_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Necrocultura

La necrológica suele tener un matiz generoso que no tienen otras formas de artículo. En un mundo competitivo, el detalle de morirse es algo que aprecian todos los supervivientes

David Trueba

La necrológica se ha convertido en la parte más jugosa de la sección de Cultura. No estaba pensado así, pero a medida que desciende la curiosidad, en favor del esfuerzo por aceptar el designio marcado sin rechistar, el análisis cultural encuentra un aliado puntual en la necrológica. La necrológica suele tener un matiz generoso que no tienen otras formas de artículo. En un mundo competitivo, el detalle de morirse es algo que aprecian todos los supervivientes. La necrológica de una persona relevante de la cultura es un modo de embalsamarlo. Si los periódicos servían para envolver bocadillos, la necrológica envuelve a personas.

Ha vuelto a suceder en la muerte de Germán Coppini, que lideró Golpes Bajos. Ese nombre y su tema más conocido, Malos tiempos para la lírica, son recursos sobreutilizados para definir al sector cultural en cualquier época. La muerte devuelve el interés perdido, la atención de los medios. La música española, que goza de salud creativa, no termina de encontrar acomodo en los medios, salvo aventuras muy especializadas o muy desnaturalizadas. Los Germán Coppini de hoy mendigan un espacio entre superventas, premios Grammy, divas en bañador y giras patrocinadas. Si ahora han anunciado su desaparición los mallorquines de Antònia Font intuimos que también su Batiscafo Katiuscas marcará a una generación como lo hizo, con familiaridad sonora, aquel No mires a los ojos de la gente.

Músicos no faltan, pese a que la crisis ha servido de nuevo para llenar bolsillos a la vez que vaciaba y desmontaba locales de música en directo, festivales, emisoras, tiendas e instituciones de recurso, ya sean la SGAE o distintas iniciativas para promover la música. Es importante prestar atención a lo que se hace hoy, para que la necrológica no tenga que ser siempre un lamento por las oportunidades perdidas o la desatención general y sí una celebración de la vida digna. De una tacada salen 50 nombres que merecen no una necrológica, sino un certificado de vida y salud en casi todos los palos de la música. La Nochevieja y el Año Nuevo son una necrológica y un natalicio. La primera es siempre amable. La segunda está escrita con sospecha y racanería.

Cambiar esa actitud sería un portentoso y pío buen deseo al comenzar el año.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_