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Dos fotógrafos toman las calles de Madrid

Manolo Laguillo y Ángel Marcos transforman la ciudad en acontecimiento

Fotografía perteneciente a la serie 'Lavapiés, julio-agosto, 2014', de Manolo Laguillo.
Fotografía perteneciente a la serie 'Lavapiés, julio-agosto, 2014', de Manolo Laguillo.

Desde el Renacimiento, la ciudad se ha ido convirtiendo en tema iconográfico. Aunque la Venecia del siglo XVIII fue el objeto predilecto de los vedutistas, no ha sido hasta hace unos 50 años, con la ayuda analítica de Gordon Cullen, cuando la ciudad ha cobrado plena entidad propia al ser interpretada como paisaje. Desde entonces reclama el mismo interés visual con que se contemplan el campo, la montaña o el mar; es decir, llama la atención sobre sus valores plásticos, compositivos y lumínicos, y no solo sobre el mero reconocimiento de sus monumentos más carismáticos. Pero para entonces no quedaban ya pintores dispuestos a sacar el caballete a las calles, como hicieron los impresionistas en París, sino fotógrafos que, retomando las enseñanzas de Eugène Atget, escrutaban los rincones menos monumentales de las urbes. La ciudad ha dejado así de ser escenario de acontecimientos para convertirse ella misma en acontecimiento, es decir, en objeto de representación.

Coinciden ahora dos exposiciones de los destacados fotógrafos Manolo Laguillo (Madrid, 1953) y Ángel Marcos (Medina del Campo, 1955), que este año han tomado las calles de Madrid como tema de su trabajo. La ciudad se presenta en las fotografías de estos artistas como un campo de exploración de miradas, perspectivas, luces, sombras y texturas.

'Madrid 4A' (2014), de Ángel Marcos.
'Madrid 4A' (2014), de Ángel Marcos.

Ángel Marcos inició a principios de este siglo un proyecto titulado Alrededor del sueño con el que indaga sobre el sentido de espacios que son producto de actividades colectivas y de intereses privados. Marcos contamina las imágenes con contenidos sociales, políticos, económicos, ambientales y culturales que no solo están implícitos en cada una de las instantáneas, sino que se ponen de manifiesto por medio de las relaciones que el fotógrafo establece entre ellas. Los lugares son como son, pero más allá de su realidad está la mirada subjetiva del fotógrafo que define una forma arquitectónica, destaca una ordenación urbana o se detiene ante un detalle ornamental.

Marcos comenzó con Nueva York, ha seguido con Cuba y China y en 2014 se ha detenido en Madrid, donde, sirviéndose tanto de la mirada telescópica como del encuadre próximo, ha capturado desde el monumento convencional hasta el lugar anónimo ocasional. Pero el interés de su obra no radica en esta o aquella fotografía, sino en la “instalación” de los conjuntos de imágenes que recorren el complejo espacio del depósito de agua, ofreciendo con ellas diferentes lecturas.

Por su parte, Manolo Laguillo se detiene en un barrio de esa ciudad, a la, que según Sabina, “regresa siempre el fugitivo”: Lavapiés es un tejido urbano antimonumental, cotidiano y, si se quiere, banal. Ha elegido unos encuadres particularmente estudiados, en los que gradúa las luces y corrige minuciosamente las perspectivas, consiguiendo unas imágenes de una objetividad digna de Bernd y Hilla Becher. Esquinas, tapias, ventanas, solares, medianeras… son los motivos de sus imágenes, pero por encima de la realidad fenomenológica que ellas desvelan se sitúa un aura metafísica que parece envolver estos lugares silentes y serenos, casi despoblados. Eludiendo lo anecdótico y centrándose en la composición, la proporción y el control de la luz, Laguillo logra abstraer el espacio y el tiempo, de tal manera que se ve obligado a dar referencias concretas sobre la época y el lugar con el fin de poder situar las imágenes en una realidad que ha sido claramente trascendida.

Manolo Laguillo: Lavapiés, julio-agosto, 2014. Galería Casa sin Fin. Doctor Fourquet, 11. Madrid. Hasta el 1 de noviembre. Ángel Marcos. Alrededor del sueño 4. Sala Canal de Isabel II. Santa Engracia, 125. Madrid. Hasta el 23 de noviembre.

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