Neil Finn fuera de la zona de seguridad
En 'Dizzy heights', el gran compositor pop neozelandés indaga en experimentos sonoros
Entre su prolífica carrera al frente de Crowded House, aquellos inicios con Split Enz, los ocasionales paréntesis fraternales de The Finn Brothers y hasta el simpático proyecto paralelo junto a su esposa (Pajama Club), Dizzy heights solo es el tercer trabajo que el más importante compositor pop de nuestras antípodas entrega con nombre propio.
Dotado de ese aliento melódico imparable que solo acreditan los más grandes (como McCartney: In my blood podría estar escrita entre los dos), Finn se esfuerza por retorcer el discurso y bucea más en las turbias aguas de la psicodelia que en el tarareo instantáneo.
Ayuda que el productor sea Dave Fridmann (Tame Impala, MGMT), encargado aquí de que Neil salga de la zona de seguridad e indague en experimentos sonoros tan estimulantes como Divebomber o White lies & alibis. Pero el compositor infalible aflora una y otra vez, sobre todo en Recluse: difícil encontrar un falsete tan hermoso.
Neil Finn. Dizzy heights. lester / everlasting
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