Imágenes a quemarropa
Televisión Española estrena ‘24 horas en la calle’, espacio semanal que retrata la actividad de los cuerpos de seguridad y emergencias del Estado
El centro de control detecta en el espacio aéreo español la presencia de un avión no identificado. Sin pérdida de tiempo, un caza F-18 despega de la base de Torrejón de Ardoz con la misión de reconocer esa aeronave y, llegado el caso, proceder a interceptarla. La cámara recoge los preparativos de la operación, los minutos de tensión entre los militares que siguen su ruta por radar y, finalmente, el diálogo entre el piloto del caza y la tripulación del aparato sospechoso. Falsa alarma. Aclarado el incidente, el caza del Ala 12 regresa a tierra. Es uno de los episodios reales recogidos en la primera entrega de la docuserie 24 horas en la calle, que estrenará esta noche (23.55) la primera cadena de Televisión Española.
El espacio sigue la estela iniciada en Estados Unidos por la serie documental COPS, creada por John Langley y Malcolm Barbour, que se estrenó en el ya lejano marzo de 1989. La fórmula consiste en seguir, cámara en ristre, el trabajo diario de los patrulleros de policía de más de un centenar de ciudades. No tiene narrador ni guion, por lo que todo el protagonismo recae en los agentes, en los vecinos que reclaman su ayuda y en los delincuentes a los que aquellos sorprenden en plena faena. Con estos ingredientes básicos, este tipo de espacios ha logrado capturar el interés de millones de espectadores en horario de máxima audiencia. Y todavía hoy siguen en antena con enorme éxito
COPS es un referente mundial para las productoras de televisión de medio mundo. No es extraño que en los últimos años hayan surgido en España programas con la pretensión de emularlo. El problema es que las calles de España no son las de Estados Unidos y que el nivel de violencia de ambos países es muy diferente. No es habitual que en Madrid o Málaga haya pistoleros enloquecidos que se líen a tiros contra los alumnos de una escuela, ni que en Bilbao haya persecuciones policiales tan cinematográficas como las que puede haber, por ejemplo, en Washington o Miami.
El pasado 14 de julio, La Sexta estrenó Policías en acción, un programa producido por New Atlantis, que se centra en el trabajo de los policías que están más en contacto con el ciudadano. Las historias más frecuentes, pues, son las que protagonizan ladrones de viviendas, pequeños traficantes de droga, exhibicionistas, carteristas y peleas callejeras.
Televisión Española estrena hoy 24 horas en la calle, con la colaboración de Globomedia. Lo más novedoso quizá es que los reporteros del programa no se limitan a seguir las andanzas de la policía, sino que han ampliado su abanico para hacer lo mismo con la Guardia Civil, los Mossos d’Esquadra, los bomberos, la policía local, los servicios de urgencia sanitaria y el Ejército. Además, los protagonistas de cada historia aparecen con el rostro al descubierto y perfectamente identificados. El hecho de que incluso agentes secretos de la Policía Judicial hablen dando la cara supone toda una innovación en cuerpos que hasta ahora habían sido muy recelosos de hacerlo, en contraposición a la habitualidad con que lo hacen un jefe de Scotland Yard o un sheriff de un condado de Utah. Bienvenida sea la transparencia.
El programa sigue la estela iniciada en Estados Unidos por la serie documental ‘COPS’
Los cámaras de 24 horas en la calle han tenido que grabar cientos de jornadas para obtener las mejores imágenes y presenciar los sucesos más emocionantes. Porque suele ocurrir que, cuando un periodista sale con una patrulla policial o con un equipo de bomberos, lo más habitual es que ese día o esa noche no ocurra nada. O al menos nada que pueda tener interés para el gran público.
Por otro lado, la frecuente utilización de microcámaras, instaladas en el casco de los bomberos o en el chaleco de los policías, permite obtener imágenes impactantes y meter de lleno al espectador dentro de un fuego o la captura de una cuadrilla de salteadores de viviendas. Hasta el punto de que se puede cortar el humo o sentir su respiración agitada. Imágenes a quemarropa. Adrenalina a tope.
En esta primera entrega, es posible ver cómo una pareja de mossos de paisano (camuflados con pantalón corto, zapatillas deportivas y tatuados hasta el paladar) sorprende en una playa a un grupo de carteristas que se dedican a desvalijar a parejas mientras estas se entregan al amor. O la detención de una banda de brutales y crueles sicarios. O los esfuerzos de unos sanitarios vascos para lograr tranquilizar a un motorista gigantón que acaba de sufrir un accidente. Pero también la enternecedora y afanosa operación de una dotación de bomberos que debe emplearse a fondo hasta rescatar a un par de cachorros abandonados por su dueño en el fondo de una alcantarilla. Todo como la vida misma.
El riesgo de este tipo de programas es que intenten aumentar su cuota de pantalla mediante el morbo, la escabrosidad o la vulneración de la intimidad de las personas. Afortunadamente no es así, por lo visto hasta ahora. Y, dejando el espectáculo aparte, sirven para acercar la labor de la policía, el Ejército y los bomberos a los ciudadanos, que a la postre son quienes les pagan.
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