'Death comes to Pemberley', el cruce entre Jane Austen y Agatha Christie
Las cadenas británicas siempre guardan para Navidad especiales de sus series más emblemáticas (Doctor Who, Downton Abbey...) y alguna miniserie que emiten en unas fechas especialmente familiares y hogareñas. Para este año, la BBC tenía guardada la adaptación televisiva en forma de miniserie de tres capítulos del libro Death comes to Pemberley (La muerte llega a Pemberley), en el que P.D. James se atrevía a echar un vistazo al futuro de los personajes de Orgullo y prejuicio y a convertirlos en protagonistas de la investigación de un asesinato. El resultado en la televisión es una curiosa mezcla, un combinado entre Downton Abbey y Agatha Christie que puede gustar a los fans de Jane Austen o escandalizarlos hasta hacerles gritar "¡sacrilegio!" Pero, eso sí, con el sello de calidad de la BBC.
La historia sitúa al espectador seis años después del final de Orgullo y prejuicio. Darcy y Elizabeth están felizmente casados, son padres de un niño y organizan el baile anual en la mansión de Pemberley. Pero todo se complica con la entrada en acción de Lydia y Wickham, que acudían al baile sin invitación, y con un asesinato en los bosques de los Darcy.
Aunque la excusa que sirve como motor a la historia es la investigación del asesinato, el desarrollo se centra más en los personajes (conocidos para quienes hayan leído la novela de Jane Austen; los que no la hayan leído estarán más perdidos) y en las consecuencias del crimen, de la investigación y la influencia en los protagonistas de prejuicios como los que daban título al libro original.
En cuanto al reparto, ningún pero. Tanto Matthew Rhys como Anne Maxwell Martin superan con nota el reto de hacer frente a dos personajes complicados por las expectativas de los espectadores (qué difícil es ya imaginarse a un Mr. Darcy que no tenga el rostro y el cuerpo de Colin Firth, protagonista de la versión de Orgullo y prejuicio producida por la BBC en 1995). Les acompañan otras caras reconocibles como Jenna Coleman (Doctor Who) o Matthew Goode (Match Point, Watchmen). Y todo rodeado del lujo y el cuidado de una producción de época de calidad.
Aunque los más puristas pondrán varios peros (como es lógico), el resultado final es una historia entretenida -bastante más que el especial de Navidad de este año de Downton Abbey- y perfecta para ver en un fin de semana invernal.
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