cree equivocadamente que toda la corrupción emana de sus políticos, conviene mirar lo que se mira para entender mejor.

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