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opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Plátano

David Trueba

El humor goza de valor terapéutico frente al poder. Los dogmas temen al humor aún más que a las ideas contrarias. Desde hace años sabemos que en el eco de la risa se esconde el nombre de la rosa. La semana pasada cayeron unos cómicos canarios por hacer un chiste político en la tele autonómica y es que cuanto más se reduce el ámbito, con más fiereza se combate el humor. No es habitual que la música y el humor hagan buena pareja. Las canciones tienen también cierta tendencia a lo trascendente y a las grandes ideas. Así que los ejemplos de algunas canciones de los Beatles o Zappa, Randy Newman o Brassens, siguen representando las más altas cotas de risa envueltas en calidad musical. En España, Krahe, la Orquesta Mondragón, los Toreros Muertos y algunos aguerridos descreídos transitaron por esos derroteros. Y la última perla inmortal fue aquel himno del dúo Astrud titulado con todo rigor Hay un hombre en España que lo hace todo. Reescrito ahora: en España hay un hombre que lo recorta todo.

Para este día de huelga, que puede perfectamente ser un día de risa y pereza, no está de más recuperar a un personaje francés aún poco conocido en España. Phillippe Katerine ha sido capaz de poner en pie canciones absurdas o descacharrantes donde llega a importantes conclusiones. Por ejemplo, que detrás de todo el mal humor y las malas palabras, de toda la mala leche con la que nos mandamos los unos a los otros a la mierda en realidad no hay más que el deseo de darnos besitos. Pero si uno cree que con los bisoux de Phillippe Katerine lo ha visto todo, aún hay más. Especialmente recomendado en día de paro general, el vídeo de su canción La banane triunfó el curso pasado en Francia.

Se trata de un paseo del cantante, orondo y feliz entre gasas, en mitad de una playa abarrotada, en una especie de guiño al mundo patéticosexual de la MTV. Pero el discurso cala: “Yo ya no quiero trabajar, ni ir al supermercado, ni vestirme, ni levantarme porque usted me lo diga; antes reviento. Déjeme en paz, yo lo que quiero es comerme mi plátano”. Queda dicho.

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