Lucía
Un nuevo fenómeno televisivo en España, qué arrojo, qué escandalera, qué de frases para una primera aparición en la telemierda, qué bonita ingenuidad, allí que me voy, aquí que me vengo inocente de mí
El invierno fue para Falete, el verano para ella. Un nuevo fenómeno televisivo en España, qué arrojo, qué escandalera, qué de frases para una primera aparición en la telemierda, qué bonita ingenuidad, allí que me voy, aquí que me vengo inocente de mí.
En una escasa semana ha dado momentos gloriosos, imágenes inolvidables, frases geniales. Nadie había pedido aumento de sueldo con tanta sutileza: “Mi dignidad vale más de 30.000 euros”. Le arrastran a los realities de la inmundicia y le engañan con malas artes a una intelectual que pastaba por otros mundos, alguien diferente; pero en unos días se ha aclimatado a lo multimedia como nadie, de Telecinco en Telecinco, para poner a parir, valiente siempre, a Telecinco, y huyendo del plató al primer día; cuando otros grandes como Jorge Javier, Paz Padilla o hasta el Kiko tardaron años en la proeza, ella hace la espantá el primer día de reality verité, que tan importante es ser invitado al plató como largarse en medio de la función, que de los plantes brotan jugosos contratos, y si en un día en teleporquería gana lo de un libro de dos años seguro que le saldrán galas como para llenarse la biblioteca y además pagar a Hacienda, que la persigue, pobre; y ese detalle tan sensible de repartir entre el público bragas de colores, no como otras que tienen que enseñar el fofoculo en el GH para conseguir un momentazo, un minuto de oro, un trending topic; lo siguiente será posar en cueros —ah, que ya lo hizo, me dicen—; no importa, que igual no había quedado claro antes, ella no es como las demás, que ella es una intelectual con dos carreras, el doble que la Obregón, lo que pasa que creía que Campamento de verano era una especie de Conversaciones en Formentor, pero en plan kumbayá y se topó con gente maleducada, grosera y tosca, no como ella, un premio Planeta —claro que también se lo dieron a María de la Pau Janer—. Vejada y acosada, maldice la mujer que le arruinen la adopción rememorando a otra que por su hija mata. Teníamos la princesa del pueblo y ahora llega la intelectual de la plebe. La noria gira y se ha subido un autodestroyer más; carnaza para las fauces, que la audiencia se nos va. Tiembla, Belén, tenemos nueva tróspida, Lucía la literata.
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