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Tentaciones

La huella del rap en Zaragoza

Violadores del Verso, Xhelazz y Rapsusklei nos cuentan los lugares más importantes de sus carreras

El grupo de rap zaragozona Violadores del verso en 2004.
El grupo de rap zaragozona Violadores del verso en 2004.

Gracias a tres generaciones de raperos, Zaragoza ha logrado convertirse en una ciudad referencia en el panorama nacional del rap. Como pasó en Torrejón de Ardoz, en sus primeros pasos, el hip hop encontró una puerta de entrada en la base militar estadounidense en Zaragoza. "El hip hop estaba aquí muy verde, y eso que era una de las ciudades donde mejor estaba. Había heavies y, por ser ciudad militar, también muchos nazis. Pero cuando veáis una gorra decías: 'Ese es rapero', y había complicidad", comenta Rapsusklei.

"Los de la segunda generación [finales de los ochenta y principio de los noventa] éramos cuatro gatos. Había fiestas esporádicas, pero había movimiento, intercambio, y algún concierto", explica R de Rumba. Para quienes hoy son referentes de las nuevas generaciones, la mejor música la transmitían grupos como Public Enemy, Magic Mike o Rakim, entre muchos otros. "Se caracterizaba por el buen royo, la sensación de comunidad y el respeto", recuerda el Xhelazz.

La vida ha querido que el hip hop en la capital aragonesa se convierta en una especie de "C" invertida que marque una presencia en Actur, El Arrabal, La Magdlena, centro y la zona del Parque de las Delicias. "Ahora hay mas apoyo. Estamos en una transicion rara, con chavales que están volviendo a hacer un rap muy bueno. La escena ahora se salva no por los consagrados sino por nuevos como AXL, Gordo del funk o La jota nostra. Unos de tantos otros", opina Rapsusklei.

Seguimos la pista al rap en Zaragoza con el testimonio y la ayuda de Violadores del verso, Xhelazz y Rapsusklei. La ciudad, que ahora cuenta con discográficas y donde es posible ganarse la vida con el rap, hace 20 años se movía entre maquetas y sueños.


Ver El Zaragoza del hip hop en un mapa más grande

Violadores del verso, la experiencia

La larga historia de este clásico del panorama nacional se remonta, hasta donde recuerda Rubén Cuevas o R de Rumba (Zaragoza, 1976), a los días de juventud a las puertas de la Radio Mai -nombre que viene de estar ubicado en el margen izquierda-, en el barrio de El Arrabal. "Era como una urbanización cerrada y nos juntábamos los sábados por la mañana unos 20 o 30 de distintas generaciones para escuchar e intercambiar música", apunta el rapero.

En esos años, a principios de los noventa, los miembros del grupo asistieron a sus primeras fiestas en el Centro Cívico Delicias porque no solo de día vive el hombre, o el maño en este caso. En esta sala con capacidad para cerca de 500 personas, Rumba, Kase-O, Lírico y Sho Hai llegaron a ver a los madrileños el Club de los Poetas Violentos (CPV).

Entre ensayos y discos, el grupo se tomaba sus descansos nocturnos para frecuentar la popular zona de bares conocido como El rollo. En la calle Perpetuo Socorro los raperos encontraron cobijo en el De vicio, un bar más cercano al rock pero que de cuando en cuando hacía pequeños guiños al rap. "Era de guitarreo, parecido a la [sala] Caracol de Madrid. Me acuerdo de que durante una época no había ni música por una multa que les pusieron. Íbamos ahí a beber como locos", rememora el rapero.

Cartel del primer concierto de Violadores del verso en 1998 en la Sala Morrisey.
Cartel del primer concierto de Violadores del verso en 1998 en la Sala Morrisey.

Pero Violadores del verso no se ceñía a un solo punto de encuentro y desde 1997 hasta 2004 marcaron en su mapa otro de esos puntos inolvidables. Este era el bar Entalto de la calle Mayor 50, donde el bar de la entrada ocultaba un almacén en el piso inferior que se convirtió en un local de ensayo y un mini estudio. "Nos tirábamos ahí todo el día. Nos echábamos unos tragos, rapeábamos, escribíamos...Hacíamos la música para ponernos ciegos", dice de muy buen humor Rumba.

