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Tentaciones
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CRÍTICA DE DISCOS ROCK
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Iggy Pop & The Stooges, ‘Ready to die’

"Quiere gustarle a todo el mundo, y a estas alturas esperas algo más de una gente que si algo no necesita ya es gustar" "El disco suena joven, pero en el sentido negativo de la acepción"

Xavi Sancho

Tal vez sea el rock la única forma de arte en la que ser uno mismo durante 40 años no garantiza un resultado afinado. De hecho, en el rock, lo más normal que puede sucederte cuando llevas cuatro décadas siendo tú es que aparezca alguien 40 años más joven y resulte que se le dé mucho mejor eso de hacer lo que tú haces. Los escritores acostumbran a mejorar con los años. Los actores, menos Kevin Costner, también. Los pintores pasan fases de diferentes colores, y una vez superada la amarilla, ya no les queda nada que temer, excepto la muerte o el Parkinson. En cambio, los roqueros se marchitan a un ritmo marcado por lo jóvenes que parecieron cuando tenían 20 años y lo conscientes de sí mismos que han sido. Así, Leonard Cohen, como siempre fue viejo y absolutamente consciente del hechod e ser Leonard Cohen, se hace mayor y nadie se entera. ¿No era así ya en el 70? Pero Iggy Pop tardó igual más de una década en darse cuenta de sí mismo. Hasta entonces, se había dedicado a ser joven, en el sentido más suicida del término.

Título: Ready to die

Género: Rock

Sello: Fat Possum /PIAS

Año: 2013

Puntuación: Dos y media

Estamos hablando de un señor que se pasó bastantes años cobrando los conciertos en heroína y que, durante su estancia en Berlín, su consumo de estupefacientes fue tal que incluso David Bowie tuvo que echarle de casa, algo que es casi peor que el momento en que Slash le dijo a Charlie Sheen que se estaba pasando con las drogas. Como recordaba el actor, “cuando un tipo que ha estado en Guns n’Roses te dice que tomas demasiado es que tienes un problema grave”.

Iggy es Iggy. Hace anuncios de refrescos disfrazado de Iggy y sale en la portada de este disco sin camiseta. La verdad es que no debemos descartar que vaya a comprar cápsulas de Nespresso descafeinado también a medio vestir, y no por haberse olvidado la camiseta en casa, sino porque es él y muchos fans tendrían problemas para reconocerlo vestido. Y piensas: Iggy Pop (con admiración). Y luego piensas: Iggy Pop (con cierto hastío y bastante pudor por el hombre y su personaje). Así es el autor de I wanna be your dog hoy. Un hombre al que todo el mundo conoce, aunque no debe ser más de un 2% el porcentaje de la población que es capaz de chuparse el Fun House entero.

Como se puede comprobar por las 394 palabras anteriores, actualmente hay mucho más que decir de Iggy Pop (el personaje y sus circunstancias) que de los discos que Iggy Pop lanza en este siglo XXI. Musicalmente, resulta más placentero recordarlo que tenerlo. En lo vital, lo seguimos necesitando, pues no sabemos si somos jóvenes o no, pero sí es cierto que su existencia le da una coartada a millones de cincuentones para no cortarse le pelo. Así, este disco suena joven, pero en el sentido negativo de la acepción. Suena joven porque lo intenta mucho, casi demasiado. Suena joven porque la producción de James Wiliamson, recuperado para la banda tras la muerte de Ron Asheton –él también fue el guitarrista que sustituyo a Asheton cuando esté dejó la banda (vivo) a finales de los 60- y en excedencia en su trabajo como capo del área tecnológica de Sony en Estados Unidos, es tan aguerrida como poco imaginativa. Donde The weirdness fracasaba por querer sonar raro y peligroso y terminar pareciendo una broma, este patina por tratar de ser demasiado diáfano y claro. Quiere gustarle a todo el mundo, y a estas alturas esperas algo más de una gente que si algo no necesita ya es gustar. Y es que hay momentos en que parece que estás ante el primer disco de Stone Temple Pilots, y no en una obra formada por los tipos que grabaron Search and destroy. El tempo acelerado, entre el punk de anuncio y el rock de interludio comercial, funciona solo a medias en temas como Burn o Gun. DD’s, por su parte, hace gracia porque habla de tetas (tetas Iggy Pop, no tetas Femen), tiene un ritmillo a lo Motown y llega en un momento del disco en el que andas desesperado por encontrar algo que te guste. El resto de las veces, agua. Cuando se sosiega el asunto, nos encontramos a Williamson con slide guitar e Iggy en modo crooner sin voz. La receta debería funcionar, pero el tema en cuestión, Unfriendly world, no es un buen tema (no se nos ocurre una forma más científica de definirlo). En cambio, la que cierra el álbum, The departed, sí que es una canción redonda (estamos en fase hiperanalítica, ya ven), con Iggy al límite de la desafinación, como es menester una melodía mínima pero efectiva, ofreciendo por fin esa vejez descacharrada que es mucho más atractiva que cualquier juventud desesperadamente añorada. A veces, es más interesante ser el que mejor narra lo vivido que el que mejor lo vive. Solo se es viejo una vez.

Valoración: 0 ABERRANTE, el mundo sería mejor sin él; 1 PRESCINDIBLE, nadie se acordará de él; 2 PASABLE, para incondicionales; 3 ACONSEJABLE, en su estilo merece la pena; 4 INDISPENSABLE, un éxito asegurado; 5 OBRA MAESTRA, uno entre un millón.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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