“Es más difícil limpiar la cabeza de una persona que un fogón”
El chef Alberto Chicote estrena el jueves la segunda temporada de 'Pesadilla en la cocina' En esta ocasión las historias tendrán más drama
El pasado octubre, el chef Alberto Chicote cocinaba un programa con todos los ingredientes para convertirse en un éxito: entretenimiento, drama, humor, historias humanas y, sobre todo, mucha comida. Y lo fue. El programa se convirtió en el mejor estreno para un espectáculo de entretenimiento de la cadena con 2.802.000 espectadores y un 13.7% de la audiencia. Y cada semana casi 2.5 millones de fans lo han seguido en su primera temporada. Ahora el cocinero madrileño regresa este jueves con una segunda temporada de Pesadilla en la Cocina, en La Sexta. La misión de rescatar restaurantes en apuros es la misma, pero con historias más condimentadas: locales al borde de la quiebra, familias a punto de perder su casa por los problemas del negocio, amistades rotas e incluso algún despido.
“Para hacer reflotar un restaurante hay que empezar desde cero. Para ello es necesario diseñar un traje a medida para cada uno”, ha declarado Alberto Chicote durante la rueda de prensa de presentación de esta nueva edición. Para el cocinero, hay 1.500 razones por las que se puede fracasar y las estrategias de salvación no valen para todos.
En esta temporada se podrán ver casos de restaurante brillantes que terminan con historias desastrosas, como el de un amigo suyo, un reputado cocinero que ve peligrar su negocio. También el de un joven que, con todas las ganas del mundo, no puede ver surgir su empresa porque no cuenta con el dinero suficiente. "Cuando la desidia y el desánimo entran por la puerta todo lo demás está abocado al fracaso", explica el cocinero, que también valora las dificultades económicas como causa de esta desgana. "Cuando tienes una deuda de 400.000 euros resulta que los detalles y las cosas pequeñas, como comprar la harina, carecen de importancia. Entonces es cuando dejas de pagar al personal y no puedes trabajar en equipo".
Chicote enfatiza que no todos los problemas están basados en la higiene de la cocina y que tienen que ver más con una cuestión de mentalidad. "Ojalá fuera así porque una cocina sucia tiene solución. Pero limpiar la cabeza de un tipo es más complejo que limpiar la de un fogón", explica.
Con los restaurantes de la primera temporada ha mantenido el contacto. Pretende hacer un seguimiento de su trayectoria, aunque admite que aún es pronto para saber si sus consejos han tenido efecto. "Sabemos que el Da Vinci ha cerrado y también el Castro, de Lugo. El resto siguen vivos y coleando", ha comentado.
La selección de los restaurantes no es sencilla. Los productores valoran que se trate de problemas graves, superables, a los que ellos puedan echar una mano y, sobre todo, que tengan un buen relato detrás. "Hay sitios que parecen sacados de la ficción, de lo mal que están o de las historias tan duras que esconden", dice el chef. Reconoce que la cruda realidad implica un mayor esfuerzo tanto de él como de todo su equipo. "Ayudarlos implica un largo camino que no se ve en la pantalla. Se hace antes un análisis de mercado para ver en qué cojea cada restaurante y se buscan las soluciones que mejor les vengan", ha explicado. Asimismo, confiesa que el éxito no depende del programa. "Nosotros ofrecemos una oportunidad, asesoramos e invertimos en esos lugares, pero salir adelante depende de lo que haga cada uno", ha añadido.
Además de drama, también habrá más humanidad por parte de este chef gruñon. Por ejemplo, Chicote cuenta la historia de dos jóvenes emprendedores, un andaluz y un italiano, que montan un local asiático en Sevilla. No ha querido adelantar el desenlace de la historia, pero sí ha destacado que una linda amistad puede romperse. "Se trata de dos chicos que comienzan un proyecto muy grande sin tener experiencia", ha dicho.
El chef recuerda que siempre vio los episodios de la primera temporada acompañado de algún amigo. Se dio cuenta de que, cuando peor lo pasaba él más de reía la gente. "En esta temporada os vais a descojonar más porque lo he pasado muy mal". Pese a los malos tragos, merece la pena. "Hemos ayudado a la gente, y eso es lo que importa".
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