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Tentaciones

Vampire Weekend afila los colmillos

La banda da un salto adelante con su tercer álbum, ‘número uno’ en EE UU

EL PAÍS

Rostam Batmanglij (Washington, 1983), el componente de origen persa de Vampire Weekend, está tan hasta las narices de que le pregunten por el título de su nuevo álbum que responde cantando a voz en grito con un forzado acento jamaicano. Imita a Junior Reid, el cantante de reggae autor de One blood, canción que se inicia con el verso Modern vampires of the city,título del disco en cuestión. “Nosotros no usamos nunca la iconografía que se asocia al término. Ni lo haremos jamás. ‘Modernos vampiros de la ciudad’ es una imagen muy potente, llena de significados, pero creo que usado por nosotros nadie lo relacionará con colmillos. Algo parecido a lo que pasa con nuestro nombre: no se asocia ni con vampiros (Vampire) ni con fines de semana (Weekend). Vampire Weekend es solo Vampire Weekend”.

Step, uno de los sencillos de Modern Vampires of the city

Step, uno de los sencillos de Modern Vampires of the city

El ciclo de Contra terminó con los dos componentes principales del grupo intentando recomponer su vida. Nada más editarse el disco Koenig se separó de su novia y pasó años viviendo en hoteles o de prestado. Batmanglij salió públicamente del armario en 2010 y al terminar la gira inició un largo viaje con tres amigos por India. “En el grupo somos como círculos que se cruzan. Cada cual necesitaba solucionar su propia vida. Tener un poco de perspectiva”.

Finalmente, se encontraron en Los Ángeles y allí empezaron a trabajar en este disco. “Nuestro máximo interés era sonar como nosotros mismos sin repetirnos. Cuando era niño quería ser pintor, y lo que me parecía más importante es que puedes dar tres brochazos y alguien saber instantáneamente que es tu mano la que está detrás. Ese tipo de personalidad es la que buscábamos para este álbum”.

Era también el intento de quitarse el estigma que arrastran desde su primer sencillo Cape cod kwassa kwassa, de 2007: ser cuatro aseados estudiantes de Columbia, la prestigiosa Universidad con sede en una de las zonas más nobles de Manhattan. Pijos blancos de buena familia convirtiendo el pop de guitarras africanas que en los ochenta Graceland de Paul Simon hizo comerciales, en música para los indies. El grupo que montarían los personajes de Gossip girl. “A mí todavía me asombra que se diga que somos blancos anglosajones y protestantes. Ezra era de los pocos judíos de su comunidad; yo soy de familia iraní y gay; Chris \[Baio, bajista\] es de origen italiano”.

Se nota la voluntad de cambio en todo. Desde la portada, una fotografía de 1966 en la que se ve Nueva York bajo una densa capa de niebla, hasta las fotos de promoción: nada de colores pasteles y veraniegos. Ropas oscuras en fríos pasajes urbanos. Pero principalmente en el sonido. “Por primera vez hemos trabajado una y otra vez en las canciones. Nunca antes habíamos descartado tantas cosas. Hemos tenido mucha presión, pero ha sido interna”.

El resultado es sorprendente. Uno de los grandes discos de pop publicados este año y desde luego su mejor trabajo. Sin ironía, con más emoción que momentos de euforia. “Tengo la sensación de que todo es autodestructivo. En la foto de la portada lo que se ve no es niebla, es contaminación. Nueva York ya no es así, la limpiamos. Pero vete a una ciudad india, por ejemplo, y verás. Y te preguntas aquello de ¿Sirvió para algo?’”.

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