Con una cierta experiencia, su primera gran oportunidad apareció en 1998 y no la dejaron escapar. La sala Morrisey -situada en la Gran Vía 33- fue el escenario de su primer concierto, frente a unos 250 espectadores. "Ya meneábamos algo y tocamos solos. Era una responsabilidad porque la gente pagó por entrar y nos dieron 80.000 pesetas (cerca de 480 euros). Ahora es un after de droga", dice con dureza Rumba. 

Y llegó la experiencia del estudio. Con toda la ilusión que un músico puede llegar a experimentar, los Violadores del verso se encerraron en los estudios Kikos en la urbanización Torres San Lamberto. Aquí, los raperos dieron con Genios (1999). "Fue una grabación analógica y las bobinas se mandaron a Nueva York para mezclar. Era la única opción antes, era un trabajo de chinos. ¡Graba así ahora si tienes huevos!", comenta riendo Rumba.

Años después, Violadores del verso ha visto a sus miembros empezar carreras también en solitario aunque aún trabajen juntos. Un ejemplo de esa unión es Común 20, la tienda abierta desde 2006 en la calle Pamplona escudero. "Era una antigua academia de sonido a la que hemos mantenido la estructura: arriba la tienda y nuestro sello discográfico y, abajo, un local de ensayo. Aquí grabamos alguna cosa nuestra aunque también han grabado Lírico y Xhelazz".

Xhelazz, del ritmo del heavy al flow del rap

Hoy es todo rimas y flow pero en su tierna infancia escuchaba a Guns N'RosesReincidentes. Así fueron los inicios de Mario Celiméndiz (Zaragoza, 1981), más conocido como Xhelazz. "Yo conocí el rap en el parque Roma. Allí Nacho [dj Loto oscuro] me vino con una cinta de De la soul y otra de Beastie Boys y me enganchó".

Pero Xhelazz no comenzó a escribir con más frecuencia hasta la llegada a la adolescencia a los 12 años. Con cariño, el rapero rememora los primeros pasos en el parque y los días encerrado en casa para preocupación de su madre. "Andaba solo y a veces mi madre se preocupaba porque estaba encerrado en casa escribiendo. Era un hermitaño [jaja]. Pero también me inspiró el parque que hay en frente de la parroquia de nuestra señora de Montserrat. Me transmitía positividad", confiesa . Ayudado por su walkman, en el que escuchaba un ritmo con un casco la historia de Xhelazz cogía forma.

Ya con 20 años Xhelazz decidió grabar su primera maqueta, Xhelazz (2001), en casa de su amigo Hazhe en el barrio de El Arrabal. "Insonorizó su cuarto y grabamos ahí. Todo Zaragoza ha pasado por su casa", explica el propio Xhelazz. Pero como tantos raperos que empiezan su carrera, el disco no tenía previsto un largo recorrido, se trataba más bien de "unas copias para nosotros en principio. No me rayaba si salía por ahí o no".

El rap, como tendencia minoritaria hace unos años, no contaba con numerosas tiendas en las que poder encontrar música o ropa. Para ello, Xhelazz acudía, como tantos otros raperos, a uno de los puntos claves en Zaragoza: Linacero, una tienda escondida en la calle San Miguel 20, lugar que ocupa ahora Daily price. "Vendían maquetas y en cuanto había novedades me pasaba, pero para el rap americano hacíamos pedidos a Madrid o Barcelona".

Uno de los puntos de inflexión en la carrera del rapero fue su participación en la primera edición del festival Zaragoza ciudad que tuvo lugar en el parque Delicias el 28 y 29 de junio de 2002 y que reunió a miles de personas. El espectáculo musical contó además con la participación de exhibiciones de bicicletas bmx, grafiti y break dance. "Hombre, fui con mucha ilusión. Era al aire libre, en tu barrio... ¡Hasta Ari [Arianna Puello] vino!".

