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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Patriotas

H.L. Mencken define a los patriotas como aquellos tipos que no se conforman con amar a su país, sino que además quieren cobrar por ello

David Trueba

Hace ya tiempo que no citábamos al gran H.L. Mencken y su definición de los patriotas como aquellos tipos que no se conforman con amar a su país, sino que además quieren cobrar por ello. Viene más a cuenta que nunca porque Mencken pertenecía a esa especie rara de polemista cargado de argumentos de peso y no de espejismos vanos. Nos encontramos en la misma semana con dos ejemplos de patriotismo que somete a sus países a idéntica receta que la de esos señores que dicen amar mucho a una mujer para, en el momento que son abandonados por ella, correr a asesinarla.

Sensación parecida tiene uno cuando presencia la vocación con la que los republicanos norteamericanos aprovechan las fisuras del equilibrio fiscal para intentar echar abajo la ley de sanidad que aprobó a Obama. La próxima vez que alguien diga que todos los gobernantes son iguales, estupidez que se oye mucho en España, le obligaremos a abonar a tocateja cada sesión de quimioterapia. Los extremistas ganan la partida dentro del bando republicano, porque ejercen en la inmunidad de la oposición, pero el país queda maltrecho en la pugna. Desde los tiempos de Newt Gingrich no habíamos asistido a otro patriotismo que le costara tan caro a la patria.

En España los patriotas empeñados en hundir la patria que tanto dicen amar ocupan el poder, en una versión chabacana del te amaré hasta que te mate. Rajoy y Mas se cruzan apelaciones verborreicas mientras sus ciudadanos ven desaparecer la protección pública. Se exigen mutuos gestos de grandeza patriótica, mientras imponen la flaqueza con sus dietas de inoperancia y vacuidad. Pero palidecen todos ante Berlusconi. Si no existiera habría que inventarlo. Uno no sabe si lo habría inventado Fellini con su desmesura estética, Pasolini con su metáfora clasista o Dino Risi con sus amados monstruos. Verle surgir del coche con la perrita Dudú en brazos a la misma hora en que agujerea el gobierno es otra muestra de ese patriotismo de karaoke, capaz de machacar a la patria entre gritos de amor a la patria. Nos confirma que todo patriota ejerce como tal hasta que se le niega el título de propietario de la finca.

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