Haciendo honor a la vida de calle característica del hip hop, Xhelazz frecuentaba en esta época la antigua estación de trenes de Delicias, que actuamente se ha visto convertida en la carretera N-232. "Había unos muros donde la gente pintaba grafitis y nosotros nos pasábamos cada dos semanas para verlo", recuerda el rapero. Aquel lugar llegó a convertirse para el cantante en punto de encuentro para los amigos donde pasar el día escuchando música, hablando, viendo a la gente pintar o, incluso, bailar break dance.

Tras largos años de trabajo, el rapero consiguió encerrarse en un estudio para hacer realidad El soñador elegido (2007), su primer disco. En este trabajo, Xhelazz grabó 13 canciones, entre las que incluye esta recomendación personal.

Rapsusklei, energía por cada poro sobre el escenario

Cualquier persona que viva en Zaragoza sabe que Diego Gil Fernández (Zaragoza, 1980), el MC conocido ahora como Rapsusklei, es un tipo sencillo de barrio, del barrio de la Magdalena. A la salida del instituto Rapsusklei ya se juntaba con "los raperos mayores y los gitanillos" hasta que descubrió el parque Bruil. "Aquí nos juntábamos los marginales para jugar al básquet y empezamos una crew [colectivo]: Estilo clandestino". Era una zona en la que "algo de delincuencia había pero vimos que no era lo suyo. Allí se pintaba, se hablaba, se escuchaba música...", comenta con naturalidad.

No mucho después, Rapsusklei tomó por costumbre acudir a unos salones recreativos de un centro comercial en la calle Cádiz. "Nos juntábamos y comprábamos discos. Allí se creó la crew de Fuck tha posse". Pero no era su único lugar de encuentro de amigos. Como sus otros compañeros Rapsusklei admite también haber pasado muchas mañanas de sábado ante la puerta de Radio mai.

Con el paso de las años el rapero se incorporó a la vida nocturna zaragozana. En la calle Moncasi de la zona conocida como El rollo Rapsusklei se juntaba con los miembros de Violadores del verso, Cloaca, Fran y muchos más. "No había mucho rap pero lo llevábamos nosotros". A partir de 1995 los raperos zaragozanos empezaron a juntarse para hacer corros, beber litronas y practicar rimas. Entre los presentes, Rapsusklei recuerda ver a KaseO, Lírico y Sharif. "Hacíamos rimaderos. Cada semana llevábamos rimas nuevas y las practicábamos a capella. Poca gente llevaba el freestyle [estilo libre]", matiza el cantante.

Y llegó la experiencia de la grabación. Gracias a Nacho fe, Rapsusklei recopiló sus rimas en Estado de locura (1995), una maqueta a la que confiesa tener cariño y "donde ya tenía claro que nadie es superior". Con este trabajo el rapero presentó su primer concierto oficial pocos meses después en la Casa de Juventud Casco Viejo de la calle San Vicente Paul. "Habría unas 120 personas y me temblaban las piernas", reconoce el Rapsusklei, "había gente de la vieja escuela como El Clan o KaseO. ¡Los que luego han llenado estadios!"

Entre conciertos y grabaciones, el rapero con rastas como tentáculos se dejaba caer por un lugar clave para la cultura del hip hop en Zaragoza conocido como La chimenea. Este sitio, ahora reconvertido en un parque en la avenida Ranillas, solía llevar a cabo certámenes acompañados de otras modalidades: "El grafiti era importante, también se ponía rap gracias a unos generadores y luego, por la noche, había fiesta. Allí estábamos todos: Siete notas siete colores, El club de los poetas violentos...".

Tras años de trabajo y éxito, Rapsusklei grabó su primer disco, La historia más real de vuestras vidas (2002), en la casa de su amigo Hazhe -como ya lo hicira Xhelazz- en su antigua casa en la calle de Monsen Domingo Agudo. "Tenía un home studio y estaba insonorizado con cajas de huevo y algún trozo de espuma", dice conteniendo la risa. "De aquí sale una canción especial para mí: Jazz elak olé. No sé por qué pero gusta mucho. Será el sampler coreano, los acordes, la letra...no sé".

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